Esperanza y trabajo van de la mano

Querida Lupita:

Después de una falla de mi esposo, me encuentro muy enojada y dolida. Las cosas van de mal en peor, nos gritamos, nos faltamos al respeto. Me encuentro desesperada y además se juntan las dificultades económicas. No sé por qué sigo aqui, he tenido la esperanza de que las cosas mejoren, pero creo que alimento una esperanza falsa.

Necesito ayuda.

María del Mar T.

Hermana mía, Marymar:

Cuentan que existió una tienda llamada “Felicidad”. Un caminante la vio a lo lejos y se acercó curioso. Advirtió un letrero más pequeño que decía: aquí vendemos felicidad. Entró y se dio cuenta que los que atendían tras el mostrador eran ángeles. Con esperanza de poder llevar de ahí la felicidad tan anhelada, se dirigió a un ángel preguntando qué vendían exactamente, a lo que su interlocutor respondió: vendemos absolutamente de todo. El hombre empezó a mencionar una larga lista: quiero el fin de la guerra entre mi esposa y yo, y el fin de todas las guerras; deme también toneladas de amor y comprensión para mí, para mi esposa y para todo el mundo; véndame tiempo de convivencia alegre en familia y la posibilidad de un empleo que me dé lo suficiente para vivir desahogado; quiero además… antes de que el hombre continuara, el ángel interrumpió para hacer una aclaración: disculpe usted caballero, no me he explicado bien, aquí no vendemos frutos sino semillas.

La única forma de cosechar buenos frutos, es sembrando buenas semillas. Tener esperanza de una vida mejor, es un elemento indispensable para vivir; creer que lo mejor está por venir, debe ser una convicción de todo ser humano y aun más de todo cristiano. Sin embargo, nada llega porque sí, es necesario trabajar para obtener lo que queremos conseguir. En una relación en la que hay gritos y faltas de respeto, ambos  están trabajando para obtener ruptura, desilusión y coraje. Si una persona espera la mejora de su relación conyugal, debe aplicarse en aportar lo que esto implica: ha de proponerse dejar los gritos y elegir buenas formas al hablar y, por otra parte, dejar las faltas de respeto y no devolver ofensa por ofensa.

La felicidad no es algo que se obtiene en directo, es el fruto de un trabajo esforzado en la virtud.

Lupita Venegas/Psicóloga

Facebook: lupitavenegas

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