Las puntillas y todo lo rococó me parece totalmente femenino. Es mi opinión personal. No critico nada a los sacerdotes a los que les gustan que las puntadas blancas hagan esas cabriolas alrededor de huecos de aire. Mi crítica no es a los sacerdotes, sino a las puntillas. A las puntillas y a las florecitas de colorines bordadas en los manteles del altar.
Tampoco me gustan las capas. Por capa no me estoy refiriendo ni al manteo ni al ferraiolo, sino a las capas largas, larguísimas que usaban los obispos en cierta época: me recuerdan a los cuentos que comienzan con un érase una vez…
Independientemente de lo embarazosas que resultan, de lo mucho que tienden a ensuciarse y de que son un elemento bastante moderno en la vestimenta episcopal, el problema, el gran problema para mí, es que resultan irreales. Uno las ve y presentan un aspecto de irrealidad que no convence.
Ojo, lo repito, mi crítica es a las capas, no a los prelados a los que les gustan las capas. Tienen todo el derecho del mundo a que les gusten. Y defenderé su libertad a revestirse con cuanta seda deseen. Soy un amante de la libertad. También de la libertad in clothing.

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