La peregrinación comenzó en Chacabuco, hasta el Carmelo. Más que un largo camino es un recorrido de santidad, en donde los jóvenes y adultos cumplieron con los 27 km de caminar, hermandad y sobre todo fe.
Sin duda la peregrinación ha dejado una huella en la vida de cada uno de los jóvenes que, siendo testigos fieles de Cristo, siguieron sin flaquear, valientes y alegres con tal de vivir esta hermosa experiencia, para ser, como dice el lema: “Peregrinos de la Fe, Testigos del amor”.
Es así como Constanza Barrera describe la experiencia de peregrinar: “Ya he vuelto de la Peregrinación, vengo llena de sentimientos y de experiencias que no puedo explicar. Para que alguien me pueda entender, tiene que peregrinar a los Andes, no de excursión sino de peregrinación. Son muchas las experiencias que he vivido y todas muy intensas: la caminata, el compartir con más jóvenes de distintos lugares de nuestro país, las dinámicas, los cantos, las estaciones, la llegada al Santuario, la vista a la cripta y la Santa Eucaristía. Todo lo que esperaba de esta peregrinación se cumplió tanto a nivel personal como grupo de pastoral juvenil. Hoy que he regresado estoy dispuesta a transmitir lo vivido. Estoy contenta, cambiada, como una joven nueva. Después de esta Caminata mi vida irá cambiando y podré estar en condiciones de decir ‘si, voy a luchar para seguir al Señor’.”
Como peregrinos enviados desde la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza de la diócesis de Copiapó podemos decir que es una experiencia única que en este año de la Fe, nos reafirma el camino escogido, sabemos que Dios nos acompaña y actúa en cada uno de nosotros. Sentimos un profundo deseo seguir siendo Discípulos- Misioneros de Cristo.
Fuente y fotos: Pastoral Juvenil parroquia Nuestra Señora de la Esperanza de Copiapó

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