Humilde, pobre y benéfico
Obispo Fray Antonio Alcalde
Develación y bendición de la lápida de Fray Antonio Alcalde en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Un pequeño reconocimiento a un gran hombre y pastor.
Dulce Natalia Romero Cruz
El lunes 7 de agosto, a 225 años de la muerte de Fray Antonio Alcalde y Barriga, se realizó una ceremonia de bendición y develación de la nueva lápida sepulcral de Siervo de Dios, religioso de la orden de predicadores y Obispo de Guadalajara, que murió el 7 de agosto de 1792, se dio a lugar en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, donde descansan sus restos.
Un ejemplo vigente
Por su parte, el Pbro. José Guadalupe Dueñas Gómez, Párroco del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y actor de la causa de canonización de Fray Antonio, dijo que después de tantos años la memoria de Fray Antonio ha resistido al tiempo y que sus obras y su vida se vuelven un tema de interés público.
“Dispuso ingresos personales muy copiosos que tuvo la cordura de emplear para lo que consideró prioritario: servir a Dios en los demás, particularmente los desvalidos, enfermos, niños y jóvenes. Fray Antonio llevó una existencia totalmente alejada de lo mundano, aunque vitalmente estuvo unido a la sabia administración de recursos que la providencia puso en sus manos y que el encausó con una prudencia admirable y digna de ser imitada. Fue un hombre que supo encarnar hasta las últimas consecuencias el único sentido que tiene el humanismo cristiano auténtico: reconocer a Dios en los demás”.
Una causa con sentido
La Lic. Martha Vallejo Macías, coordinadora del Grupo “Amigos de Fray Antonio Alcalde”, una asociación que recién ha sido reconocida jurídicamente por la Arquidiócesis de Guadalajara, que se encarga de alentar la vida y obra del “Genio de la caridad”, indicó que este grupo, con el apoyo del Párroco del Santuario, promovió y gestionó la nueva lapida sepulcral con el propósito de permitir venerar la tumba del fraile donde él decidió que quedaran sus restos.
“Quiso hasta el final indicarnos su opción de la pobreza, la austeridad y la instrucción fue y debe seguir siendo un paradigma para los habitantes de esta ciudad, y la asociación que coordino tiene esa premisa de enaltecer al bienhechor y recuperar su esencia”.
La Licenciada Martha solicitó al Cardenal su respaldo para apoyar la causa de canonización; a los representantes de las diversas instancias públicas, sociales, educativas y culturales presentes, pidió redoblar esfuerzos para que todos los habitantes del Estado conozcan a Fray Antonio. También hizo un llamado para que se regrese la escultura que quitaron del Santuario y que hoy se encuentra en las bodegas del Museo Regional de Guadalajara.
La placa mortuoria fue develada por el Presidente Municipal de Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez y por el Arzobispo Francisco Robles Ortega, quien también la bendijo. Estuvo presente el corazón de Fray Antonio Alcalde, una reliquia que está en custodia de las Hermanas Clarisas Capuchinas de la Inmaculada. Hubo dos intervenciones musicales, en el órgano tubular del Santuario, interpretadas el maestro Ernesto García Preciado.
Autoridades
Estuvieron presentes el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara; la Lic. Myriam Vachez Plagnol, Secretaria de Cultura del Gobierno de Jalisco, el Ing. Enrique Alfaro Ramírez, Presidente Municipal; el Dr. Héctor Raúl Pérez Gómez, Director General de los Hospitales Civiles de Guadalajara; el Pbro. Lic. Francisco Ramírez Yáñez, Rector de la UNIVA; el Dr. Juan de la Borbolla Rivero, Rector de la Universidad Panamericana y el Mtro. José Manuel Jurado Parres, profesor de la UdeG.
El testamento de fray Antonio Alcalde
Fabián Acosta Rico*
Sin ver concluidos sus grandes proyectos: el Sagrario, la Universidad y el nuevo Hospital de Belén, murió fray Antonio Alcalde, un 7 de Agosto de 1792, a las cuatro de la mañana, en la Ciudad de Guadalajara, a la edad de 91 años.
Al día siguiente su cadáver fue embalsamado y ataviado con las vestiduras pontificales. Lo velaron en el Salón de su Palacio Episcopal. Las comunidades religiosas, siguiendo la pompa y protocolo, desfilaron ante él y le cantaron oficios y misas de réquiem.
El día nueve, concluido el oficio de difuntos, por el venerable cabildo y coro de la Catedral, el cuerpo del obispo Alcalde fue conducido del Palacio Episcopal a la parroquia de Guadalupe.
Quedándole todavía seis años de vida, dictó su última voluntad en un documento fechado el 28 de diciembre de 1785. Deseaba el obispo que se le sepultara en el Santuario a la Virgen Morena. Cumpliendo su última voluntad, sus restos descansan ahora en un nicho practicado al muro poniente del presbiterio al nivel del suelo.
Al hacerse el recuento de los bienes dejado por Alcalde, sorprendió la pobreza en la que siempre vivió un hombre que manejó grandes riquezas no para su provecho o comunidad, sino para bien de los más necesitados. En efecto, objetos de su propiedad eran solamente, según afirma Verdía, citando el testamento del Obispo:
…un coche usadísimo, que lo legaba a la parroquia de Mexicaltzingo, unas cuantas piezas de servicio de altar, un breviario, dos misales del rito dominicano, uno muzárabe, un cánon para misa, y unas cuantas prendas de ropa y utensilios que importaron en su totalidad la miserable suma de doscientos sesenta y siete pesos y dos reales…
Dicha cantidad resulta irrisoria si la comparamos, como dice Verdía, con la suma que desembolsó Alcalde de sus rentas en donaciones, limosnas y obras pías; las cuales, según un documento encontrado en el Palacio episcopal, ascendían a un millón noventa y siete mil trescientos veinte pesos.
Así vivió y murió el obispo Alcalde en la más cristiana y voluntaria pobreza siguiendo con rigor la regla de su orden, los dominicos, y prodigando, hasta el final, la caridad y el auxilio a los más necesitados.
*Integrante del Archivo Histórico de Jalisco, docente en la UNIVA
Edición especial de la Gaceta Municipal dedicada a fray Antonio Alcalde
Pbro. Tomás de Híjar Ornelas
En el marco de la sesión solemne del cabildo de Guadalajara que tuvo lugar en las instalaciones del antiguo hospital civil Fray Antonio Alcalde, engastada en su aniversario luctuoso, la comisión edilicia de Cultura, que preside la regidora Ximena Ruiz Uribe, se presentó una edición especial de la Gaceta Municipal toda ella dedicada al también llamado Genio de la Caridad.
Aportaciones
La obra, en tamaño carta, fino papel cuché y 134 páginas en formato vertical y tamaño carta ofrece un extenso repertorio de temas alcaldeanos, originales unos, muy raros otros, presentados en este orden: una Presentación de Enrique Alfaro Ramírez, Presidente Municipal de Guadalajara; un Mensaje de la aludida regidora, un texto de Agustín Yáñez, un Documento Biográfico de Fray Antonio Alcalde y Barriga, publicado en 1905 por el párroco de Cigales en ese tiempo, don Gumersindo Blanco López, y las siguientes colaboraciones originales: de Lilia Esthela Bayardo Rodríguez, En Medio de un Mundo de Transformación: Guadalajara de Alcalde; de Ixchel Ruiz Anguiano, La Orden de Predicadores en tiempo de Fray Antonio Alcalde; de Angélica Peregrina, La Casa de Maestras de Caridad y Enseñanza; del que esto escribe, De cómo fray Antonio Alcalde dio protección a las mujeres desamparadas; de Juan José Doñán, Fray Antonio Alcalde: Vigencia de su Legado y de Juan Palomar Verea, Fray Antonio Alcalde Frente al Futuro. También se incluyó, con algunos ajustes autorizados por él mismo, el texto La Identidad Cultural en el Barrio del Santuario: Orígenes, de Sergio Alcántara Ferrer.
Como una novedad gratísima, se publicó, igualmente, antecedido por un estudio de Juan Toscano García de Quevedo, el recién descubierto texto Práctica idea de un prelado de la América Septentrional, verdaderamente humilde, pobre y benéfico, el ilustrísimo y reverendísimo señor don fray Antonio Alcalde y Barriga, Obispo de Guadalajara, Nuevo Reino de Galicia, que escribió en 1790, dos años antes de la muerte del Fraile de la Calavera, el canónigo Agustín José Mariano del Río de Loza, colaborador suyo y la primera trascripción, realizada por Aldo Serrano Mendoza, que se hace del Sermón Predicado el día 10 de noviembre de 1792 en las solemnes exequias que la Santa Iglesia Catedral de Guadalajara celebró a su pastor, el ilustrísimo y reverendísimo señor maestro don fray Antonio Alcalde, del canónigo Juan Joseph Moreno, que tiene la peculiaridad de haberse publicado en el primer libro impreso en Guadalajara, en 1793. Por otro lado, se insertaron textos de Águeda Jiménez, Mariano Otero, Fernán Santoscoy y Juan Real.
Importante trabajo editorial
Ilustró la edición el pintor Jorge Monroy con una acuarela que se inspira en el retrato más fidedigno que se conserva de fray Antonio, actualmente en el templo parroquial de Cigales, donde fue bautizado el siervo de Dios en 1701 y once dibujos en trazos a tinta que reproducen este recinto, otro retrato suyo, su escudo episcopal y el de la Real Universidad de Guadalajara, así como edificios relacionados con su obra en esta ciudad: la arquería de la Casa de Maestras de la Enseñanza (hoy en el “Central Park” en la colonia tapatía de San Jorge Vallarta); la arquería de la Casa de Recogidas (hoy estacionamiento público anexo al templo de El Pilar); la arquería del antiguo hospital de San Juan de Dios (visible desde la Plaza de los Mariachis), uno de los retablos del templo de Belén y el desaparecido claustro de la antigua Universidad de Guadalajara.
Lo que se abona a lo ya conocido
Aunque no son pocas las aportaciones con las que este documento hace a la copiosa bibliografía ya existente en torno a fray Antonio Alcalde, por ejemplo, la crónica del convento dominico de Nuestra Señora del Rosario de Guadalajara al tiempo de la gestión de su mitrado hermano de hábito, se echa de ver cuán necesaria y oportuna sigue siendo una exploración sistemática de las fuentes documentales primarias para seguir ahondando en las motivaciones que inspiraron al mayor benefactor que ha tenido Guadalajara en su historia a llevar a cabo la obra que hoy le inmortaliza.

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