Esta fecha fue extendida universalmente por el Papa Benedicto XIII en 1472, donde cada viernes previo al Domingo de Ramos se conmemoraba a la Virgen Dolorosa, una devoción mariana que ha sido alentada por muchos santos.
A inicios del siglo XIX, en 1814, el Papa Pío VII dispuso que se celebre cada 15 de septiembre la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, un día después de la Exaltación de la Santa Cruz.
Sin embargo, según indica el Semanario “Desde la Fe” de la Arquidiócesis de México, el Papa Pablo VI suprimió la celebración del “Viernes de Dolores” en 1969 y dejó únicamente el 15 de septiembre como festividad para esta advocación mariana.
A pesar de eso, en algunos países como México y España, el Viernes de Dolores se sigue celebrando por tradición. Desde la Fe resaltó que durante esta fecha en México se hacían altares y “los niños corrían de puerta en puerta, rezando rosarios para obtener un jarrito de agua fresca”, un tipo de bebida tradicional del país.
Virgen de los Dolores
La devoción a Nuestra señora de los Dolores se remonta a los inicios de la Iglesia, donde ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.
Pronto surgió la devoción a los 7 dolores de María y se compusieron himnos para que los fieles manifiesten su solidaridad con la Virgen dolorosa.
Además, la Madre de Dios prometió, a través de Santa Brígida de Suecia, que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.
Asimismo, Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría, según indica San Alfonso María de Ligorio, que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.
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