Me ha sorprendido que Galat haya hablado acerca de mí. Así que le he escrito.
Estimado sr. Galat:
Lo dije en mi blog y se lo quiero repetir personalmente que le pedía disculpas a usted por haber dicho sobre usted algunas afirmaciones que eran contra la caridad. La petición de disculpas las hago con sinceridad.
Si bien, en mi blog, me permito comentarios jocosos sin llegar a lo burlesco. Por ejemplo, mis comentarios sobre el color de su chaqueta. Ese sano humorismo lo hago contra mí y contra muchos a los que quiero. No hay inquina alguna en ello, se lo aseguro.
Pero en otras afirmaciones sí que me pasé, por escribir el post enfadado. Le pido comprensión: para mí, Francisco es el Papa y mi reacción fue visceral por ser filial.
Me alegra al leer sus palabras ver que no se ha tomado a mal mis comentarios y que el hacha de guerra está enterrada. Pero me pide argumentos.
Mi principal argumento es que la constitución apostólica Universi Dominici Gregis establece en su número 35:
Ningún Cardenal elector podrá ser excluido de la elección, activa o pasiva, por ningún motivo o pretexto, quedando en pie lo establecido en el n. 40 de esta Constitución.
El número 40 no viene para nada al caso. Pero para que no quede ningún cabo suelto, lo trascribo aquí:
Si, acaso, algún Cardenal que tiene derecho al voto se negase a entrar en la Ciudad del Vaticano para llevar a cabo los trabajos de la elección o, a continuación, después que la misma haya comenzado, se negase a permanecer para cumplir su cometido sin una razón manifiesta de enfermedad reconocida bajo juramento por los médicos y comprobada por la mayor parte de los electores, los otros procederán libremente a los procesos de la elección, sin esperarle ni readmitirlo nuevamente. Por el contrario, si un Cardenal elector debiera salir de la Ciudad del Vaticano por sobrevenirle una enfermedad, se puede proceder a la elección sin pedir su voto; pero si quisiera volver a la citada sede de la elección, después de la curación o incluso antes, debe ser readmitido.
Además, si algún Cardenal elector saliera de la Ciudad del Vaticano por otra causa grave, reconocida por la mayoría de los electores, puede regresar para volver a tomar parte en la elección.
O sea, las declaraciones del cardenal Danneels no suponen ningún cambio en la cuestión. Acerca de si hubo presiones para la renuncia de Benedicto XVI, tenemos en contra todos los testimonios de las personas cercanas a él, de sus mejores amigos y de los que le han ido a visitar. Incluso el cardenal Burke está totalmente de acuerdo en esto: la renuncia de Benedicto XVI fue completamente válida.
Creo que con esto cumplo la justa alegación que ha hecho de pedirme argumentos. Pero si quiere oponer algún argumento en contra, no tengo ningún inconveniente en charlar amigablemente a solas con usted por teléfono.
Entre los dos, que somos seguidores de Jesucristo, no deberían existir este tipo de disensiones. Quién es o no el actual obispo de Roma es un asunto canónico sobre el que los canonistas muestran perfecta unanimidad. Hasta los lefevbristas están de acuerdo.
Me despido feliz de encontrar en usted disposiciones amigables.
Padre Fortea


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