Hoy la Iglesia celebra a Catalina Tekakwitha, la primera santa piel roja

REDACCIÓN CENTRAL, 17 Abr. 21 (ACI Prensa).- Cada 17 de abril la Iglesia celebra la Fiesta de Santa Catalina (Kateri) Tekakwitha, la primera santa piel roja de Estados Unidos. Es considerada patrona de la naturaleza y de la ecología junto a San Francisco de Asís.

Catalina nació en 1656, en Ossernenon (hoy Auriesville, Nueva York, Estados Unidos) una villa que perteneció a la tribu Mohawk. Su madre fue cristiana, miembro de la tribu algonquina, y su padre, jefe tribal de los Mohawk.

Con tan solo cuatro años, Catalina perdió a sus padres y a su hermano a causa de una epidemia de viruela. Ella también contrajo la enfermedad, pero logró sobrevivir, aunque quedó con el rostro desfigurado y con la vista dañada. Serían sus tíos quienes se hicieron cargo de ella.

A los 11 años, Catalina tuvo la oportunidad de conocer la fe cristiana gracias a los jesuitas franceses que evangelizaron las tierras donde vivían los Mohawk. Sin embargo, es bien conocida la resistencia entre muchos pueblos nativos de Norteamérica de aquellos tiempos para acoger el mensaje propio del cristianismo. Ese no fue el caso de Catalina, pero sí de sus familiares y su tribu. La joven pidió ser bautizada a los 20 años, haciendo frente a la oposición de su familia y al rechazo de su comunidad. Convertida en blanco de numerosos maltratos, Catalina decidió dejar su pueblo y emprender camino hacia Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca de Montreal, habitado por indios cristianos de Canadá.

En ese lugar, el día de Navidad, Santa Catalina hizo su Primera Comunión y prometió solemnemente a Dios permanecer virgen por el resto de sus días. Así, consagrada a Dios, se dedicó a la vida de oración y virtud. Se convirtió en evangelizadora de sus coetáneos y en ferviente defensora de los mismos. Acompañada por la guía espiritual de los miembros de la Compañía de Jesús, Catalina acrecentó día a día su amor por Cristo, especialmente presente en la Eucaristía; un amor que revertía en servicio a sus hermanos.

Partió a la Casa del Padre el 17 de abril de 1680, durante la Semana Santa de aquel año. Tenía tan solo 24 años. Sus últimas palabras fueron: “¡Jesús, te amo!”. Su muerte fue ocasión de numerosas conversiones entre los suyos e hizo de su tumba en Caughnawaga -lugar donde murió- destino para los peregrinos. En 1884, el P. Clarence Walworth mandó erigir un monumento al lado de su sepultura.

La dulce Catalina marcó la memoria de las tribus que formaban la nación iroquesa (una confederación de seis tribus nativas) y es motivo de orgullo para todo el pueblo católico norteamericano. Ella es uno de los más hermosos frutos que el Evangelio ha producido en Estados Unidos y Canadá, un “puente” que une razas y tradiciones; con justa razón se le conoce como “El Lirio de los Mohawks”.

Santa Catalina fue beatificada por San Juan Pablo II en 1980, y canonizada por el Papa Emérito Benedicto XVI en octubre de 2012.

Si bien en Estados Unidos su fiesta se celebra el 14 de julio, en el resto del mundo se le recuerda el 17 de abril.

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