La cuesta de las comadres o la violencia como elemento destructor de la sociedad

La cuesta de las comadres o la violencia como elemento destructor de la sociedad

Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |

En el centenario del nacimiento de Juan Rulfo

El segundo cuento del autor jalisciense Juan Rulfo, en El llano en llamas, tiene como titulo “La cuesta de las comadres”. Un cuento complejo que maneja varios temas como son: la opresión social, la venganza y la amistad. Estos elementos están entremezclados y tienen como común denominador el problema de la violencia, como elemento destructor de la sociedad.

En el cuento participan tres personajes principales. El narrador (del que no se menciona su nombre, sólo que es una persona ya grande de edad) y dos hermanos apellidados Torricos: Remigio y Odilón. El narrador comenta que el poblado llamado: La cuesta de las comadres, poco a poco se fue despoblando a pesar de que la tierra era buena para trabajar, y esto a causa de la opresión en que lo mantenían los hermanos Torricos. Ellos se habían apoderado prácticamente del poblado. “Ellos eran allí los dueños de la tierra y de las casas que estaban encima de la tierra.” (p. 13). La gente los odiaba y hubieran querido vengarse por todo el mal que estos hermanos les habían causado. Sin embargo mejor optaron por ir abandonando el poblado poco a poco. Y de los sesenta que allí vivían al inicio de la historia, poco a poco el lugar se fue despoblando totalmente hasta quedar, después de la muerte de los dos hermanos, el narrador prácticamente sólo en aquel poblado. “Se iban callados la boca, sin decir nada ni pelearse con nadie. Es seguro que les sobraban ganas de pelearse con los Torricos para desquitarse de todo el mal que les habían hecho; pero no tuvieron ánimos.” (p. 15).

El narrador, a pesar de ser buen amigo de los dos hermanos y de haberlos ayudado en un robo, mató a uno de ellos. “Cuando yo maté a Remigio Torricos, ya estaban bien vacías de gente la Cuesta de las comadres y las lomas de los alrededores” (p. 18). ¿Por qué lo mató? Fue porque Remigio estaba en la creencia de que él había matado a su hermano Odilón y un día estando borracho fue a buscarlo para vengar a su hermano. Y si no habiera sido él, de todas maneras quería vengarse. “ – Sábete de una vez por todas que pienso pagarme lo que le hicieron a Odilón, sea quien sea el que lo mató. Y yo sé quién fue.” (p. 20). Sin embargo a Odilón lo había matado la familia de los Alcaraces, que vivían en Zapotlán, otro de los poblados que eran asolados por los hermanos Torricos.

Es un cuento muy crudo, que maneja el tema de la violencia a lo largo de toda la historia. Tanto la vida a nivel colectivo (La Cuesta de las comadres y Zapotlán) como a nivel personal (el arriero asesinado para robarle su mercancía, y los dos hermanos Torricos), se van consumiendo poco a poco a causa de la violencia. El cuento inicia con sesenta pobladores –como los 60 minutos que componen una hora– que poco a poco se van alejando del pueblo porque ya no pueden seguir siendo víctimas de tanta violencia. El tiempo pasa como arena en un tubo de cristal y al final el espacio se queda vacío, sin nada, sin nadie.

La opresión social, de unos sobre otros, es el principal elemento que destruye la armonía y la vida de una comunidad. Cuando los hermanos Torricos se alejaban un poco del pueblo, para cometer sus fechorías en otras partes, el pueblo respiraba y podían realmente vivir: “Eran los días en que todo se ponía de otro modo aquí entre nosotros. La genta sacaba de las cuevas del monte sus animalitos y los traía a amarrar en sus corrales. Entonces se sabía que había borregos y guajolotes. Y era fácil ver cuántos montones de maíz y de calabazas amarillas amanecían asoleándose en los patios. El viento que atravesaba los cerros era más frio que otra veces; pero, no se sabía por qué, todos allí decían que hacía muy buen tiempo.” (p. 16).

 La venganza como deseo de hacerse justicia es el resultado de la opresión. En un “Estado anárquico”, dónde no hay autoridad que gobierne, la gente hace lo que quiera. Y es aquí donde los más fuertes dominan y se imponen sobre los más débiles. Estos cuentos, escritos en la primera mitad del siglo XX, reflejan bien la crisis y el caos que existía en poblaciones abandonadas a su suerte por el gobierno mexicano, y que desgraciadamente siguen existiendo. Paradójicamente la venganza no la cumple el poblado la Cuesta de las comadres (victima principal de la opresión de los Torricos), sino que a un hermano lo mata una familia del poblado vecino, y al otro lo mata el narrador de la historia por salvar su propia vida, alguien que desde el inicio confiesa ser “buen amigo” de los Torricos.

La amistad es mencionada cinco veces en el texto. En cuatro ocasiones el narrador dice de él mismo ser “buen amigo” de los Torricos. Alguien que parece mantenerse a media distancia entre el pueblo y sus opresores. Desea seguir viviendo en el pueblo y le gustaría que la gente, después de la muerte de los Torricos, regresara a sus hogares nuevamente. “La cosa es que después de la muerte de los Torricos nadie volvió más por aquí. Yo estuve esperando. Pero nadie regresó. Primero les cuidé sus casas; remendé los techos y les puse ramas a los agujeros de sus paredes; pero viendo que tardaban en regresar, las dejé por la paz.” (p. 15). ¿Por qué el narrador repara los hogares de las personas que han abandonado el pueblo? Tal vez es por un sentimiento de culpabilidad. Él no hizo nada por la gente mientras los Torricos los oprimían y ahora que ya han muerto, él mató a uno de ellos, desea que la gente regrese y se vuelva a restablecer la paz y la harmonía entre sus habitantes, pero ya es demasiado tarde.

Como enseñanza final podemos decir que las cosas hay que hacerlas en su momento, después ya es demasiado tarde. Tanto el mal como el bien tienen su propio tiempo. Con respecto al mal el narrador dice: “Era buen amigo de los dos y a veces hubiera querido ser un poco menos viejo para meterme en los trabajos en que ellos andaban. Sin embargo ya no servía yo para mucho.” (p. 16-17). Y con respecto a hacer el bien, como hemos mencionado anteriormente, la gente ya había abandonado el pueblo cuando él tomó la decisión de reparar sus casas. Por otra parte si él mató a Remigio Torricos no fue para hacer justicia a la población, ni lo mató por venganza, fue por salvar su propia vida.

El cuento en su totalidad gira en torno a la violencia. Violencia entre hermanos [los Torricos mismos se peleaban entre ellos: “ – Odilón y yo llegamos a pelearnos muchas veces.” (p. 20).]; entre amigos [El narrador le dice a su amigo una vez que lo ha matado: “ – Mira, Remigio, me has de dispensar, pero yo no maté a Odilón,” (p. 21).]; y entre pueblos [“tengo entendido que nadie de los que vivíamos en la Cuesta de las Comadres nos pudieron ver con buenos ojos los de Zapotlán.” (p. 13).]. Una violencia que deshumaniza, que impide vivir, que mata.

 

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