Según el más reciente informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), publicado el 11 de septiembre de 2018 pero reflejando la realidad del año 2017:
821 millones de personas padecen hambre.
Lo anterior significa que en el mundo los que no tienen acceso a alimentación suficiente son:
1 de cada 9 seres humanos
El hambre ha aumentado en los últimos tres años, volviendo a los niveles de hace una década.
Hay dos indicios de que hoy existe una mala nutrición:
1 Que más de 150 millones de niños estén sufriendo retraso en su crecimiento.
En África y Asia entre 39 y 55 por ciento de todos los niños presentan retraso del crecimiento.
En Asia casi uno de cada 10 niños menores de cinco años, tiene bajo peso para su estatura.
en comparación con solo uno de cada 100 en Iberoamérica.
2 Que haya una epidemia de obesidad adulta, y también infantil.
La obesidad adulta está empeorando:
La subalimentación y la obesidad pueden darse juntas dentro del mismo hogar: la falta de acceso a alimentos nutritivos, debido a su mayor costo, ocasiona que las familias con inseguridad alimentaria tengan mayor riesgo de sobrepeso y obesidad.
El problema de la obesidad es más acuciante en América del Norte, pero África y Asia también están experimentando una tendencia al alza.
NO ESTAMOS HACIENDO LO SUFICIENTE
El pasado 16 de octubre acaba de tener lugar, como cada año desde 1990, el Día Mundial de la Alimentación, una jornada auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas a través de su organismo especializado conocido por sus siglas en inglés como FAO (Food and Agriculture Organization), y cuyo nombre oficial en español es Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Los objetivos para que la FAO trabajara por la instauración de esta jornada desde 1979 son los siguientes:
▶ Aumentar la conciencia pública sobre el problema del hambre en el mundo.
▶ Fomentar la solidaridad nacional e internacional en la lucha contra el hambre, la malnutrición y la pobreza.
▶ Estimular una mayor atención a la producción agrícola en todos los países.
▶ Estimular la cooperación económica y técnica entre países en desarrollo.
▶ Promover la participación de las poblaciones rurales, especialmente de las mujeres y de los grupos menos privilegiados, en las decisiones y actividades que afectan a sus condiciones de vida.
Cada año la ONU hace un informe sobre la situación alimentaria mundial. En su informe 2018 dice que «los signos alarmantes de aumento de la inseguridad alimentaria y los elevados niveles de diferentes formas de malnutrición son una clara advertencia de que hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos de no dejar a nadie atrás en el camino para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en materia de seguridad alimentaria y una mejor nutrición». Dichos ODS incluyen «el fin de la pobreza» y el «hambre cero».
Y agrega la ONU: «Si queremos alcanzar un mundo sin hambre y malnutrición en cualquiera de sus formas para 2030, es imperativo que aceleremos y ampliemos las medidas para fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación de los sistemas alimentarios y los medios de subsistencia de la población en respuesta a la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos». Es que los cambios en el clima ya están socavando la producción de algunos cultivos principales, como el trigo, el arroz y el maíz en las regiones tropicales y templadas.
Por otro lado, es un hecho que cada año se produce casi el doble de los alimentos que hacen falta para los aproximadamente siete mil 500 millones de personas que habitan el planeta Tierra. Aun así, según el informe 2018 de la ONU, que en realidad registra los datos del año anterior, había en 2017 unos 821 millones de personas pasando hambre, mientras que en el reporte de 2017 registraba que en 2016 los hambrientos eran 793 millones.
Si el hambre va en aumento (en número, no en porcentaje) es que no se hace aún lo suficiente para combatirla.
Redacción
LAS CIFRAS DE LA VERGÜENZA EN MÉXICO
De acuerdo con UNICEF, casi la cuarta parte de los mexicanos vive en situación de pobreza.
Más aún, 28 millones tienen carencia alimentaria. De ellos, un 12% sufre malnutrición crónica.
Según el Índice Global sobre el Hambre (GHI, por sus siglas en inglés), que se elabora desde hace 13 años y que calcula su puntaje con base en cuatro indicadores clave: desnutrición, mortalidad infantil, emaciación o adelgazamiento patológico y retraso en el crecimiento de los niños, en México han disminuido los niveles de hambre en un 22% desde 2008 a la fecha.
El GHI, tras calificar a 119 países en desarrollo, encontró que 52 de ellos tienen niveles de hambre «extremadamente alarmantes», «alarmantes» o «graves», mientras que México, que ocupa la posición 23, tiene un nivel de hambre «bajo».
En México hay 7.9 millones de trabajadores que ganan el salario mínimo. Según la Constitución, «los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos». Pero el salario mínimo en México es de 88.36 pesos diarios, o sea 2,650 mensuales, mientras que, según el CONEVAL, el valor mensual por persona de la canasta alimentaria urbana es de 1,516.62 pesos, por lo que una familia de 4 personas requiere 2.28 veces el salario mínimo para no pasar hambre, sin considerar el dinero necesario para pagar renta, agua, electricidad, gas, telefonía, transporte, escuela, etc.
TEMA DE LA SEMANA: UN PECADO SOCIAL QUE CLAMA AL CIELO
Publicado en la edición impresa de El Observador del 21 de octubre de 2018 No.1215
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