El encuentro se produjo minutos después de la visita de cortesía que hizo el Santo Padre al presidente de Uganda, Yoweri Kaguta Museveni, en el mismo edificio.
El Santo Padre agradeció a las autoridades la “amable bienvenida”, y expresó su felicidad por visitar este país, con el propósito de “conmemorar el quincuagésimo aniversario de la canonización de los mártires de Uganda por mi predecesor, el Papa Pablo VI”.
Francisco expresó también su deseo de “que mi presencia aquí sea vista también como un signo de amistad, aprecio y aliento a todo el pueblo de esta gran nación”.
Recordando a los 22 mártires católicos ejecutados por odio a la fe en Uganda a fines del siglo XIX, junto a 20 anglicanos, el Papa señaló que todos ellos “son verdaderos héroes nacionales”.
“Ellos dan testimonio de los principios rectores expresados en el lema de Uganda: ‘Por Dios y mi país’” y “nos recuerdan el papel fundamental que ha tenido y sigue teniendo la fe, la rectitud moral y el compromiso por el bien común, en la vida cultural, económica y política de este país”.
Los mártires, añadió, “también nos recuerdan que, a pesar de nuestros diferentes credos y convicciones, todos estamos llamados a buscar la verdad, a trabajar por la justicia y la reconciliación, y a respetarnos, protegernos y ayudarnos unos a otros como miembros de una única familia humana”.
El Papa señaló que su visita apostólica “pretende también llamar la atención sobre África en su conjunto, sus promesas, sus esperanzas, sus luchas y sus logros”.
“El mundo –señaló– mira a África como al continente de la esperanza”.
“Uganda ha sido bendecida por Dios con abundantes recursos naturales”, dijo el Papa, pero “sobre todo, la nación ha sido bendecida en su gente: sus familias fuertes, sus jóvenes y sus ancianos”.
“Espero con alegría reunirme mañana con los jóvenes, para dirigirles palabras de aliento y desafío. Qué importante es ofrecerles esperanza, oportunidades de educación y empleo remunerado y, sobre todo, la oportunidad de participar plenamente en la vida de la sociedad”, dijo.
Francisco reiteró la gran bendición que significan las personas mayores, que son “la memoria viva de todos los pueblos”.
“Siempre hay que valorar su sabiduría y experiencia como una brújula que consiente a la sociedad encontrar la dirección correcta para afrontar los desafíos del presente con integridad, sabiduría y previsión”, alentó.
El Santo Padre reconoció además la “preocupación excepcional” de Uganda por acoger refugiados de otros países “para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad y con el sentido de la dignidad que proporciona el ganarse el sustento mediante un trabajo honrado”.
“Nuestro mundo, atrapado en guerras, violencia, y diversas formas de injusticia, es testigo de un movimiento de personas sin precedentes”, lamentó, y subrayó que “la manera cómo los tratamos es una prueba de nuestra capacidad de humanidad, de nuestro respeto por la dignidad humana y, sobre todo, de nuestra solidaridad con estos hermanos y hermanas necesitados”.
El Papa también advirtió a las autoridades de Uganda sobre “la globalización de una ‘cultura del descarte’, que nos hace perder de vista los valores espirituales, endurece nuestros corazones ante las necesidades de los pobres y roba la esperanza a nuestros jóvenes”.
Al concluir su discurso, el Papa renovó su pedido al presidente y todo el pueblo de Uganda de responder “siempre a los valores que han forjado el alma de su nación”.
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