“El código de muerte” aprobado por la Asamblea Nacional “atenta contra la vida, contra la dignidad de la mujer, contra el derecho de los padres a educar a sus hijos en la sexualidad y contra la objeción de conciencia de los médicos”, denunció el Arzobispo este lunes 31 de agosto durante una Misa realizada en la Catedral Metropolitana de Quito.
Un día antes, desde la parroquia San Francisco de Asís al norte de Quito, exhortó a sus fieles a no dejarse engañar, “no callar la verdad” y a no permitir que entre “por la ventana”, “aquello que todo un pueblo dijo que no en una consulta”.
“No queremos un aborto por una supuesta emergencia obstétrica, no queremos que los padres de familia pierdan su papel frente a sus hijos en la educación sexual de ellos, no queremos que los médicos no puedan ejercer su objeción de conciencia frente a un aborto, no queremos los vientres de alquiler que atentan contra la dignidad misma de la mujer y el sentido de la maternidad, no queremos que alguien no pueda decidir ser acompañado profesionalmente en vistas a asumir su sexualidad biológica”, dijo el Mons. Espinoza.
El Arzobispado de Quito, confirmó en una nota de prensa que el Prelado exigió este lunes al presidente a vetar el COS, ya que va contra los valores de fe de los creyentes y contra el sentir de la mayoría del pueblo ecuatoriano.
“Somos una sociedad que respeta la vida y la dignidad del ser humano, no somos una sociedad de muerte o que ama o procura la muerte (…). No manchen sus manos de sangres de inocentes”, exhortó.
Además, aprovechó el fin de semana para pedirle a la vicepresidenta del Ecuador, María Alejandra Muñoz, que tome la cruz de Jesús, “que es cruz de vida, no de muerte y escuche todo el clamor de un pueblo ante una ley de muerte, y lo haga a ejemplo de María, la Virgen, mujer portadora de la vida y mujer fuerte al pie de la cruz”.
“Defendamos la vida y lo pido de manera especial a la vicepresidenta del Ecuador. Defienda la vida y usted y todos nosotros, vivamos y actuemos según nuestros principios y valores”, añadió el Prelado en su alocución de este 31 de agosto.
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