Mons. Javier Prado: “Doy las gracias por poder ser sacerdote por y para ustedes”

El padre Javier, como se le dice con mucho cariño, estaba en la puerta de la Iglesia recibiendo y agradeciendo por la presencia de cada uno. En ella estuvieron presentes ochos obispos: Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso; Mons. Santiago Silva, Obispo Auxiliar de Valparaíso; Mons. Alejandro Goic, Obispo de Rancagua; Mons. Miguel Caviedes, Obispo Emérito de Los Ángeles; Mons. Patricio Infante, Arzobispo Emérito de Antofagasta; Mons. Bernardino Piñera, Arzobispo Emérito de La Serena; Mons. Manuel Donoso, Arzobispo de La Serena; Mons. Manuel Camilo Vial, Obispo Emérito de Temuco; y el Cardenal Jorge Medina, Obispo Emérito de Valparaíso. También estuvieron presentes el Superior Provincial de los Sagrados Corazones R.P. Alex Vigueras; sacerdotes de las tres diócesis en la que el Padre Javier estuvo como Obispo: Iquique, Valparaíso y Rancagua; diáconos permanentes, religiosas, seminaristas, familiares, ex alumnos, y fieles.

La homilía fue efectuada por Mons. Gonzalo Duarte, Obispo de Valparaíso, quien la inició señalando que “Estamos contentos de poder acompañar a Mons. Javier Prado (para nosotros “el Padre Javier”) en esta celebración de los 60 años de su Ordenación Sacerdotal”.


Recordó los 60 años de sacerdote del Padre Javier, de los cuales 31 ha vivido en nuestra Diócesis. “Estuvo entre nosotros como sacerdote y religioso de los Sagrados Corazones en el Colegio de la Congregación en Viña del Mar; colaborando en pastoral parroquial en los sectores de Santa Inés, Achupallas y Gómez Carreño; como profesor de Cultura Religiosa en nuestra Universidad Católica, como Pro Vicario Episcopal de Educación de Monseñor Emilio Tagle Covarrubias y luego Vicario de Educación de Monseñor Francisco de Borja Valenzuela Ríos. Fue Obispo Auxiliar de la Diócesis, en tiempos de Monseñor Valenzuela, desde abril de 1998 a abril de 1993, en que fue nombrado Obispo de Rancagua. Y ahora, desde abril del 2004, en que es Obispo Emérito de Rancagua, es un muy leal y eficiente colaborador en esta Diócesis de Valparaíso”.


“Pero la vinculación del Padre Javier con nosotros es mucho más entrañable. Recibió la Tonsura, las cuatro Órdenes Menores (Ostiario, Lector, Exorcista y Acólito) y las tres Órdenes Mayores (Subdiaconado, Diaconado y Presbiterado) en la Catedral de Valparaíso de manos del 2° Obispo de esta Diócesis, Mons. Rafael Lira Infante, el mismo que, siendo 1er. Obispo de Rancagua, le dio al niño Javier Prado la Primera Comunión y le administró la Confirmación en las tierras Colchaguinas. Finalmente, el 2 de septiembre de 1984 recibió la Ordenación Episcopal en la Catedral de Valparaíso en celebración presidida por el entonces Nuncio Apostólico Monseñor Angelo Sonado”.


“¿Es, entonces, mucho decir que el Padre Javier “es nuestro”? Por eso es que estamos muy contentos de acompañarlo en esta celebración tan significativa para él y para toda la Iglesia; tan importante para nosotros, sacerdotes, y para los seminaristas, como testimonio de la respuesta fiel de Mons. Prado a la Fidelidad del Padre Dios, que lo llamó a servirlo en los hermanos y hermanas”.


“Quiso el Padre Javier celebrar esta fiesta en el Templo de los Sagrados Corazones de Valparaíso. Y nos alegramos enormemente de estar realizando esta Acción de Gracias precisamente sobre la Cripta en la que esperan la Feliz Resurrección dos obispos y otros 158 religiosos y sacerdotes de los Sagrados Corazones”.


“El Evangelio de San Juan que acaba de ser proclamado fue elegido por el Padre Javier porque en él se ha inspirado especialmente su vida y ministerio sacerdotal y episcopal. “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado para que sean uno como nosotros” (Juan 17, 11b). “Ut sint unum”, “que sean uno” es el lema de Monseñor Prado”.


“Dicen que los buenos vinos van mejorando con el paso del tiempo. Al menos eso se decía antes. Yo soy testigo privilegiado del crecimiento del Padre Javier en su vocación de padre. De padre “paternal” y de ministro de paz, unidad y fraternidad. Su actitud cercana y fraternal; su talante bondadoso; su consejo prudente y oportuno es lo que hacen que en esta Diócesis se hable de él como “el Padre Javier”. El Padre Javier que sigue colaborando sencillamente y desinteresadamente en parroquias, capillas y colegios. El Padre Javier consejero del obispo, de sacerdotes, diáconos, consagrados, consagradas, seminaristas, exalumnos y exalumnas. El Padre Javier por quien hoy damos gracias a los Sagrados Corazones de Jesús y de María en este hermoso sexagésimo aniversario de su Ordenación Sacerdotal”.


Recen por mí para que el Señor siempre sea mi norte


Al finalizar la Eucaristía, el Padre Javier agradeció a cada uno de los presentes por acompañarlo y agradeció el don de la vocación sacerdotal. “He vivido plenamente feliz estos años y si Dios me concede más tiempo, le pido que le sea fiel y esté disponible para los demás y para las cosas de Dios”.


“Agradezco a Mons. Duarte su cercanía fraternal, ha estado muy presente. Recuerdo que el primer día que llegué como Obispo Emérito a esta Diócesis, me regaló un frasco grande de crisma. Entendí la indirecta y he colaborado en lo que se me pide”


Al agradecer a su familia, compartió que fue en el seno de ella donde nació su fe. “Recuerdo a la abuela Virginia, quien rezaba para que uno de sus hijos fuera sacerdote; no le dio uno, pero sí dos nietos obispos”


“Doy las gracias por poder ser sacerdote por ustedes y para ustedes. Estoy tremendamente agradecido por la gente que he acompañado y los que me han acompañado. Al Igual que el Papa Francisco, les piden que recen por mí para que el Señor siempre sea mi norte”.


- Homilía en la Misa de 60 años de Presbiterado de Mons. Javier Prado Aránguiz ss.cc.


Fuente: Comunicaciones de Valparaíso



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