Por Misiones salesianas |
Marian es enfermera. Vive en Asturias y a sus más de 50 años ha dejado todas las comodidades de su hogar para vivir una gran experiencia de voluntariado en Guatemala este verano. La playa y sol lo ha cambiado por las risas de niños y niñas a miles de kilómetros de su casa. Por unos meses, su hogar ha sido la misión salesiana de San Benito Petén.
“En el dispensario de la misión en Guatemala he aprendido mucho. A veces, no me ha sido fácil realizar el trabajo. Me he tenido que enfrentar a enfermedades y a situaciones que nunca había visto en mi carrera profesional y que me causan gran dolor, como por ejemplo ver a niños y niñas desnutridos. En España, no lo había visto nunca”, explica Marian sobre el trabajo que ha estado realizando en la misión.
Marian ha podido conocer una realidad muy alejada a la que se vive en Europa. Pero a pesar de las situaciones difíciles en las que viven, “siempre me he encontrado con personas agradecidas, educadas, amables y con una sonrisa. Me he sentido muy valorada”, añade la voluntaria.
La experiencia de voluntariado da un vuelco en la vida de aquellos que la experimentan. “En mi vida va a haber un antes y un después. Ver los rostros alegres de los niños, niñas y jóvenes, recibir sus abrazos, sus besos… sentir que ellos están a gusto. Sin duda he recibido mucho más de lo he podido dar. Me voy llena de experiencias, rostros, cariño y con el deseo de poder seguir ayudando”, señala Marian.
“Me he traído en el corazón muchas caras que siguen necesitando ayuda, sobre todo educación. Me he dado cuenta lo necesario que es invertir en educación y promover cambios generadores de salud (hábitos de higiene, mejora en la alimentación…)”, apunta la asturiana.
Mucho por hacer
En San Benito Petén se llevan a cabo diferentes actividades entre las que se encuentran la escolarización de niños que reciben ayuda a través de becas de estudios, la catequesis y las actividades caritativas y solidarias con los más pobres.
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