¿Cómo se decide qué hijo toma clases online si en casa hay un solo celular? Una reflexión para el regreso a clases

Hace unos meses, antes de que iniciara la pandemia, fui a la plaza de la tecnología a conseguir un protector de pantalla para el teléfono que uso. Mientras me atendían en uno de los puestos una señora con su hijo se acercó a ver los celulares exhibidos. Pronto se le acercó un mozo y le dijo los precios: teléfonos de 3 mil pesos para arriba… 


Como yo estaba esperando una muestra del protector para pantalla pude ver indirectamente la cara de la mamá cada vez que decían los montos. Era evidente que no le alcanzaba. El niño tomaba un teléfono en su mano y le decía “mira mamá, este”. Y la mamá fingía interés y hasta se animaba a preguntar el precio. El muchacho le decía algo así: “ese teléfono cuesta más porque tiene más capacidad. Si su hijo quiere ponerle juegos ese le sirve pues uno con menos capacidad no va a poder aguantar muchas aplicaciones". 

Al final el niño y la mamá se fueron sin comprar nada. Estos días en que “reiniciaron” las clases bajo una modalidad televisaba o a través de dispositivos móviles me pregunté qué habrá sido de ese niño y de esa mamá. Me lo pregunté porque seguramente esa familia no es la excepción en México y Latinoamérica. 

De acuerdo a la más reciente Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019, en los hogares del país 44.3% dispone de computadora y 92.5% cuenta con al menos un televisor. O sea que 4.4 hogares de cada 10 tienen una computadora y 9.2 de cada 10 un televisor como mínimo. 

Pero tener una computadora no significa que la computadora tenga acceso a internet. Según la misma encuesta, apenas 20,1 millones de hogares gozan de ese beneficio (5 de cada diez hogares en México). Se los planteo así: según la tasa de natalidad en México, el promedio de hijos por familia es de 2,1 (obviamente en algunas es más). 

En una casa donde hay dos o más hijos pero sólo un televisor o una computadora (y esta no necesariamente con internet), ¿cómo se decide qué hijo seguirá las clases y cuál no? La viñeta que acompaña este post sugiere una orientación a este planteamiento: millones de niños no podrán avanzar adecuadamente el año. 

Ciertamente no se trata de ponerse negativos sino de identificar muchas otras cosas que un niño sí aprenderá en este curso, aunque no sea curricularmente reconocido. Aunque para esto también precise de acompañamiento y de personas visionarias que le hagan capaz de ver lo esencial en medio de todo esto. 

Y ahora va mi mensaje para ti: no menosprecies este año. Si en diciembre de 2019 pensabas que en 2020 conseguirías todo lo que querías, y no se está pudiendo, recuerda lo que sí se puede: por ejemplo valorar y apreciar todo lo que ya tienes, por poco que parezca. Para muchos que leerán este texto tal vez eso pase por mirar con gratitud un televisor, una computadora, un teléfono inteligente y una señal de wifi en su casa… Millones de hogares, y no sólo en México, no cuentan con estos beneficios. Si alargamos el horizonte a África o el sudeste asiático la cosa se pone más grave.

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