Cardenal Parolin no irá a Venezuela a la beatificación de José Gregorio Hernández

VATICANO, 28 Abr. 21 (ACI Prensa).- La oficina de prensa de la Santa Sede informó este 28 de abril que el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, no presidirá la beatificación del Siervo de Dios José Gregorio Hernández, ceremonia que se llevará a cabo el próximo viernes en Caracas, Venezuela.

“Por causas de fuerza mayor, ligadas principalmente a la pandemia del COVID-19, el Secretario de Estado no podrá viajar a Venezuela, como deseaba, con motivo de la beatificación del Venerable Siervo de Dios José Gregorio Hernández, que tendrá lugar en Caracas el día 30 de este mes”, anunció una nota oficial vaticana.

Sin embargo, el Purpurado aseguró “su participación espiritual en este momento tan importante para la Iglesia y para todo el país” y esperó que dicho acontecimiento “contribuya a profundizar la fe de los venezolanos y su vida cristiana, en la imitación del nuevo Beato, a afrontar la crisis humanitaria y a promover una convivencia plural y pacifica”.

El Cardenal Pietro Parolin fue Nuncio Apostólico en Venezuela de 2009 hasta octubre de 2013, cuando fue nombrado Secretario de Estado del Vaticano por el Papa Francisco.

El comité organizador de la beatificación de José Gregorio Hernández, conocido como el “médico de los pobres”, informó recientemente que la celebración será a las 10:00 a.m. (hora local) en el templo del colegio La Salle de Caracas, en la zona de la ciudad donde el próximo Beato realizó gran parte de su labor.

Hasta el momento, no han informado quién sustituirá al Cardenal Parolin. Estaba prevista la concelebración del Nuncio Apostólico en Venezuela, Mons. Aldo Giordano; del Administrador Apostólico de Caracas, Cardenal Baltazar Porras y del Arzobispo Emérito de Caracas, Cardenal Jorge Urosa.

Los organizadores informaron que el aforo previsto será de entre 120 y 150 personas, incluido el clero, con la finalidad de evitar mayores aglomeraciones que puedan empeorar la situación del COVID-19 en el país.

Entre los asistentes estará Yaxury Solorzano, la niña que recibió el milagro por intercesión del Venerable José Gregorio Hernández, junto a su madre y hermana, así como familiares del futuro beato y un pequeño grupo de médicos.

Como es tradición en este tipo de ceremonias, se presentará una reliquia de primer grado de José Gregorio Hernández.

El relicario, que conserva un fragmento de sus huesos, tiene forma de microscopio y en medio hay una figura que representa un sombrero, característico de la vestimenta del futuro beato.

Datos biográficos

José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, estado Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él tenía solo ocho años.

Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París (Francia).

Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia, para dedicarse solo a Dios.

En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.

Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibe permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela.

Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decide convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos.

Dedicaba dos horas diarias a servir a los pobres.

Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los Enfermos, antes de morir el 29 de junio de 1919.

Caracas se conmovió y muchos decían: “Ha muerto un santo”. Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.

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