El peligro de jugar a ser Dios

Pbro. José Marcos Castellón Pérez

El pasado 2 de agosto, del año en curso, la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, Estados Unidos, dio a conocer que en sus laboratorios de ingeniería genética, en colaboración con científicos del Instituto de Ciencia Básica de Corea del Sur, del Instituto de Genoma de Pequín y del Laboratorio de Ingeniería de Diagnóstico Molecular Innovador de Shenzhen, China, se había realizado exitosamente la primera clonación terapéutica humana. Esta intervención genética logró eliminar del 72% de embriones humanos investigados aquello que en su código genético podría llevarlos a enfermar de miocardiopatía hipertrófica, enfermedad que provoca la muerte súbita en deportistas y jóvenes. El éxito de esta investigación pudiera extenderse a corregir otras enfermedades hereditarias, lo que se anuncia como buena noticia. Sin embargo, como estos embriones no estaban destinados a implantarse, fueron destruidos después de la investigación; se trataba sólo de experimento científico sin ninguna aplicación clínica inmediata.

Esta noticia nos lleva a preguntas de orden ético: ¿Es legitima y correcta la generación de embriones para la experimentación científica? ¿Se pueden desechar los embriones como basura clínica, considerando que para la fe cristiana se es persona desde el momento de la concepción? ¿Hasta dónde podría llegar el hombre, por medio de la tecnología, a modificar el historial genético de la raza humana? ¿No podrían utilizarse estas técnicas para la eugenesia, que busca el perfeccionamiento artificial del ser humano? ¿Qué línea divisoria se mantendría entre curar y mejorar; o desechar un historial genético por razones étnicas y raciales, si cae en manos de tiranos como Hitler? Ciertamente hay todavía muchos candados legales para que se realice el sueño tecnocrático de hacer una nueva humanidad o dar un paso artificial en el proceso evolutivo del ser humano, llevando a un nuevo estadio de la evolución llamado post-humanismo. Por otra parte, estos adelantos beneficiarían a muy pocos y crearían condiciones de mayores y nuevas desigualdades entre los hombres naturales y los nuevos humanos pseudo-artificiales.

Los cristianos no podemos quedar al margen en el debate ético de estos avances. No se trata sólo de una cuestión de privilegio para los científicos, que muchas veces se rigen por lo que es posible para la ciencia sin ningún límite ético. Sobre esto se ha pronunciado la Iglesia, recordando los principios doctrinales y los criterios éticos que deben regir toda intervención en las técnicas biomédicas. La Congregación para la Doctrina de la fe ha publicado dos instrucciones de incalculable valor: en el año de 1997 Donum Vitae y en el 2008 Dignitas Personae, que nos recuerdan que no podemos jugar a ser Dios, dueños de la vida humana, y que la persona no es un objeto manipulable, sino un ser trascendente, creado a imagen y semejanza de Dios, único Señor de la vida.

Etiquetas:

Publicar un comentario

[blogger][facebook]

Agencia Catolica

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets