septiembre 2016
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Estoy de viaje por Teruel. Así que este post ha sido escrito el jueves por la noche y se publicará automáticamente el viernes por la noche, día de vigilia de carnes. Lo digo porque no tengo ni idea de lo que le haya pasado, a estas horas, al Sanchezsaurio que habíamos dejado rodeado de velocirraptors y atrincherado en la calle Ferraz disparando contra todo lo que se moviera. Su suerte me es totalmente indiferente. 

Mi único interés es ver como va avanzando el guión y qué música de fondo pone el partido. Aunque en estos momentos no creo, precisamente, que el Comité Federal se ponga de acuerdo en una sola banda sonora.
Pero toda esta historia de triceratops y mamenquisaurios pululando por Rajoyssic Park no tiene ninguna trascendencia para los cristianos. Ninguno de ellos nos defiende, todos están deseando hincar sus dientes en nosotros. Dado que es políticamente correcto para ellos pisarnos y devorarnos, somos muchos los católicos que queremos dejar bien claro que todas estas luchas entre ellos nos son indiferentes. 

Me resultan mucho más interesantes mis lecturas acerca de cómo Santiago Carrillo siguió su lucha para forjar un férreo yugo sobre el cuello de todos los españoles incluso en los años 80. Qué tenacidad la de ese individuo hasta 1985 por imponer su secta comunista contra toda evidencia de la realidad. Esa tenacidad en el mal es admirable y merecería algún tipo de monumento.

Cuanto daño ha hecho al Reino de Dios el marxismo. Ahora viene creciendo poco a poco el neoanarquismo, los antisistema y el bolivarianismo entre los jóvenes. Menudo panorama para los creyentes en el Evangelio.

La Sagrada Escritura y la Tradición nos revelan la Trinidad con características familiares. La familia es imagen de Dios, que [...] es comunión de personas. // Autor: Mons. Benjamín Castillo Plasencia, obispo de Celaya

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral Gaudium et spes, se ocupó de «la promoción de la dignidad del matrimonio y la familia». Definió el matrimonio como comunidad de vida y de amor, poniendo el amor en el centro de la familia [...] El “verdadero amor entre marido y mujer” implica la entrega mutua, incluye e integra la dimensión sexual y la afectividad, conformemente al designio divino. Además, subraya el arraigo en Cristo de los esposos: Cristo Señor “sale al encuentro de los esposos cristianos en el sacramento del matrimonio”, y permanece con ellos. En la encarnación, él asume el amor humano, lo purifica, lo lleva a plenitud, y dona a los esposos, con su Espíritu, la capacidad de vivirlo, impregnando toda su vida de fe, esperanza y caridad. De este modo, los esposos son consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una iglesia doméstica, de manera que la Iglesia, para comprender plenamente su misterio, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta de modo genuino».


Luego, «siguiendo las huellas del Concilio Vaticano II, el beato Pablo VI profundizó la doctrina sobre el matrimonio y la familia. En particular, con la Encíclica Humanae vitae, puso de relieve el vínculo íntimo entre amor conyugal y procreación: “El amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de paternidad responsable sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente [...] El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismos, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores”. En la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, el beato Pablo VI evidenció la relación entre la familia y la Iglesia».
«San Juan Pablo II dedicó especial atención a la familia mediante sus catequesis sobre el amor humano, la Carta a las familias Gratissimam sane y sobre todo con la Exhortación apostólica Familiaris consortio. En esos documentos, el Pontífice definió a la familia “vía de la Iglesia”; ofreció una visión de conjunto sobre la vocación al amor del hombre y la mujer; propuso las líneas fundamentales para la pastoral de la familia y para la presencia de la familia en la sociedad. En particular, tratando de la caridad conyugal, describió el modo cómo los cónyuges, en su mutuo amor, reciben el don del Espíritu de Cristo y viven su llamada a la santidad».
«Benedicto XVI, en la Encíclica Deus caritas est, retomó el tema de la verdad del amor entre hombre y mujer, que se ilumina plenamente sólo a la luz del amor de Cristo crucificado. Él recalca que “el matrimonio basado en un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y, viceversa, el modo de amar de Dios se convierte en la medida del amor humano”. Además, en la Encíclica Caritas in veritate, pone de relieve la importancia del amor como principio de vida en la sociedad, lugar en el que se aprende la experiencia del bien común».
El sacramento del matrimonio
«La Sagrada Escritura y la Tradición nos revelan la Trinidad con características familiares. La familia es imagen de Dios, que [...] es comunión de personas. En el bautismo, la voz del Padre llamó a Jesús Hijo amado, y en este amor podemos reconocer al Espíritu Santo. Jesús, que reconcilió en sí cada cosa y ha redimido al hombre del pecado, no sólo volvió a llevar el matrimonio y la familia a su forma original, sino que también elevó el matrimonio a signo sacramental de su amor por la Iglesia. En la familia humana, reunida en Cristo, está restaurada la “imagen y semejanza” de la Santísima Trinidad, misterio del que brota todo amor verdadero. De Cristo, mediante la Iglesia, el matrimonio y la familia reciben la gracia necesaria para testimoniar el Evangelio del amor de Dios».
El sacramento del matrimonio no es una convención social, un rito vacío o el mero signo externo de un compromiso. El sacramento es un don para la santificación y la salvación de los esposos, porque «su recíproca pertenencia es representación real, mediante el signo sacramental, de la misma relación de Cristo con la Iglesia. Los esposos son por tanto el recuerdo permanente para la Iglesia de lo que acaeció en la cruz; son el uno para el otro y para los hijos, testigos de la salvación, de la que el sacramento les hace partícipes». El matrimonio es una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal como signo imperfecto del amor entre Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional.
«El don recíproco constitutivo del matrimonio sacramental arraiga en la gracia del bautismo, que establece la alianza fundamental de toda persona con Cristo en la Iglesia. En la acogida mutua, y con la gracia de Cristo, los novios se prometen entrega total, fidelidad y apertura a la vida, y además reconocen como elementos constitutivos del matrimonio los dones que Dios les ofrece, tomando en serio su mutuo compromiso, en su nombre y frente a la Iglesia. Ahora bien, la fe permite asumir los bienes del matrimonio como compromisos que se pueden sostener mejor mediante la ayuda de la gracia del sacramento [...] Por lo tanto, la mirada de la Iglesia se dirige a los esposos como al corazón de toda la familia, que a su vez dirige su mirada hacia Jesús». El sacramento no es una «cosa» o una «fuerza», porque en realidad Cristo mismo «mediante el sacramento del matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos. Permanece con ellos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros». El matrimonio cristiano es un signo que no sólo indica cuánto amó Cristo a su Iglesia en la Alianza sellada en la cruz, sino que hace presente ese amor en la comunión de los esposos. Al unirse ellos en una sola carne, representan el desposorio del Hijo de Dios con la naturaleza humana. Por eso «en las alegrías de su amor y de su vida familiar les da, ya aquí, un gusto anticipado del banquete de las bodas del Cordero». Aunque «la analogía entre la pareja marido-mujer y Cristo-Iglesia» es una «analogía imperfecta», invita a invocar al Señor para que derrame su propio amor en los límites de las relaciones conyugales.
La unión sexual, vivida de modo humano y santificada por el sacramento, es a su vez camino de crecimiento en la vida de la gracia para los esposos. Es el «misterio nupcial». El valor de la unión de los cuerpos está expresado en las palabras del consentimiento, donde se aceptaron y se entregaron el uno al otro para compartir toda la vida. Esas palabras otorgan un significado a la sexualidad y la liberan de cualquier ambigüedad. Pero, en realidad, toda la vida en común de los esposos, toda la red de relaciones que tejerán entre sí, con sus hijos y con el mundo, estará impregnada y fortalecida por la gracia del sacramento que brota del misterio de la Encarnación y de la Pascua, donde Dios expresó todo su amor por la humanidad y se unió íntimamente a ella. Nunca estarán solos con sus propias fuerzas para enfrentar los desafíos que se presenten. Ellos están llamados a responder al don de Dios con su empeño, su creatividad, su resistencia y su lucha cotidiana, pero siempre podrán invocar al Espíritu Santo que ha consagrado su unión, para que la gracia recibida se manifieste nuevamente en cada nueva situación.
Según la tradición latina de la Iglesia, en el sacramento del matrimonio los ministros son el varón y la mujer que se casan, quienes, al manifestar su consentimiento y expresarlo en su entrega corpórea, reciben un gran don. Su consentimiento y la unión de sus cuerpos son los instrumentos de la acción divina que los hace una sola carne. En el bautismo quedó consagrada su capacidad de unirse en matrimonio como ministros del Señor para responder al llamado de Dios. Por eso, cuando dos cónyuges no cristianos se bautizan, no es necesario que renueven la promesa matrimonial, y basta que no la rechacen, ya que por el bautismo que reciben esa unión se vuelve automáticamente sacramental. El Derecho canónico también reconoce la validez de algunos matrimonios que se celebran sin un ministro ordenado. En efecto, el orden natural ha sido asumido por la redención de Jesucristo, de tal manera que, «entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido que no sea por eso mismo sacramento».
La Iglesia puede exigir la publicidad del acto, la presencia de testigos y otras condiciones que han ido variando a lo largo de la historia, pero eso no quita a los dos que se casan su carácter de ministros del sacramento ni debilita la centralidad del consentimiento del varón y la mujer, que es lo que de por sí establece el vínculo sacramental. De todos modos, necesitamos reflexionar más acerca de la acción divina en el rito nupcial, que aparece muy destacada en las Iglesias orientales, al resaltar la importancia de la bendición sobre los contrayentes como signo del don del Espíritu.


Nota seleccionada para el  blog del Padre Fabián Barrera

La Iglesia no es solamente para los buenos, los que parecen buenos, o se
creen buenos. La Iglesia es para todos, incluso preferiblemente para
los malos, porque la Iglesia es misericordia, y este tiempo de gracia y
de misericordia nos recuerda que nada nos puede separar del amor de
Cristo. Fue ésta una de las afirmaciones del Papa Francisco en la
catequesis del miércoles 28 de septiembre, en la que además pidió por
los

(Cfr. www.alfayomega.es)

El Papa pide, junto a los cristianos caldeos en Georgia, la paz para Irak y Siria

 Foto: AP

El Papa Francisco se encontró este viernes con 13 obispos caldeos de Irak y con la comunidad asirio-católica de Georgia. «Señor Jesús, extiende la sombra de tu cruz sobre los pueblos en guerra: que aprendan el camino de la reconciliación», pidió. Antes, durante su encuentro con el patriarca ortodoxo georgiano Elías II, animó a la Iglesia de este país, una de las más rígidas, a «dar un renovado impulso a los lazos que nos unen»

El Francisco aprovechó hoy su viaje a Georgia para clamar contra la devastación de Siria e Irak en una oración que pronunció en la iglesia de San Simeón Bar Sabbae, dedicada al culto de los católicos asirios-caldeos, que viven una brutal persecución en esos países. Francisco se convirtió así en el primer pontífice que entra en una iglesia asirio-caldea y desde allí, en forma de oración, dijo «basta» a la «devastación de Siria e Irak».

Francisco llegó hoy a Georgia, donde permanecerá hasta mañana, para el domingo viajar a Azerbaiyán, y durante la jornada se entrevistó con el presidente, Giorgi Margvelashvili, y con el patriarca ortodoxo, Elías II.

Aunque el viaje a la antigua república soviética tiene un marcado carácter ecuménico, Francisco no dejó pasar la ocasión de mostrar su cercanía a los católicos, sobre todos aquellos como los caldeos que viven perseguidos en Irak o Siria. En Georgia viven unos 10.000 caldeos y asirios, que llegaron al Caucaso en diferentes migraciones y que conviven en total armonía con la mayoría ortodoxa.
300 fieles cantando en la lengua de Jesús

Francisco entró en el pequeño templo entre cánticos en arameo, el idioma de los judíos en época de Jesús que siguen usando los caldeos. Lo esperaban unos 300 fieles. A su lado estaba el patriarca de Babilonia de los caldeos, Luis Rafael I Sako. Lo acompañaban otros 12 obispos caldeos iraquíes que llegaban desde Erbil, en el norte de Irak, donde han celebrado su Sínodo la semana pasada.

Los obispos han querido viajar hasta Georgia para manifestar al Papa la dramática situación de los cristianos en Irak, donde muchas ciudades han sido tomadas por el Estado Islámico, que ha destruido los templos y asesinado y encarcelado a los cristianos. «El Papa no puede venir a visitarnos por la situación difícil y dramática que estamos viviendo, así que seremos nosotros los que iremos hasta él», había dicho hace unos días el patriarca de Sako. Con todo, el patriarca no pierde la esperanza y ha vuelto a invitar al Papa a ir a Irak cuando sea posible. «Necesitamos su presencia y su apoyo».
Recuerdo a los niños, los perseguidos y los refugiados

Las únicas palabras del Papa fueron una oración en italiano: «Señor Jesús, extiende la sombra de tu cruz sobre los pueblos en guerra: que aprendan el camino de la reconciliación, del diálogo y del perdón; haz experimentar el gozo de tu resurrección a los pueblos desfallecidos por las bombas: arranca de la devastación a Irak y Siria».

El Papa encomendó especialmente «los sufrimientos de tantas víctimas inocentes: los niños, los ancianos, los cristianos perseguidos», y también «quienes viven en la incertidumbre: los exiliados, los refugiados y quienes han perdido el gusto por la vida». «Reúne bajo la dulzura de tu realeza –continuó– a tus hijos dispersos: sostén a los cristianos de la diáspora y concédeles la unidad de la fe y del amor», imploró. En el exterior de la Iglesia, el Papa Francisco, rodeado de fieles, liberó una paloma como deseo de que llegue la paz.

«Que las dificultades no sean obstáculo»
Con anterioridad, el Papa argentino se reunió con el patriarca ortodoxo, en un nuevo acto de acercamiento entre las dos Iglesias, y que incluso fue considerado «histórico» por Elias II. El acto tiene especial relevancia puesto que la Iglesia ortodoxa georgiana, especialmente rígida y conservadora, es la única que se negó a aprobar el documento de Chieti. En este texto, aprobado la semana pasada, la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa recoge una visión común de cómo vivía la Iglesia todavía unida del primer milenio el primado y la sinodalidad.

En este contexto, el pontífice animó a la Iglesia ortodoxa a dar un impulso a la unidad entre los cristianos y eliminar los obstáculos ante un mundo «sediento de paz». Este mundo «nos pide que se dé un nuevo impulso, un renovado fervor a los lazos que nos unen, signo elocuente de los cuales es el beso de la paz y nuestro abrazo fraternal», invitó Francisco al patriarca ortodoxo.
«Que las dificultades no sean un obstáculo, sino un estímulo que nos ayude a conocernos mejor», dijo Francisco en su discurso en el que instó a trazar puentes a los ortodoxos georgianos.

(Cfr. www.almudi.org)
 

Footprints, el camino de tu vida

Contenidos: ---
Reseña: 
Estados Unidos. Don Sergio, sacerdote en la Parroquia de Santa Ana, en el pueblo de Gilbert, en Arizona, decide poner en marcha una gran aventura: reunir a 10 hombres jóvenes de entre 20 y 45 años y embarcarse en un viaje de miles de kilómetros hasta España, para emprender andando una peregrinación de casi mil kilómetros desde San Sebastián hasta Santiago de Compostela. Esta película es la crónica de ese viaje, que tuvo lugar entre el 19 de junio y el 24 de julio de 2014.
En su tercer gran proyecto documental Cotelo ha optado por contar de primera mano la experiencia que supone hacer el Camino de Santiago. Y ha jugado con las mismas armas, qu en los dos anteriores. El camino de tu vida es, lógicamente, más convencional y menos sorprendente que las anteriores películas de Cotelo. Aquí no aparece, por ejemplo, el humor y la originalidad de las que daba muestras en anteriores producciones; en este caso, la seriedad de la propuesta queda ligada a un film más clásico y lineal, un documento que recrea esencialmente la realidad del Camino de Santiago como potencial escalón a hacia una meta que va más allá de lo geográfico, una experiencia espiritual que invita directamente a encontrarse con Dios.
Porque este documental habla del Camino de Santiago desde una perspectiva esencialmente religiosa –se asiste a la Santa Misa, se reza el rosario, se hace oración–, un itinerario que invita a un viaje interior, íntimo, en donde surgen las preguntas importantes de la vida, interrogantes que ningún ser humano puede obviar.
Para contar su historia, Juan Manuel Cotelo sigue con su cámara a los protagonistas de esta expedición: Tiny, Troy, Isaiah, Héctor, Patrick, John, Isaac, Iván, Pedro, Kevin y el padre Sergio. Tipos que apenas se conocen entre ellos y de las profesiones más diversas: un filósofo, un pintor, un profesor de zumba, un mecánico, un fotógrafo, un ingeniero, un sacerdote, un músico… La narración parte de su tierra de origen, Arizona, y llega con ellos a Santiago de Compostela. Día a día, la cámara se va deteniendo de modo natural en cada miembro de la aventura. Ellos narran sus experiencias, la dureza de las etapas, la falta de fuerzas.
A lo largo de la cinta se ofrecen multitud de reflexiones de rico contenido, antropológico o puramente religioso, que hablan del descubrimiento que va teniendo lugar en los corazones de los protagonistas. Cuestiones como el dolor y el sentido del sufrimiento son cosas que surgen por necesidad en las primeras etapas, pero también salen a colación temas como el individualismo, la necesidad de ser ayudado, la generosidad, la solidaridad, la alegría, la importancia del silencio para escuchar la voz interior, la unidad y la amistad. Y, cómo no, el agradecimiento por la belleza de la naturaleza, de las montañas y los animales, de las plantas y los ríos, de la creación entera. (Almudí JD). Decine21: AQUÍ
 

(Cfr. www.almudi.org)

 
 
 
La fe es la luz que nos hace ver las cosas auténticamente, nos da fuerza para responder a la palabra de Dios que nos guía hacia el bien, y nos hace mover montañas

“En aquel tiempo, los Apóstoles dijeron al Señor: - Auméntanos la fe. El Señor contestó: - Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor, cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa?» ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?» ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer» (Lucas 17,5-10).

1. “- En aquel tiempo, los Apóstoles dijeron al Señor: - Auméntanos la fe”.  El año de la fe (2013) tiene un himno que nos puede servir para dirigir a Jesús esta oración que le dirigieron sus discípulos: “Caminamos llenos de esperanza, pero a tientas en la noche. Vienes tú en el Adviento de la historia, eres tú el Hijo del Altísimo. Credo Domine, credo!  (CDC) Con los santos que caminan con nosotros, Señor, te pedimos: Adauge, adauge nobis fidem! Credo Domine, adauge nobis fidem! (ANF)
Caminamos fatigados y perdidos, sin el pan de cada día. Tú nos nutres con la luz de Navidad, eres tú la estrella de la aurora. (CDC) Con María, la primera creyente, Señor, te rogamos: (ANF)
Caminamos cansados y sufrientes, aún abiertas las heridas. Quien te busca en su desierto, tú lo curas, eres tú la mano que nos sana. (CDC) Con los pobres que nos llaman a la puerta, Señor, te invocamos: (ANF)
Caminamos bajo el peso de la cruz, tras las huellas de tus pasos. Resucitas la mañana de la Pascua, eres tú el Viviente que no muere. (CDC)
Con los fieles que quieren renacer Señor, te suplicamos: (ANF)
Caminamos esperando el fuego nuevo que se enciende en Pentecostés. Tú recreas la presencia de aquel soplo, eres tú la Palabra del futuro. (CDC) Con la Iglesia que anuncia tu Evangelio, Señor, te imploramos: (ANF)
Caminamos cada día que nos donas, con los hombres de este mundo. Tú nos guías por las sendas de la tierra, eres tú la meta que anhelamos. (CDC) Con el mundo donde el Reino está presente, Señor, te clamamos: (ANF)
"Sólo se puede ver correctamente con el corazón; lo esencial permanece invisible para el ojo" (A. Saint-Exupéry, El Principito). J. H. Newman ya dijo: "creemos porque amamos". El Papa Francisco, en su Encíclica conjunta con Benedicto XVI, relaciona la fe y amor comenzando con la frase de S. Pablo: «Con el corazón se cree» (Rm10,10). Es en el corazón que “la fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al amor. Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio de la fe, su fuerza de convicción, su capacidad de iluminar nuestros pasos. La fe conoce por estar vinculada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad” (n. 26).
Hoy día se ve el amor como un sentimiento que va y viene. Pero nuestra afectividad no es tan pobre, es apertura a la persona amada, un camino que es salir de mi “yo” hacia el “tú” para construir un “nosotros”, una relación duradera; el amor tiende a la unión con la persona amada. Tiene que ver con la verdad y sólo entonces dura, es verdadero: “unifica todos los elementos de la persona y se convierte en una luz nueva hacia una vida grande y plena” (n. 27).
Amor y verdad se necesitan. “Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona. La verdad que buscamos, la que da sentido a nuestros pasos, nos ilumina cuando el amor nos toca. Quien ama comprende que el amor es experiencia de verdad, que él mismo abre nuestros ojos para ver toda la realidad de modo nuevo, en unión con la persona amada” (27). Y cita a san Gregorio Magno: el amor mismo es un conocimiento, lleva consigo una lógica nueva, mirar juntos como Guillermo de Saint Thierry señala que el amado dice a la amada lo del Cantar: «Palomas son tus ojos» (Ct 1,15): los dos ojos son la razón creyente y el amor, que se hacen uno solo para llegar a contemplar a Dios, cuando el entendimiento se hace «entendimiento de un amor iluminado». Los dos vuelan juntos…
Es el amor como fuente de conocimiento, mezcla de lo que se oye (y se responde a Dios) con lo que se ve (luz que se refleja en nosotros), escucha en el tiempo y luz en visión de conjunto instantánea… y todo, con libertad: «vio y creyó» (Jn20,8) según san Juan: « Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos […] y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida» (1Jn1,1). Y también tocar, como hacía con sus milagros y ahora a través de los sacramentos y san Agustín afirma: «Tocar con el corazón, esto es creer».
-“El Señor contestó: -Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería”.  Para eso pedimos al Señor cambiar nuestro corazón, fiarnos totalmente de él, ver con sus ojos, aprender a vivir y a sentir y a pensar tal como él vivía y sentía y pensaba.
-Los criados cumplen su deber y no esperan nada… “Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer»  ¿Seguir a Jesús por la recompensa? Decía Kant que eso era utilitarismo… Una antigua poesía: “No me mueve, mi Dios, para quererte, / el cielo que me tienes prometido / ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte. / Tú me mueves, Señor, muéveme el verte / clavado en una cruz y escarnecido, / muéveme ver tu cuerpo tan herido, / muévenme tus afrentas y tu muerte. / Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera / que aunque no hubiera cielo, yo te amara, / y aunque no hubiera infierno, te temiera. / No me tienes que dar porque te quiera, / pues aunque cuanto espero no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera.” No hemos de hacer las cosas por el premio, pero sí por amor, y es que han separado el amor del premio y ahí está el error. Hemos de amar y ahí está nuestro premio, no desear otro: «El servir a Dios nada le añade a Dios, ni tiene Dios necesidad alguna de nuestra sumisión; es él, por el contrario, quien da la vida; la incorrupción y la gloria eterna a los que le siguen y le sirven, beneficiándolos por el hecho de seguirle y servirle, sin recibir de ellos beneficio alguno»(San Ireneo). El egoísta es como un saco roto: insaciable y triste.
«La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe...» (Catecismo 148) «Durante toda su vida, y hasta su última prueba, cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el ‘cumplimiento'’ de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe» (149). Ella nos habla de una fe que lleva al servicio, se hizo«la esclava del Señor»(Lucas 1,38).

2. “¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré «Violencia», sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?” Es una queja en medio de la catástrofe, y tantas veces nos preguntamos también nosotros: “¿por qué esto...?, ¿hasta cuándo me pasará esto otro...? La respuesta de estos interrogantes no nos viene más que por la fe y el amor que dan sentido al dolor. En Habacuc este interrogante tiene fuerza de tragedia, porque para él no existía aún la Cruz ni la resurrección.
El injusto agresor es como un cazador o pescador, que va tras sus presas: "con ellos cogió rica presa y comida abundante". Sigue haciendo de su poder un dios y el verdadero Dios, "¿sigue contemplando en silencio a los bandidos, cuando el malvado devora al inocente?" La respuesta llegó: paciencia pues todo "ha de llegar sin retrasarse, pero, si tarda, espera". Y mientras "el injusto se hincha", la hinchazón no es sino viento y vacío. En cambio, "el justo vivirá por la fe", salvará su vida por la confianza en Dios, con su fiel perseverancia.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo al son de instrumentos. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía”. Este pastor es Jesús: "Yo soy el buen pastor"... (Juan 10).
"Ojalá escuchéis hoy su voz"… La voz de Dios está en nuestro corazón. Ahí también el buen pastor nos silva para guiarnos… "En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo pero a la cual debe obedecer y, cuya voz, lo llama siempre que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal; cuando es necesario le dice claramente a los sentidos del alma: haz esto, evita aquello. En realidad el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón…" (Concilio Vaticano II).
"No endurezcáis el corazón". Señor, líbrame de toda sordera, de toda malicia, de todo mal. Un día estaba yo sentado cerca del Himalaya, a la orilla de un río. Saqué del agua una piedra hermosa, dura, redonda, y la rompí. Su interior estaba completamente seco. Esta piedra hacía tiempo que estaba en el agua, pero el agua no había penetrado en ella. Lo mismo ocurre con los hombres de Europa. Hace tiempo que fluye en torno suyo el cristianismo, y éste no ha penetrado y no vive dentro de ellos. La falta no está en el cristianismo, sino en los corazones cristianos (Sadhu Sundar Singh).

3. Pablo anima a Timoteo para que luche fielmente por el evangelio. “Aviva el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio”. El elegido debe acordarse del Espíritu que le ha sido, conferido con la imposición de manos. Debe «avivar» en sí el fuego que quizá sólo arde tímidamente, porque es un «Espíritu de energía, amor y buen juicio»: en tres palabras explica la fuerza se encuentra precisamente en el amor, fuerza para luchar contra los poderes antidivinos; esta fuerza del amor es el arma del cristiano. Esto se inculca una vez más: hay que trabajar por el Evangelio según las fuerzas que nos ha conferido el Espíritu, hay que «permanecer» en el «amor» que se nos ha dado, y todo ello conforme al ejemplo de los santos, que incluso en prisión tuvieron fuerza para sufrir por el Evangelio; éste precisamente puede ser el «buen combate» (2 Tm 4,7), el más fecundo, porque se libra junto con el Cordero (von Balthasar): “No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te dé”.
Llucià Pou Sabaté

(Cfr. www.almudi.org)


 
 

(Habac 1,2-3;2,2-4) "El que es incrédulo no tendrá en sí mismo un alma recta"
(2 Tim 1,6-8.13-14) "Te amonesto que avives la gracia de Dios que hay en ti"
(Lc 17,5-10) "Auméntanos la fe
 
 
En ocasiones el Señor llama a los Apóstoles "hombres de poca fe" pues no están a la altura de las circunstancias. En el Evangelio de la Misa los Apóstoles le piden a Jesús: "Auméntanos la fe". Así lo hizo el Señor, pues todos terminarían dando su vida, por atestiguar su firme adhesión a Cristo y a sus enseñanzas. Se cumplió las palabras del Señor: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este árbol: arráncate y plántate en el mar, y os obedecería". La transformación de las almas de quienes se cruzaron en su camino fue un milagro aún mayor.

Muchos actos de fe hemos de hacer en la oración y en la Santa Misa. Muchos fieles tienen la costumbre de repetir devotamente con la mirada puesta en el Santísimo Sacramento, aquella exclamación del Apóstol Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!” De cualquier forma, no podemos dejar que pase esa oportunidad sin manifestar al Señor nuestra fe y nuestro amor.

A pesar del afán por formarnos, por conocer cada vez mejor a Cristo, es posible que alguna vez nuestra fe vacile o tengamos temores y respetos humanos para manifestarla. La fe es un don de Dios que nuestra poquedad a veces no puede sostener. En ocasiones es tan pequeña como un grano de mostaza. No nos sorprendamos por nuestra debilidad, pues Dios cuenta con ella. Imitemos a los Apóstoles cuando se dan cuenta de que todo aquello que ven y oyen les supera.



El Camino Neocatecumenal, un oasis de misericordia

ENTRE PARÉNTESIS | Por Antonio MORENO |

Se dice que son en torno a 1,5 millones los fieles católicos que realizan su iniciación cristiana postbautismal o su proceso de formación permanente en la fe dentro del Camino Neocatecumenal. Cualquiera de ellos, preguntado sobre qué es lo que le “enganchó” de este itinerario, suele responder lo mismo: «aquí escuché que Dios me amaba tal y como soy, con mis pecados».

Es curioso que, de las muchas particularidades del Camino en cuanto a su estructura, formas litúrgicas y otros (llamativos desde fuera) aspectos externos, lo que al final marque la diferencia, no sea más que la adecuada proclamación del kerygma, el anuncio de un Dios que es Misericordia.

El papa Francisco, en la bula de convocatoria del Año Santo de la Misericordia afirmaba que «en nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia» (MV 12). Muchos han encontrado en esta realidad eclesial, ese oasis en medio del desierto en el que beber de las aguas cristalinas de la Palabra de Dios y de los sacramentos y en el que poder sumergirse y lavar sus pecados. La experiencia de la celebración festiva del sacramento de la reconciliación viene a apuntalar esa presentación de Dios como padre bueno que se asoma a la loma para otear al hijo que regresa herido. Las celebraciones penitenciales en este itinerario son comunitarias (con confesión y absolución individual), lo que visibiliza la necesidad que tenemos de recibir la misericordia de Dios, pero también de los hermanos, puesto que el pecado personal afecta a toda la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. La Trinidad Misericordia nos invita a ser misericordiosos con los que nos rodean.

La realización del Camino propicia la vivencia de la Misericordia con los hermanos en el día a día. La configuración en pequeñas comunidades que celebran juntas la fe, propicia delimitar un prójimo (próximo) concreto, con nombres y apellidos, con una historia particular, con una personalidad determinada, junto a la que el fiel está llamado a recorrer la vida. Que la comunidad la compongan hermanos no elegidos, con quienes el catecúmeno puede no tener nada en común, facilita la auténtica vivencia de las obras de misericordia. Frente a los grupos humanos que se configuran por intereses comunes, la pequeña comunidad se convierte en un lugar donde el otro es el herido encontrado por casualidad al borde del camino, el otro es Cristo.

La pequeña comunidad se convierte así en misionera de la Misericordia para un barrio entero. Recientemente he sido testigo de esta realidad en una de las comunidades más jóvenes de mi parroquia. Ante el cáncer de una adolescente, su comunidad se ha unido entre sí. Los jóvenes han rezado junto a ella, la han acompañado en todo momento a lo largo de su larga y dolorosa convalecencia, le han llevado el consuelo y la alegría, no sólo a ella sino a toda su familia; y ante el fatal desenlace, han dado un testimonio de entereza y esperanza que ha impresionado a propios y extraños. La chica ha subido al cielo rodeada de su comunidad, sabiéndose amada por Dios a través de la Iglesia y dando testimonio de ello.

También cabe destacar que la comunidad es guiada por un equipo de catequistasque, junto al párroco, es el encargado de llevar el rostro misericordioso de la Iglesia que acoge a los pecadores y que, como madre y maestra, los guía, cuida, corrige e impulsa a seguir caminando a pesar de las caídas.

Muchos miembros del Camino Neocatecumenal se convierten, asimismo, en agentes de misericordia a través de su incorporación a la pastoral parroquial: la participación en la Cáritas parroquial, la Pastoral de la Salud, la Pastoral Penitenciaria, etc. Respecto a esta última, es ampliamente conocida la labor que el Camino ha realizado en numerosos centros penitenciarios de todo el mundo dentro de los cuales se han formado comunidades en las que centenares de reclusos descubren la fe.

Son muchas más las ocasiones en las que esta obra del Espíritu hace presente la Misericordia, pero no podemos dejar de señalar la apuesta por la familia como santuario de la vida. Lugar privilegiado donde los esposos encuentran la oportunidad de vivir a diario las obras de Misericordia y donde los hijos aprenden a través del testimonio de sus mayores a ser “misericordiosos como el Padre”.

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Después del muy esperado debate entre los dos candidatos más importantes para la presidencia de los Estados Unidos, si yo fuera un ciudadano de ese país me encontraría todavía en la categoría de los indecisos. Con la información que me dio este debate me costaría mucho seleccionar a uno de los dos. Posiblemente me inclinaría por la abstención o trataría de ubicar cual es el menos malo. Y como ciudadano del mundo, dada la fuerte influencia de Estados Unidos, estoy bastante preocupado.

Es cierto que los debates, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, tienen muy poco contenido y sobre todo muy poco de razonamiento. En la sociedad del “Homo Videns” que describía Giovanni Sartori, hay poco espacio y paciencia para el razonamiento. Por esta razón los debates apelan más a las emociones. Se justifican diciendo que lo que se está buscando es el “carácter” de los contendientes. ¿Se ve “presidencial”? ¿Muestra valentía, fortaleza, capacidad bajo presión, decisión? ¿Parece digno de confianza? Cualidades difíciles de medir y de observar en el breve espacio de 90 minutos. Pero eso es lo que se espera de los votantes.

Desde otro ángulo, el propósito de los debates es convencer a los indecisos, que bien pueden modificar totalmente el resultado de la elección. Y más en esta donde ambos contendientes se ven bastante deficientes. Por esta razón, el señor Trump se dedicó a atacar a los políticos sin distinciones, aún a riesgo de que sus patrocinadores, los Republicanos, se puedan molestar. Porque él quiere dar la imagen de ser un hombre de negocios exitoso y que no está manchado por la política. Lo cual tiene mucho sentido, dado el hartazgo tienen los votantes con los partidos tradicionales, sus múltiples promesas vanas y la corrupción que ha mostrado. Ese es el grupo de votantes que quiere convencer el candidato republicano. Por su lado, la señora Clinton evitó cuidadosamente atacar al partido Republicano. Está consciente que muchos republicanos se oponen al señor Trump y quiere atraerlos a su bando, al menos por esta elección.

Los ataques mutuos siguieron la lógica pervertida según la cual, si yo demuestro que el otro está mal ya no tengo que demostrar que mis propuestas son las correctas. Sofisma del que abusó más el señor Trump, pero que también usó la señora Clinton. Con lo cual muchos indecisos les queda claro los dos tienen hechos reprobables. Pero no demuestra de ninguna manera cuál es el que gobernará mejor al país.

Probablemente lo más preocupante de la posición de la señora Clinton es la postura de la izquierda norteamericana según la cual el gobierno debe tener una fuerte intervención en la economía y en la sociedad, debe limitar las libertades ciudadanas para apoyar sus ideologías y aumentar el gasto público por la vía de impuestos a la clase media y alta de esa nación. Receta que aplicó el señor Obama y que no ha resultado en una mejora sustancial de su economía, si bien ha logrado frenar la caída era de esperarse después de la crisis del 2007 -2008. El Sr. Trump se presenta como un hombre de negocios, busca regresar al aislacionismo económico y militar del país. Propone reducir los impuestos (una propuesta que siempre tiene muchos adeptos) sin explicar de una manera clara como eso hará que haya más inversiones de las empresas grandes. Porque las grandes empresas en Estados Unidos tienen mucho dinero para invertir y han preferido tenerlo en el extranjero incluso sin invertirlo, como es el caso de Apple que tiene algo con 800,000 millones de dólares guardados en bonos y acciones en sus oficinas en Irlanda. Muchas veces el tema no es que las empresas tengan dinero, sino que tengan la confianza necesaria para invertirlo en negocios donde vean un riesgo razonable.

Tratando de aparecer como un hombre de negocios, las soluciones que propone el señor Trump son soluciones basadas en dinero. Cobrarle impuestos a México, crear un muro y que lo pague México, cobrar a sus socios de la OTAN por los servicios de seguridad que les dan con su capacidad militar y en particular pedirles que paguen por la defensa contra ataques nucleares, en particular Alemania, Japón y Corea. Una propuesta riesgosa y bastante cándida. Ante la necesidad de pagar por una seguridad basada en armas nucleares, pudiera ser que los japoneses, coreanos y sobre todo los alemanes consideraran mucho más beneficioso en el largo plazo tener propia producción de armas nucleares. Lo cual no es muy difícil: si un país de desarrollo medio como Siria e incluso uno pobre como Pakistán han podido desarrollar armas nucleares, eso no presentará ninguna dificultad para países como Alemania y Japón e incluso Corea. Lo que está proponiendo el señor Trump tendrá como un resultado rápido y extraordinariamente peligroso la proliferación de armas nucleares. Porque si Estados Unidos no cumple sus convenios de proteger a sus aliados, su credibilidad se mermara. Independientemente de que esa situación restaría fondos para las economías del mundo, para dedicarlos a una nueva escalada nuclear que requiere muchísimo dinero. A no ser que el señor Trump piense que las compañías americanas de armamento se pudieran beneficiar con esa carrera.

Ante todo eso, poniéndome en el lugar del ciudadano de los Estados Unidos que tiene que escoger entre dos opciones tan malas, me costaría mucho trabajo votar en conciencia por uno o la otra. Y claramente estaría en el bando de los indecisos o de los que no quieren votar.

Habrá que ver qué nos traen los siguientes debates. Como decían en mi pueblo: que Dios nos agarre confesados.

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¿Quíén es Wolfgang Schäuble?

AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF |

Está sentado en una silla de ruedas y es el ministro más exitoso en el gabinete de Angela Merkel. Pocos ministros de finanzas del mundo pueden mostrar resultados tan positivos como Wolfgang Schäuble, un veterano de la política alemana. Desde 1972 forma parte del Bundestag, el parlamento federal alemán. Con ello, es el parlamentario de más larga trayectoria en la historia de la República Federal. El régimen parlamentarista de Alemania permite y favorece que los diputados sigan como miembros del parlamento cuando son nombrados secretarios del gobierno. Así es posible que Schäuble suma, además, 25 años en distintos cargos del gabinete federal alemán, bajo Helmut Kohl y Angela Merkel. Este 18 de septiembre, Schäuble cumple 74 años.

El pasado 6 de septiembre, Schäuble presentó el presupuesto nacional de Alemania en el Reichstag de Berlín. Tiene un volumen de 328.000 millones de euros (370.000 millones de dólares), 12.000 millones de euros más que el año en curso. El gobierno federal alemán no contraerá nuevas deudas, por tercer año consecutivo. Las deudas ya contraídas en décadas, entre otras razones por los costos de la reunificación alemana, son inmensas. En el presupuesto 2017, se estipulan 19.290 millones de euros para pagar un pequeña parte la deuda. Esto son 4.480 millones menos que en el presente año. Los intereses extremamente bajos o hasta negativos, en los mercados internacionales, permiten a Alemania reducir los costos de su deuda la cual suma, en todo el sector público, más de 2 millones de millones de euros.

Los jóvenes de su partido, la democracia cristiana, adoran al veterano Schäuble. Según ellos, la rigidez en el gasto que él práctica, y que critican muchos alemanes y sobre todos los vecinos europeos, contribuye a lo que se llama la “justicia intergeneracional”. Es el mismo concepto que el Papa Francisco maneja en su encíclica Laudato si´. Tanto en la ecología como en las finanzas, la generación presente no debe colocar pesos insoportables sobre los hombros de las generaciones futuras.

El buen luterano Wolfgang Schäuble criticó recientemente la politización del protestantismo en Alemania. Con vistas al próximo quinto centenario de la Reforma, consideró que el autoritarismo de Martín Lutero en cuestiones políticas fue una carga pesada para la historia alemana, hasta en el efecto que tuvo en la obediencia ciega de muchos a Adolfo Hitler. Lanzó, en esta ocasión, una frase algo oscura, que los alemanes pueden reconocer como un típico ejemplo del estilo de pensamiento de Schäuble: “Religión, para ser política, debe ser en primer lugar religión”.

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Un lector me ha pedido que diga algo sobre los convulsos momentos que vive en PSOE. Lo voy a hacer: dejad que los muertos entierren a sus muertos. A nosotros, los seguidores de Cristo, ni nos va ni nos viene lo que suceda en ese partido de impíos.
En otra época, los católicos podían haber sentido alegría por todo lo que fuera beneficioso al Partido Popular. Hoy día, con toda razón, nos sentimos completamente ajenos a la suerte de un partido en completa deriva moral y cada vez más hostil a la Iglesia.
Justo es decir que no todo da lo mismo. Si en la década de los 80 el Partido Comunista hubiera sido un partido con mayoría absoluta y hubiera seguido así durante cuatro legislaturas, la Iglesia se hubiera enterado de lo que hubiera sido vivir bajo el régimen de Carrillo. Un personaje que no aprendió absolutamente nada con la edad. Su fascismo de izquierdas se mantuvo igual de verde y lozano que en los mejores tiempos de su juventud. Si alguno piensa que exagero, léase a otro comunista como Semprún cuando habla del estalinista de Carrillo.
Eso sí que hubiera sido digno de una pesadilla, haber dejado a todo este país en manos de ese politburó. Pero, bueno, ahora ya (dado lo que hay) los cristianos vivimos la política española como el que ve desde la orilla una guerra de dinosaurios.

Comunicar esperanza y confianza en nuestro tiempo. Tema de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2017

«No temas, porque yo estoy contigo» (Is 43,5). Comunicar esperanza y confianza en nuestro tiempo. Este es el lema para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2017, y que ha sido presentado este 29 de setiembre.

“Anestesiar la conciencia o dejarse llevar por la desesperación son dos posibles enfermedades a las que puede llevar el sistema de comunicación actual”. Es lo que se lee en la nota de la Secretaría de las Comunciaciones Sociales que presenta el lema de la próxima Jornada, en la se advierte sobre “la posibilidad de que la conciencia se cauterice como recuerda el Papa Francisco en la Laudato si’ debido al hecho de que a menudo los profesionales, los líderes de opinión y los medios de comunicación, desarrollando su actividad en zonas urbanas distantes de los lugares de la pobreza y de las necesidades, vivan una distancia física que, a menudo, desemboca en la ignorancia de la complejidad de los dramas de los hombres y de las mujeres”.

“La desesperación es posible, en cambio, cuando la comunicación se enfatiza y se vuelve espectáculo, hasta convertirse a veces en una estrategia de construcción verdadera y propia de acechanzas y peligros inminentes”, prosigue el comunicado.

“Pero en medio de este estruendo se oye un susurro: «No temas, porque yo estoy contigo». En su Hijo, Dios se ha hecho solidario con cada situación humana y ha revelado que no estamos solos, porque tenemos un Padre que no se olvida de sus hijos. El que vive unido a Cristo descubre que incluso la oscuridad y la muerte se convierten, para todo el que lo quiera, en lugar de comunión con la Luz y la Vida. En cualquier acontecimiento intenta descubrir lo que sucede entre Dios y la humanidad, para reconocer como Dios mismo, a través del escenario dramático de este mundo, esté escribiendo la historia de la salvación. Nosotros, los cristianos, tenemos una “buena noticia” que contar porque contemplamos confiados el horizonte del Reino. El Tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales – concluye la nota – es una invitación a contar la historia del mundo y las historias de los hombres y de las mujeres, según la lógica de la “buena noticia” que nos recuerda que Dios nunca renuncia a ser Padre, en cualquier situación y con cada ser humano. Aprendamos a comunicar confianza y esperanza para la historia”.

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México marcha con sus fantasmas

ENTRE PARÉNTESIS | Por José Ismael BÁRCENAS SJ |

Este fin de semana, en las calles de la Ciudad de México y en otras partes, multitudes se manifestaron en apoyo a la Familia. Si bien es deseable que las familias estén compuestas por un padre, una madre e hijos, y sobre todo que ambos adultos sean personas responsables, maduras y funcionales, la realidad es más compleja y rebasa lo que consideramos ideal. Claro que es importante apoyar este tipo de familias, pero no siempre se logra dicho prototipo y nos encontramos diferentes combinaciones de adultos que tienen hijos biológicos o adoptados a su cargo. La iniciativa del Presidente respecto al matrimonio igualitario ha desatado debates y marchas. Considero que los argumentos que sostienen que hay una ideología de género o un imperio gay manejando los hilos se basan más en teorías de la conspiración, paranoias y fantasmas, y no ayuda al diálogo ni a la comprensión de lo que realmente está sucediendo.

Como Iglesia nos hace falta dialogar con las realidades que se nos presentan. No toda realidad actual está nítidamente identificada, entendida, matizada y atendida por nuestros catecismos. La realidad cambia y con ella nuestras sociedades. Es verdad, no todo lo nuevo es bueno, ni malo, pero se requiere enfrentar de mejor manera lo que se nos presenta. Cada tanto hay situaciones que se salen de la norma y, en ocasiones, se tienden a condenar. Así pasó con la relación entre la ciencia y la religión, en tiempos de Galileo, que ante la propuesta de un cambio de paradigma (no es el sol el que gira alrededor de la tierra, sino la tierra alrededor del sol), lo que brincó fue la anatema. Con el tiempo, las evidencias hicieron ver que las observaciones de Copérnico y Galileo tenían la razón. Si bien hubo épocas de agrias disputas entre la ciencia y la religión, creo que en la actualidad se distingue que ambas caminan en sus respectivas sendas -no necesariamente son opuestas- y que es importante tender puentes de diálogo para el enriquecimiento mutuo. Me parece que en la actualidad, en una parte de la Iglesia mexicana, hay agrias disputas con el tema de la homosexualidad, a la que de entrada se le tilda de enfermedad -y se apuesta a que se cure-. Urge aprender a matizar y, sobre todo no generalizar. Tenemos que entender esta realidad desde otras ópticas y tener más misericordia en nuestras opiniones. Es importante ver y respetar a las personas reales, y no colgar etiquetas que muevan a la discriminación, al odio o al miedo.

Ante nuestra preocupación por las nuevas generaciones, es obvio que cada niño debe crecer en un ambiente de amor y de respeto, y debe de contar, por lo menos, con una madre o un padre que sea una persona responsable, madura y funcional. Estas características no son exclusivas de los heterosexuales. Es importante defender a la familia, pero debemos entender otros modelos que ya están presentes en la realidad de nuestras sociedades. Y si vamos a pensar en los hijos, en los niños mexicanos, debemos ampliar el radio de atención y considerar lo social. Importa que el niño y el joven crezcan en ambientes libres de violencia.

Esta semana se cumplen 2 años del secuestro de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa por parte de un grupo del crimen organizado, en el Estado de Guerrero. Por tal motivo, estos días habrá marchas y manifestaciones. En estos años, los desaparecidos se han convertido en un fantasma que recorre México exhibiendo la impunidad y la corrupción en los diferentes niveles de Gobierno, que toca al aparato de todos los Partidos Políticos y sus respectivos actores, así como a las diferentes Policías y al Ejército.

Somos un país que, entre marcha y marcha, se enfrenta ante fantasmas mentales y, por otro lado, se enfrenta con la realidad ineludible de los fantasmas del narco, de la violencia, de la inseguridad, de la pobreza, de la corrupción y de la impunidad. Estos últimos fantasmas dan verdadero terror.

@elmayo

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Sin familias no hay futuro

Por Felipe ARIZMENDI ESQUIVEL, Obispo de San Cristóbal de Las Casas |

En días pasados, se realizaron en la Ciudad de México y en muchas otras partes del país diversas marchas para defender la familia natural, que sólo existe entre un hombre y una mujer que se aman, se complementan, se ayudan y colaboran con Dios en la generación de nuevas vidas. Se organizaron ante la amenaza de cambiar la Constitución Política del país, para llamar matrimonio a cualquier unión entre dos personas incluso del mismo sexo.

Al mismo tiempo, hubo manifestaciones en sentido contrario, para defender lo que consideran un derecho de quienes intentan formar otro tipo de familias, con cohabitación marital entre personas del mismo sexo.

Tanto en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez como en Tapachula, se organizaron eventos de esta naturaleza, con mucha participación. ¿Por qué no los hubo en nuestra ciudad de San Cristóbal? Por tres razones principales: Porque no hubo fieles laicos que los promovieran y son ellos los que en otras partes los alentaron; los obispos apoyamos sus iniciativas, pero son los creyentes laicos a quienes corresponden estos eventos. Además, porque con tiempo los obispos y los integrantes del Consejo Interreligioso de Chiapas hablamos de estos puntos con los líderes del Congreso local. Y sobre todo porque, de común acuerdo con las familias del Encuentro Matrimonial Mundial de la diócesis, promovimos nueve conferencias sobre lo que es una verdadera familia, según el plan de Dios. Estamos dando estas conferencias durante nueve sábados, desde el 17 de septiembre hasta el 11 de noviembre, en el Seminario diocesano, de 7 a 8.30 de la noche, con invitación abierta a jóvenes y a matrimonios. De esta manera, estudiamos y profundizamos el sentido del amor, de la fidelidad, de la exclusividad del matrimonio y de la familia. Así, ponemos cimientos sólidos para formar familias como creemos que Dios quiere.

No ofendemos a quienes tienen otras tendencias en su sexualidad. Son personas a quienes se debe respetar y no dañar. Cada quien es libre para vivir su sexualidad. Nosotros sólo ofrecemos lo que Dios nos dice sobre la familia. Respetamos a quien no quiera tomarlo en cuenta, pero no se vale que nos ofendan y calumnien por manifestar nuestra fe.

Creemos que sin una familia como Dios quiere, no hay futuro. En la familia están los cimientos de la convivencia social y del progreso. Sin una familia estable y armónica, sólo hay violencia, inseguridad, miedo, soledad, agresividad. Los grupos violentos y el crimen organizado reclutan a adolescentes y jóvenes provenientes de familias desintegradas. Por ello, si queremos tener un México, un Chiapas y un pueblo en paz y en progreso integral, salvemos la familia, protejamos la familia, formemos familias bien cimentadas en el amor adulto, en el diálogo conyugal y familiar, en el trabajo compartido, en la fe cristiana bien informada y comprometida. De estas familias dependen la sociedad y la Iglesia.

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Maravillas de Dios

Por Fernando Pascual |

Al contemplar el mundo, es posible despertar una mirada creyente. En ella se descubren continuamente maravillas de Dios.

Hay maravillas en los valles y las montañas. Flores y águilas, saltamontes y mariposas, liebres y cigarras, topos y abejorros.

Hay maravillas en los mares y ríos. Cangrejos y truchas, mantas y anémonas, sardinas y cisnes.

Hay maravillas entre las casas de un pueblo. El olor a oveja de un establo, el silencio de los tilos en la calle principal, la silueta del campanario con sus nidos de cigüeñas.

También en las ciudades el mundo desvela aspectos magníficos. Edificios y museos, farolas y puentes, escaparates y bibliotecas.

Entre tantas maravillas, nos sorprende esa creatura que es, además, hijo. Cada ser humano, niño o anciano, rico o pobre, de aquí o venido de fuera, encierra un tesoro que viene del mismo Dios.

No siempre es fácil reconocer tantas maravillas. A veces, porque vivimos ahogados por las prisas. Otras veces, porque nos fijamos más en las espinas que en las moras de un zarzal.

Una mirada atenta, contemplativa, abre horizontes, desvela bellezas magníficas, incluso sabe rescatar lo bueno en quien vive cubierto de miedos o de pecados. La conversión es posible para todos.

Esa mirada también desvelará las maravillas que Dios ha hecho en mi propia vida y las que anhela realizar si me abro a su Amor, si aprendo a pedir perdón y a perdonar, si rompo con mis egoísmos y me lanzo a servir a mis hermanos.

Las maravillas de Dios rodean mi vida. Entre esas maravillas, brilla una cruz que me permite reconocer el Amor de Cristo y me conduce, si me dejo, suavemente a la maravilla de las maravillas: encontrarme, para siempre, con Dios en el paraíso que ha preparado para agasajar a sus hijos…

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El centro de “los hijos pródigos”

Misiones salesianas |

Cuarenta y ocho chicos de la calle se han podido reunir por fin con sus respectivas familias. Los beneficiados, de edades comprendida entre los 8 y los 15 años, han sido recuperados de las calles de Freetown e insertados tras un proceso de recuperación de ocho meses gracias a los Salesianos.

El secreto de este proceso de recuperación, desarrollado en Don Bosco Fambul, consiste en su propuesta integral: atender sus necesidades básicas (alimento, vestido, un lugar seguro para dormir), junto a una atención personalizada desde el punto de vista médico, psicológico, pedagógico, social y espiritual. Este proceso gradual comprende educación formal, juegos diarios, deporte, música, canto, teatro, danza, trato personalizado directo, hábitos de salud, normas de convivencia, oración…

Mientras esto ocurre en el centro salesiano Don Bosco Fambul de Freetown, el equipo de educadores, trabajadores sociales y psicólogos contacta con los padres y demás familiares en numerosas ocasiones antes del reencuentro final para preparar un clima propicio de acogida.

Los salesianos y un amplio equipo asistencial y de voluntarios salen a diario a la calle por la noche para rescatar a menores que viven calles y llevarlos a Don Bosco Fambul.

Durante la festiva jornada del reencuentro, celebrada la semana pasada, los padres de los muchachos y el Centro Don Bosco firmaron un acuerdo para garantizar un ambiente seguro para el menor -alimentación correcta, educación, ausencia de castigos corporales…- que les permita continuar su crecimiento personal. Los asistentes sociales, además, continuarán visitando con regularidad a los muchachos en su nuevo ambiente familiar hasta que acaben la escuela secundaria.

Además, durante este mes de septiembre, cinco salesianos y 25 personas, entre asistentes sociales y personal juvenil de la obra Don Bosco Fambul, están recorriendo las calles de diferentes zonas de la capital de Sierra Leona, Freetown, desde las ocho de la tarde hasta las 3 de la madrugada para entrar en contacto con los muchachos que viven en ellas.

A través de cuestionarios se les realizará una valoración más profunda de la realidad en la que viven estos muchachos, unos meses después de que la epidemia de ébola haya sido declarada concluida.

Entre octubre y diciembre se realizará una experiencia de recuperación con un grupo de 30 muchachos que viven en condición de alto riesgo en la calle cuyo fin es acelerar el proceso de la reintegración de los muchachos en sus familias biológicas o a través de otras formas de acogida.

EL CENTRO DE LOS HIJOS PRÓDIGOS

Más de 3.000 menores han sido salvados de vivir en las calles de Freetown y, en la mayoría de los casos, han regresado con sus familias desde 1998. Ese año, un misionero salesiano comenzó un programa de recogida de menores,adolescentes y jóvenes para ofrecerles una comida caliente, un baño, un lugar donde dormir y ropa limpia.

Cada año, un grupo de entre 50 y 70 menores con edades que van desde los 8 hasta los 15 años convive durante casi 9 meses en Don Bosco Fambul antes deregresar con sus familias. Llegan con laley de la calle en sus rostros, con laviolencia en sus formas y en el lenguaje, “pero poco a poco van aceptando horarios, normas de convivencia y convenciéndose de que en el centro no tienen que sobrevivir como en la calle porque a todos se les trata igual y tienen cubiertas sus necesidades básicas”, asegura un misionero salesiano.

La familia de Don Bosco, que es lo que significa Fambul, está formada por trabajadores sociales y, sobre todo, pormuchos jóvenes voluntarios que en su día pasaron por el centro y decidieron regresar para ayudar a otros muchachos como ellos. Entre todos están pendientes de los chicos las 24 horas del día, y también salen a la calle a evaluar nuevos casos, visitan a las familias y siguen un proceso de orientación con los menores hasta que superan sus traumas y sus miedos.

Los menores deben aprender horarios, a respetarse, a preocuparse los unos por los otros y a ser autónomos. Ellos mismos preparan el desayuno, limpian, reciben clases, tienen juegos, talleres de baile, música o deporte y también hay un tiempo de orientación personal y grupal,asambleas conjuntas para corregir comportamientos, escuchar la radio, ver una película y rezar. Siempre, en toda actividad, el menor está en el centro de todo.

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Francisco lamenta nuevos bombardeos en Siria

¡Los responsables de los bombardeos sobre Alepo “deberán dar cuentas delante de Dios!”. El Papa Francisco volvió hoy a lanzar un nuevo y urgente pedido por Siria y en particular por aquella que era su ciudad más grande.

“Mi pensamiento-dijo al finalizar la audiencia general- va una vez más hacia la amada y martirizada Siria. Continúan llegándome noticias dramáticas sobre la suerte de las poblaciones de Alepo, a las cuales me siento unido en el sufrimiento, a través de la oración y la cercanía espiritual. En el expresar mi profundo dolor y mi viva preocupación por cuánto sucede en esta ya martirizada ciudad, donde mueren niños, ancianos, enfermos, jóvenes, viejos, todos… renuevo a todos mi pedido en comprometerse con todas las fuerzas en la protección de los civiles, como obligación imperativa y urgente. Y me dirijo a la conciencia de los responsables de los bombardeos, ¡que deberán dar cuentas a Dios!”.

De la dramática realidad siria, Francisco volverá a hablar mañana, cuando inaugurará la quinta reunión sobre la crisis humanitaria siria e iraquí promovida por el Pontificio consejo “Cor Unum”. Al encuentro han dado su adhesión unos cincuenta organismos de caridad católicos, además de los representantes de los episcopados locales, de congregaciones religiosas que trabajan en la zona de Oriente Medio y a los nuncios apostólicos en Siria e Irak.

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Papa: “La Iglesia es para todos, especialmente para los malos”

“La salvación de Dios puede llegar a cualquier hombre en cualquier condición, incluso la más negativa y dolorosa. La salvación de Dios es para todos: ¡para todos! Sin excepción. Y se ofrece a todos. Es por esto que el Jubileo es un tiempo de gracia y misericordia para todos, buenos y malos”. “Jesús nos salvó permaneciendo en la cruz. Y todos sabemos que no es fácil mantenerse en la cruz, en nuestras pequeñas cruces de cada día”.

“La Iglesia es para todos, especialmente para los malos” y “la salvación de Dios puede llegar a cualquier hombre en cualquier condición, incluso la más negativa y dolorosa”. El perdón como un elemento en el centro de la enseñanza de Jesús fue el foco del Papa Francisco en la catequesis de la audiencia general de este miércoles, durante la cual se indica en el “buen ladrón” un “testigo de la Gracia; impensable y ocurrido: Dios me amó tanto que murió en la cruz por mí”. Y con su arrepentimiento “ha conseguido robar el cielo, esto es un buen ladrón”.

La reflexión que Francisco ha hecho ante las 30 mil personas presentes en la plaza de San Pedro, ha partido de la afirmación que “las palabras que Jesús pronuncia durante su Pasión encuentran su culmen en el perdón. Las palabras de Jesús encuentran su culmen en el perdón. Jesús perdona: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). No sólo son palabras, porque se hacen un acto concreto en el perdón ofrecido al “buen ladrón”, que estaba junto a Él. San Lucas narra de dos ladrones crucificados con Jesús, los cuales se dirigen a Él con actitudes opuestas”.

“El primero lo insulta, como lo insultaba toda la gente, ahí, como hacen los jefes del pueblo, pero este pobre hombre, llevado por la desesperación: « ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros» (Lc 23,39). Este grito testimonia la angustia del hombre ante el misterio de la muerte y la trágica conciencia que sólo Dios puede ser la respuesta liberadora: por eso es impensable que el Mesías, el enviado de Dios, pueda estar en la cruz sin hacer nada para salvarse. Y no entendían esto. No entendían el misterio del sacrificio de Jesús. Y en cambio, Jesús nos ha salvado permaneciendo en la cruz. Y todos nosotros sabemos que no es fácil “permanecer en la cruz”, en nuestras pequeñas cruces de cada día: no es fácil. Él, en esta gran cruz, en este gran sufrimiento, se quedó así y ahí nos ha mostrado su omnipotencia y ahí nos ha perdonado”.

“Ahí se cumple su donación de amor y surge para siempre nuestra salvación. Muriendo en la cruz, inocente entre dos criminales, Él testimonia que la salvación de Dios puede alcanzar a todo hombre en cualquier condición, incluso en la más negativa y dolorosa. La salvación de Dios es para todos: ¡para todos! Ninguno es excluido. Y la oferta es para todos. Por esto el Jubileo es el tiempo de gracia y de misericordia para todos, buenos y malos, para aquellos que están bien y para aquellos que sufren. Pero acuérdense de aquella parábola que narra Jesús en la fiesta de bodas de un hijo de un poderoso de la tierra: cuando los invitados no querían ir, dice a sus servidores: “Vayan al cruce de los caminos, llamen a todos, buenos y malos…”. Todos somos llamados: buenos y malos. La Iglesia no es solamente para los buenos o para aquellos que parecen buenos o se creen buenos; la Iglesia es para todos, y preferiblemente para los malos, porque la Iglesia es misericordia.

“Y este tiempo de gracia y de misericordia nos hace recordar que ¡nada nos puede separar del amor de Cristo! (Cfr. Rm8,39). Para quien esta inmovilizado en una cama de un hospital, para quien vive cerrado en una prisión, para cuantos están atrapados por las guerras, yo digo: miren el Crucifijo; Dios está con nosotros, permanece con ustedes en la cruz y a todos se ofrece como Salvador. Él nos acompaña, a todos nosotros, a ustedes que sufren tanto, crucificado por ustedes, por nosotros, por todos. Dejen que la fuerza del Evangelio penetre en sus corazones y los consuele, les de esperanza y la íntima certeza que ninguno es excluido de su perdón. Pero ustedes pueden preguntarme: “Pero Padre, ¿Quién que ha hecho las cosas más malas en la vida, tiene la posibilidad de ser perdonado?” “¡Sí! Si: ninguno está excluido del perdón de Dios. Solamente quien se acerca a Jesús, arrepentido y con las aganas de ser abrazado”.

“Este era el primer ladrón. El otro es el llamado “buen ladrón”. Sus palabras son un maravilloso modelo de arrepentimiento, una catequesis concentrada para aprender a pedir perdón a Jesús. Primero, él se dirige a su compañero: «Pero tú, ¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? ?» (Lc23,40). Así subraya el punto de partida del arrepentimiento: el temor de Dios. No el miedo de Dios, no: el temor filial de Dios. No es el miedo, sino aquel respeto que se debe a Dios porque Él es Dios. Es un respeto filial porque Él es Padre. El buen ladrón evoca la actitud fundamental que abre a la confianza en Dios: la conciencia de su omnipotencia y de su infinita bondad. Es este respeto confiado que ayuda a hacer espacio a Dios y a encomendarse a su misericordia”.

“Luego, el buen ladrón declara la inocencia de Jesús y confiesa abiertamente su propia culpa: «Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo» (Lc 23,41): así dice. Por lo tanto, Jesús está ahí en la cruz para estar con los culpables: a través de esta cercanía, Él ofrece a ellos la salvación. Lo que es un escándalo para los jefes y para el primer ladrón, para aquellos que estaban ahí y se burlaban de Jesús, esto en cambio es el fundamento de su fe. Y así el buen ladrón se convierte en testigo de la Gracia; lo impensable ha sucedido: Dios me ha amado a tal punto que ha muerto en la cruz por mí. La fe misma de este hombre es fruto de la gracia de Cristo: sus ojos contemplan en el Crucificado el amor de Dios por él, pobre pecador. Es verdad, era ladrón, era un ladrón: es verdad. Había robado toda su vida. Pero al final, arrepentido de aquello que había hecho, mirando a Jesús tan bueno y misericordioso ha logrado robarse el cielo: ¡éste es un buen ladrón!”.

“Finalmente, el buen ladrón se dirige directamente a Jesús, invocando su ayuda: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino» (Lc 23,42). Lo llama por nombre, “Jesús”, con confianza, y así confiesa lo que este nombre indica: “el Señor salva”: esto significa “Jesús”. Aquel hombre pide a Jesús que se recuerde de él. ¡Cuánta ternura en esta expresión, cuánta humanidad! Es la necesidad del ser humano de no ser abandonado, que Dios le esté siempre cercano. De este modo un condenado a muerte se convierte en modelo del cristiano que confía en Jesús. Esto es profundo: un condenado a muerte es un modelo para nosotros. Un modelo de un hombre, de un cristiano que confía en Jesús; y también modelo de la Iglesia que en la liturgia muchas veces invoca al Señor diciendo: “Recuérdate… Recuérdate… Recuérdate de tu amor…”. Mientras el buen ladrón habla en futuro: «Cuando vengas a establecer tu Reino», la respuesta de Jesús no se hace esperar; habla en presente: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (v. 43). En la hora de la cruz, la salvación de Cristo alcanza su culmen; y su promesa al buen ladrón revela el cumplimiento de su misión: es decir, salvar a los pecadores. Al inicio de su ministerio, en la sinagoga de Nazaret, Jesús había proclamado: «la liberación a los cautivos» (Lc 4,18); en Jericó, en la casa del publicano Zaqueo, había declarado que «el Hijo del hombre – es decir, Él – vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,9). En la cruz, el último acto confirma la realización de este diseño salvífico. Desde el inicio y hasta el final Él se ha revelado Misericordia, se ha revelado la encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre. Jesús es de verdad el rosto de la misericordia del Padre. Y el buen ladrón lo ha llamado por nombre: “Jesús”. Es una oración breve, y todos nosotros podemos hacerla durante la jornada muchas veces: “Jesús”. “Jesús”, simplemente. Hagámosla juntos tres veces, todos juntos, vamos: “Jesús”, Jesús, Jesús”. Y así háganlo durante todo el día”.

Un recuerdo, en español, el Papa Francisco dirigió a México, “No puedo – dijo -. No tener un recuerdo para el pueblo mexicano. He oído – continuó – cantar la Guadalupana, en un primer momento, pidiendo por el sufrimiento de este pueblo, ¿se puede cantar de nuevo?”. El grupo cantó un verso de la Guadalupana, y al final el Papa dijo “Gracias”.

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Acabo de ver la película El hombre de las mil caras, la película sobre Francisco Paesa. Una película deliciosa para los que hemos conocido y seguido los hechos de la época que allí se retratan. Una muy buena película, excelente.
Lo triste es comprobar que la situación que tenemos ahora en España ha sido el resultado de una larga serie de causas y efectos. El paro que ahora tenemos, los casos de corrupción, el bloqueo institucional y una larga serie de tristes cosas son el resultado de esas serie de causas con nombres y apellidos, no de los pobres astros que flotan en el vacio interestelar.
Las cosas ahora no están bien en este país, pero hubo una época oscura. Una época muy concreta en la que la democracia peligró. Una época en la que un muy determinado grupo lanzó sus tentáculos, los tentáculos del poder, con tal fuerza y violencia sobre la banca, la prensa, las empresas y todos los resortes de la sociedad, que realmente la democracia peligró.
Los españoles no somos conscientes de lo peligrosamente que vivimos durante unos cuantos años. En el futuro, la Historia redescubrirá esa época. La aznaridad optó por no abrir una Caja de Pandora que iba a remover fuerzas demasiado poderosas. Considero que fue correcta la decisión: era tal el poder de esas fuerzas (que por primera vez se sintieron amenazadas) que era más sensato ofrecer un pacto. Determinadas cuestiones no se tocaron.
Fruto de muchas decisiones, unas acertadas, otras no, fruto del entusiasmo altruista de millares de personas, fruto del idealismo y la corrupción, del servicio generoso de unos y otros, del trabajo de muchos, del latrocinio de algunos, somos la nación que somos. 

No hay soluciones rápidas. No hay remedios mágicos. Sólo trabajar y esforzarse en la buena dirección.

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