"Cada ser humano es más importante que el dios dinero", dijo Francisco

El Papa llegando al barrio de Kangemi ver más
Nairobi (Kenia) (AICA): “Los felicito, los acompaño y quiero que sepan que el Señor nunca se olvida de ustedes. El camino de Jesús comenzó en las periferias, va desde los pobres y con los pobres hacia todos”, dijo esta mañana el papa Francisco en su visita al barrio humilde de Kangemi en las afueras de Nairobi. Francisco en un jeep descubierto recorrió las calles de tierra hasta la iglesia de San José Obrero, una parroquia católica en el interior de este barrio marginal, en donde trabajan sacerdotes jesuitas.
El papa Francisco visitó esta mañana el barrio humilde de Kangemi en las afueras de Nairobi. En un jeep descubierto el Pontífice recorrió las calles de tierra hasta la iglesia de San José Obrero, una parroquia católica en el interior de este barrio marginal, en donde trabajan sacerdotes jesuitas.

Hay una “sabiduría popular” de los barrios pobres, dijo el Papa y señaló que “ “se expresa en valores como la solidaridad; dar la vida por otro; preferir el nacimiento a la muerte; dar un entierro cristiano a sus muertos. Ofrecer un lugar para el enfermo en la propia casa; compartir el pan con el hambriento: ‘donde comen 10 comen 12’; la paciencia y la fortaleza frente a las grandes adversidades”. “Valores que se sustentan en que cada ser humano es más importante que el dios dinero”.

“Estos valores, dijo Francisco, que ustedes practican, son valores que no cotizan en Bolsa, valores con los que no se especula ni tienen precio de mercado”.

El Santo Padre fue recibido por población del lugar que le esperaba demostrando gran alegría, cantando y agitando banderas. El superior provincial de la Orden, para África oriental, padre Joseph Oduor Afulo y por el párroco de Kangemi, padre Pascal Mwijagele dieron la bienvenida y también se encontraban allí presentes la directora del Mukuru Promotion Centre, hermana Mary Killeen, el arzobispo de Mombasa y presidente de Cáritas Kenya, monseñor Martin Musonde Kivuva y el obispo encargado de la Comisión Justicia y Paz, monseñor Cornelius Arap Korir.

El Santo Padre firmó el libro de los huéspedes y asistió a la proyección de un breve documental y una señora de la bidonville de Kibera le dirigió unas palabras.

Francisco comenzó sus palabras confesando “sentirse como en casa compartiendo este momento con hermanos y hermanas", y poder “conocer las dificultades que tienen cada día, olvidados por una sociedad que vive en la opulencia”.

Manifestaciones de vida buena que no implica desconocer la atroz injusticia de la marginación urbana. Así señaló los diversos abusos que sufren, y problemas como la falta de acceso al agua, a infraestructuras y servicios básicos. Situación que se agrava cuando la violencia se generaliza, y donde "no faltan, de hecho, presiones para que se adopten políticas de descarte, como la de la reducción de la natalidad".

Francisco pidió “pagar la deuda social, la deuda ambiental con los pobres de las ciudades” y para ello pidió “concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular y planificar nuevas urbanizaciones de calidad para albergar a las futuras generaciones”, para que todos puedan tener “la paz y la seguridad que se merecen conforme a su infinita dignidad humana”.

Texto completo de las palabras del Papa

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