Redacción ArquiMedios
El regreso de la Virgen de Zapopan a su Basílica tuvo como marco un llamado a respetar la vida, la justicia y a procurar la paz.
“Desde este Santuario me dirijo a todos los que como pastor Dios me ha confiado a mi cuidado: Basta de hacernos el mal. Basta de muertes injustas. La sangre de los muchos a los que se les ha arrebatado violenta e injustamente la vida está clamando venganza del cielo como la sangre de Abel. ¡Basta, en nombre de Dios y de María Santísima, de tanta violencia!
El Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, tras lanzar el fuerte exhorto a la feligresía católica, hizo un llamado a ver en el ejemplo de María Santísima, en su aceptación incondicional al plan de Dios, un Sí generoso a la vida.
“La promesa de Dios no puede ser eclipsada por las tinieblas de la muerte, que siempre invade con miedos y prejuicios ideológicos. Isabel bendice el fruto del vientre de María porque en él está la vida misma, Aquél que dirá de sí mismo que es el camino, la verdad y la vida”.
Subrayó el Pastor de la Iglesia Católica de Guadalajara que el fruto en el vientre de María, no es un apéndice, es alguien distinto que depende de ella, portadora de las primeras células del Verbo Encarnado.
“El Hijo de Dios se encarnó en el seno virginal y se desarrolló como todos los seres humanos, desde la concepción hasta su muerte. No hay cambio de persona por las etapas de su vida, es el mismo en todas las etapas de su desarrollo humano, desde su encarnación”, enfatizó.
Ante miles de personas que colmaron la plaza de las Américas-Juan Pablo Segundo, el cardenal Robles Ortega hizo eco de la advertencia del Papa Francisco de los riesgos de supeditar el valor de la persona a criterios capitalistas.
“Se tasa el ser humano como si fuera un objeto que se puede comprar, vender, usar, desechar a gusto de cada quien. Esto es un gravísimo contrasentido que nos está destruyendo, está generando un infierno de violencia, inseguridad, miedo y muerte, cuya única causa es el interés de sacar dinero a costa de la vida humana”.
El Arzobispo de Guadalajara reiteró a los católicos que el ser humano es imagen y semejanza de Dios, “hechura de Dios, creados Hijos por medio de Cristo Jesús, quien al participar de nuestra naturaleza humana nos hace partícipes de su naturaleza divina. Por el bautismo somos hijos de Dios en su hijo unigénito, el principio que Cristo pagó por nosotros es su sangre derramada en la Cruz, que nos ha reconciliado con el Padre y nos ha hecho hermanos. ¡Cada uno de nosotros vale la sangre de Cristo!”.
Sí a la vida
Hoy como nunca, la defensa de la vida debe ser prioridad del cristiano católico, aseveró el cardenal Robles Ortega. “Este día debe resonar con fuerte voz y con profética energía, nuestra oración unida a la de Isabel: ¡Bendito el fruto de tu vientre, María! ¡Bendito todo ser humano desde el momento de su concepción hasta el momento de su muerte natural! ¡Bendito, en todas las etapas y circunstancias de la vida! ¡Bendito porque tú, Madre, lo llevas espiritualmente en tu seno materno, y ante tu hijo el Juez que ha de venir a premiar a los justos; queda inculpado todo aquel que desprecie la vida humana!
Asimismo, subrayó que la dignidad humana, no puede estar condicionada a ningún parámetro.
“Esta forma de selección que determina quién tiene derecho a nacer y quién no, puede ser leído e interpretado como un juicio sobre la dignidad y la valía de aquellos que sí han cumplido todos los requisitos legales para poder gozar del derecho inalienable de la vida o quienes no son gratos desde su concepción y por ello deben morir.
“La aceptación legal del aborto es proclamar desde las más altas tribunas de la nación que solo en la medida que las personas son deseadas o que están sanas o que están en las mejores condiciones de existir, vale la pena que sean consideradas sujetos de derechos o no. Es condicionar los derechos humanos a criterios subjetivos”.
“Una vida humana no puede ser condicionada en ningún momento de su existencia. Por ello el aborto es la puerta de entrada de todo género de violencia, porque se ejerce contra quien es incapaz de autodefensa. Se le asesina con premeditación, alevosía y ventaja. Se comete un crimen contra el más indefenso, el más inocente, contra la esperanza de la humanidad. Y si un Estado pone al servicio de la muerte a quien más necesita de su protección, entonces ese Estado no es justo sino que es una tiranía de muerte”.
En este sentido, ponderó que a todos corresponde impedir “otra muerte injusta y prematura como tantas que ya ha sufrido nuestro pueblo que se ve azotado por esta espiral de violencia y de muerte que parece no tener fin” e hizo un llamado especial a quienes provocan sufrimiento y muerte a sus semejantes, “desde la mirada misericordiosa de Jesucristo y desde la maternal protección de la Virgen María a que dejen de obrar el mal”.
Al mismo tiempo invitó a todos a la reflexión: “¿Cuál y cómo será el juicio de Dios para los que arrebataron injustamente la vida a otro hermano como Caín a Abel?, ¿qué justificación podrán tener aquellos que ponen precio a la vida sagrada de un ser humano?, ¿cómo presentarse ante el justo juez con las manos manchadas de sangre?
Con las madres que sufren
Expresión de la violencia que nos rodea, son los miles de desaparecidos, recordó el Cardenal Robles Ortega, quien encomendó ante la Reina de la Paz a las familias, especialmente a las madres que hoy sufren la angustia de no saber el paradero sus hijos.
“Desde este santuario mariano también quisiera externar mi deseo de acompañar como pastor y bendecir el dolor de tantas madres que han visto cómo arrebatan la vida de sus hijos por la mezquindad del corazón egoísta del hombre.
“Desde aquí queremos acompañar como Iglesia que busca compartir la vida nueva en Cristo, el vacío que han dejado los cientos de desaparecidos en nuestra ciudad y algunos municipios de nuestro Estado y de nuestro país, y consolar la profunda angustia de sus madres que no saben si todavía viven o ya han muerto”.
Finalmente, el Arzobispo de Guadalajara, encomendó a la Virgen de Zapopan a aquellas mujeres que en la aceptación de la maternidad, enfrentan un embarazo difícil y doloroso: “También desde aquí, en la presencia maternal de María que nos mira y nos cuida con amor, hemos de profesar con íntegra fe y proclamar con gozo que la vida triunfa sobre la muerte. Que Jesús ha cargado con toda la maldad y perversidad, y que por sus llagas hemos sido curados”.
“No debemos temer a la muerte porque desde el momento en que Cristo resucitó, ella ya está vencida junto a sus promotores. Parece que la cultura de la muerte se impone, pero nuestra confesión de fe nos dice que Dios tiene la última palabra y esa palabra es de vida.
“Por eso hoy decimos en nombre de toda la Iglesia, en nombre de todos los seres humanos: ¡Bendita la vida! ¡Bendito el fruto de tu vientre! Amén”.

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