Este fue el camino de conversión al cristianismo de un joven ateo chino

MADRID, 25 Ago. 20 (ACI Prensa).- Francisco Paolo Yang es un joven chino de 27 años que fue bautizado el pasado 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de María, en una parroquia de la periferia de Shanghái (China) después de años de búsqueda espiritual.

Según relata a Asia News, Francisco Paolo nació en 1993 en una familia sencilla de Anhui (China) y creció en un ambiente ateo.

Durante los primeros años de universidad asegura que “era totalmente laicista y hedonista sin grandes aspiraciones y llevaba una vida absurda y disoluta”, hasta que en un momento determinado “improvisadamente y sin ningún preaviso, como si hubiese estado fulminado, decidí que no quería vivir sin un objetivo específico. Ahora, mirando para atrás, sin ninguna duda entiendo que era la gracia de Dios que me aferró”.

Por eso comenzó a estudiar Filosofía por su cuenta, “tratando de descubrir qué es la sabiduría”.

Sin embargo, en ese camino, lo primero que encontró fue la filosofía moderna occidental “que se reveló hecha de especulaciones pobres, un racionalismo abstracto, que nada tiene con la vida real. No era aquello que deseaba mi corazón, entonces me dirigí hacia la así llamada “conocimiento de la vida”, o sea la filosofía china, en particular la filosofía confuciana. Dios a menudo nos conduce a recorrer un camino tortuoso para que podamos realmente sentir su Divina Providencia omnipotente”.

“Entre las filosofías confucianas y el estudio de Zhu Zi y justo a través de él conocí a Santo Tomás de Aquino y gracias a este último la Verdad divina y santa de la Iglesia. Para más, el respeto que el catolicismo muestra hacia la tradición y los santos, su profundo compromiso crítico hacia la modernidad, el ejemplo de misericordia dado por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, todo esto estaba en perfecta sintonía con mis experiencias y lo que había estudiado precedentemente y ejercitó una profunda satisfacción sobre mí”, afirmó.

Un interés que fue superficial porque, según explica, era “una preparación a la gracia de la fe que Dios nos dona, a la llamada a la conversión a Él”.

“Al inicio no lograba entender esto, pero trataba de fundir la tradición del catolicismo con la tradición china a través de mis esfuerzos. Tales intentos me provocaron sufrimientos y al final se revelaron vanos. No obstante los puntos en común entre las dos tradiciones, hay diferencias insuperables que, una vez aplicadas a la vida cotidiana, nos podrían poner en contradicción, generando confusión”, explicó.

Sin embargo, explica que tan sólo al final logro entender que lo que el Señor le pedía no era “integrar o fundir los dos sistemas, sino más bien, obedecerle; no obligarme según mi voluntad personal y efectuar una transformación total, pero aprendiendo a ser humilde, dejando que sea Dios que me conduzca en este bosque que es la vida”.

Además subraya que a pesar de todo, “las dificultades espirituales tienen igualmente su lado positivo, probablemente esto es que el hombre moderno, nacido en otra tradición, debe enfrentar cuando se quiere avecinar a Dios, como si fuese un prueba”.

Su proceso de conversión continuó a través de varios encuentros de amistad y en su familia. “A través de estos eventos, el Señor se reveló aún más a mí: es el conocimiento de este Dios que se anonadó por amor, que el hombre profundiza el propio conocimiento del prójimo, amándolo y el yo pobre”, aseguró a Asia News.

Y aseguró que “Dios se revela en los contactos y en las relaciones entre las personas”.

Sin embargo, a esto siguió un tiempo de larga espera porque no se sentía listo para dar el paso de la conversión, pero el Señor “de nuevo puso en movimiento” su vida a través de un “hermano” con el que comenzó un grupo de lectura compartida del libro “Catolicismo” de Henri De Lubac.

“Gracias a esta experiencia adquirí un conocimiento más profundo acerca de la comunión en Dios y después de unos eventos maravillosos, este año, finalmente recibí el bautismo en la solemnidad de la Asunción de María”, aseguró.

Finalmente, después de una larga reflexión y haber consultado con su padre espiritual decidió tener como nombre de bautismo Francisco Paolo.

Según explica esta decisión estuvo fundamentada en el “sentimiento particular” que tiene hacia la orden franciscana. “La pobreza espiritual de la orden franciscana es a su vez el carisma que persigo en mi vida cotidiana: es necesario que el hombre se vacíe, para que el Espíritu Santo pueda entrar en nosotros”, explicó.

Y aunque “fue santo Tomás de Aquino quien me hizo entrar en contacto con la verdad del catolicismo, mi teólogo preferido en cambio es san Buenaventura”.

“Por otro lado en cuanto hombre moderno, a través del Medievo, quisiera llegar directamente a la época de los Apóstoles, viviendo en esta tradición viva. Por esto elegí Paolo como segundo nombre”.

Aunque asegura que quizás por temperamento podría estar más cerca de Juan, “los modos apasionados de Paolo desarrollan una función complementaria”.

Por eso pidió también “que la pasión misionera de Paolo pueda encenderme, ayudándome a proclamar el Evangelio de Cristo en tierra china, según mis posibilidades”.

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