En un escrito enviado a ACI Prensa, el Cardenal Urosa explica que la postuladora de la causa de la Madre Berenice, Sor Alix Mercedes Duarte, “me dio ahora la gran noticia de que ya fue aprobado recientemente el milagro que abre las puertas de la beatificación”.
“Se esperan en las próximas semanas la reunión de los teólogos de la Congregación (para las Causas de los Santos), y luego la de cardenales y obispos miembros de la misma, que precederán el anuncio del Papa Francisco con el decreto de la beatificación”. El Santo Padre aprobó en enero de 2019 el decreto que reconoce las virtudes heroicas de la religiosa.
El Purpurado afirmó que el reconocimiento del milagro “será un motivo de gran alegría para la Iglesia en Colombia, y también para nosotros, la Iglesia en Venezuela, donde desde hace casi 50 años se encuentran trabajando intensamente, animadas por un vivo ardor apostólico, las Hermanitas de la Anunciación, hijas de la Madre Berenice”.
El Cardenal Urosa recordó también que siendo un joven sacerdote en la Semana Santa de 1972 tuvo “el gusto y la gracia divina de ser invitado por el Obispo de Maracay, el gran Mons. Feliciano González Ascanio a colaborar pastoralmente en una parroquia del sur de Aragua”.
“Fui a ayudar en la celebración de los oficios religiosos y la administración de los sacramentos en la parroquia de Camatagua. Allí tuve el gusto de conocer una comunidad de jóvenes religiosas de la Congregación colombiana Hermanitas de la Anunciación”.
Las religiosas “atendían las labores pastorales en esa Parroquia, y trabajaban entre la gente del pueblo, con gran entusiasmo y ejemplar espíritu de piedad dedicación y acierto. Su Instituto religioso había sido fundado poco tiempo antes, menos de 30 años, gracias al carisma e inspiración de una virtuosa e insigne religiosa colombiana, la Madre Berenice Duque”.
“Quedé muy bien impresionado por la solidez, bondad, generosidad y piedad de esas Hermanas que anunciaban a Jesucristo Nuestro Señor en esa parroquia del llano venezolano. Y, por supuesto, comencé a admirar a la fundadora, Madre Berenice”.
El Cardenal resaltó también que “esas jóvenes religiosas colombianas, con gran generosidad, llenas de inmenso amor a Dios, con un fuerte impulso misionero y evangelizador, se habían entregado a hacer presente a Jesucristo, con sus dones de vida y salvación, en el sur de Aragua: Camatagua, Taguay y Carmen de Cura. Estas eran poblaciones de modestos recursos económicos, con clima fuerte, de práctica religiosa poco intensa”.
Breve biografíaEl Cardenal luego hizo un repaso por la biografía de la Madre Berenice, que nació en 1898 en Caldas, Colombia, y “sintió muy joven la vocación a la vida religiosa, y respondió en 1917 al llamado del Señor ingresando a los 19 años a la Congregación de las Dominicas de la Presentación”.
“Allí fue creciendo en el intenso amor a Dios, que le inspiró un ardiente celo apostólico para servir y evangelizar al prójimo, lo cual concretó en las diversas actividades que le fueron asignadas progresivamente”.
El Cardenal destacó que “su intenso amor a Dios y su unión con Cristo crucificado le dieron la fuerza necesaria para emprender muchas obras difíciles, especialmente entre los más pobres”.
“El Señor le concedió una fortaleza especial para unirse a la pasión de Cristo en el dolor de la enfermedad y la debilidad que esta conlleva. Que fue superando gracias a su férrea voluntad y su intenso ardor apostólico”.
El Arzobispo Emérito indicó que la religiosa “fundó en 1943 la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación, y luego fundó otra congregación para acoger jóvenes afrocolombianas llamadas por Dios a la vida consagrada: las Hermanas Misioneras”.
“Fue una mujer de fe cristiana viva y firme, de intensa piedad mariana y de gran temple, emprendedora, entusiasta y de muchas iniciativas para anunciar el nombre y el amor de Dios a los más necesitados”, prosiguió.
“Promovió en su Congregación la aplicación de los decretos del Concilio Vaticano II, y se preocupó activamente por la formación de sus religiosas. Con suave firmeza, pero a la vez con prudencia, dulzura y tacto, fue dirigiendo y haciendo crecer su congregación”.
El Purpurado venezolano destacó de la Madre Berenice que “realmente fue una religiosa insigne. Ya con más de 70 años de edad volvió a enfermarse gravemente por varios años, dando con su actitud de fortaleza y conformidad con la voluntad de Dios, un ejemplo notable de fortaleza ante el dolor, de unión con Cristo crucificado, de paciencia en la debilidad”.
El Cardenal Urosa manifestó también su “gran afecto y admiración por la vida religiosa, en especial por la femenina, porque las vírgenes consagradas son un verdadero testimonio del amor y la misericordia de Dios en medio del mundo moderno”.
“Este nuestro mundo materialista, infectado por el virus del ateísmo y ahora de la secularización y de la obsesión sexual –que quiere sacar a Dios de la vida social, familiar y política, en fin, de la superficie de la tierra– este mundo de hoy, recibe el bellísimo testimonio religioso de estas virtuosas mujeres”.
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