Iván Peralta, Secretario Ejecutivo de la Vicaría para la Familia, profundiza aquí sobre el significado que tiene que el primer Sínodo del Papa Francisco sea sobre la familia.
¿Qué es un Sínodo de Obispos y qué importancia tiene?; ¿Quiénes participan?
Es una reunión que tiene gran importancia para nuestro caminar como Iglesia, ya que es en este espacio en donde se ora, reflexiona y desde donde emanan distintas soluciones o propuestas ante las distintas problemáticas que debemos abordar en nuestro trabajo pastoral. Es una forma que tiene la Iglesia para avanzar en comunión. Ahora, este sínodo tiene el carácter de “extraordinario”, lo que se hace cuando la materia a tratar exige una rápida definición.
En estas asambleas participan obispos de todo el mundo, de las distintas conferencias episcopales. No obstante, por lo general se prevé la realización o elaboración de un “instrumentum laboris” (documento o instrumento de trabajo), basado en los aportes de los distintos episcopados del mundo, tal como ocurrió el 2012 en el sínodo de la Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe.
Cuando el Santo Padre decide que el tema de su primer sínodo sea la familia, vuelve a poner en el centro de la preocupación de la Iglesia este núcleo, ¿Qué implica este signo?
Sin duda el llamado del Papa a un Sínodo extraordinario de obispos para ver el tema de “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, y en palabras del presidente del Consejo pontificio de la Familia, Monseñor Paglia, es “una caricia del Papa a las familias”. Es un llamado directo del Sumo Pontífice para que como Iglesia definamos en forma rápida y efectiva los desafíos que nos propone la familia y la evangelización, teniendo especial consideración por la tensión actual que se da en cuanto a lo fundamental que es para nuestra sociedad, pero a la vez se está viendo cada vez más fragilizada en un contexto en el cual se atenta contra ella.
Este Sínodo extraordinario convocado por el Papa Francisco, no hace sino que expresar con mucha fuerza la importancia que la familia tiene para la Iglesia, y que ante los cambios que vivimos como sociedad se hace urgente la necesidad de reunirnos en comunión para reflexionar y discernir al respecto.
Desde su visión como laico, esposo y profesional que ha trabajado en torno a los desafíos y dificultades de la familia, ¿Cuáles debieran ser los puntos centrales de la discusión?
Hay temas que en la actualidad atentan directamente contra la familia, y por tanto contra las personas, como por ejemplo la relación entre familia, trabajo y tiempo libre. Debemos tener claro que existe una falta de tiempo y espacios para poder reunirnos y desarrollarnos plenamente. Así también las jornadas laborales extensas, o de semanas completas de alguno o de ambos padres. El acceso a educación de los hijos, especialmente en zonas aisladas en las que, para acceder al sistema escolar, los niños deben alejarse por tiempos prolongados.
En definitiva hay relaciones entre familia y otras temáticas que en la actualidad generan problemas a las personas, y que muchas veces desencadenan trastornos emocionales e incluso psicológicos, que van en desmedro del bienestar y desarrollo de las personas y de sus familias.
Ahora, también considero que debiesen salir temas como fortalecer la familia desde la Iglesia: cómo afianzar y acompañar a los matrimonios; una paternidad efectivamente responsable que vaya más allá del número de hijos; la educación cristiana de los niños; la transmisión de la fe; adultos mayores y abuelos; familias monoparentalres; etc. En definitiva, actualmente hay una serie de problemáticas que hacen necesaria y urgente la reflexión de la Iglesia, y de allí la importancia y oportunidad que tiene este llamado del Papa.
El Papa ha dicho que la Iglesia se ha olvidado de las personas separadas que se vuelven a casar, o que los jóvenes no entienden el sacramento del matrimonio, ¿Cuál es su visión sobre esto?
Frente a estas y otras situaciones reales de la vida, la Iglesia debe tener una postura clara y actualizada. Evidentemente ante las personas en nueva unión e incluso la formación al matrimonio, debemos refrescar nuestras prácticas pastorales, para de esta manera acoger, acompañar y muchas veces formar adecuadamente a las personas, especialmente a los agentes, tanto laicos como consagrados, y así ser fieles a la enseñanza de la Iglesia y del Evangelio, recordando siempre que debemos encontrarnos efectivamente con el otro al estilo de Jesús, es decir en la verdad y fundamentalmente en la caridad.
Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
www.iglesiadesantiago.cl

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