Gemelas religiosas argentinas asisten a católicos en ambos lados de la frontera de Israel y Gaza

, 28 May. 21 (ACI Prensa).- Dos gemelas argentinas, religiosas misioneras de la Familia del Verbo Encarnado, asisten a los católicos que viven a ambos lados de la frontera entre Israel y Gaza, una región que ha vivido en las últimas semanas una de las escaladas más violentas de los últimos años.

En un reciente artículo remitido a ACI Prensa, la Madre María del Cielo, misionera en Tierra Santa de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, que forma parte de la Familia del Verbo Encarnado, señaló que la hermana María del Pilar, una de las gemelas, “está en la misión de nuestro Instituto en Gaza, sirviendo a Dios en la única parroquia católica del lugar que está a cargo de los sacerdotes del Instituto del Verbo Encarnado, la parroquia ‘Sagrada Familia’”.

Por su parte, la hermana María del Perpetuo Socorro “está en nuestra misión en Yaffo-Tel Aviv, ayudando en la parroquia San Antonio, en la Iglesia de San Pedro y en la escuela católica, pertenecientes a la Custodia Franciscana de Tierra Santa”.

La Madre María del Cielo señaló que durante la escalada de violencia “me ha pasado varias veces, estar hablando por teléfono con Pilar y escuchar los bombardeos que caen en esos momentos en Gaza cuyas consecuencias cobran vidas inocentes”.

“Muchas familias pertenecientes a nuestra parroquia tienen sus casas dañadas y ya no están a salvo. Por eso, para proteger sus vidas y la de sus hijos, fueron acogidos en la parroquia católica, donde nuestras hermanas y sacerdotes los recibieron con una caridad exquisita”, indicó.

El conflicto de mayo de este año entre Israel y Hamás, grupo terrorista que controla el territorio palestino de la Franja de Gaza, es considerado como el peor enfrentamiento desde 2014.

El germen de la crisis se remonta a abril, en medio de diversas tensiones políticas, así como enfrentamientos entre las autoridades de Israel y la comunidad musulmana.

Los enfrentamientos se intensificaron en los primeros días de mayo, y Hamás comenzó a disparar cohetes contra Jerusalén y otras ciudades de Israel. El ejército israelí respondió con ataques aéreos en Gaza, incluso contra edificios residenciales y oficinas de medios de comunicación.

Además, se produjeron incidentes de violencia colectiva entre judíos y árabes en otras ciudades del país.

Después de la intervención diplomática de distintos países, se acordó un cese al fuego efectivo desde el 21 de mayo.

La crisis dejó cientos de fallecidos y miles de heridos, especialmente entre los palestinos.

La Madre María del Cielo dijo que “ante la espiral de violencia” la hermana Pilar, así como los sacerdotes en Gaza “aun pudiendo salir, ha preferido permanecer en la misión”.

“Es una elección libre, porque el amor de Cristo es el que le da esa santa libertad de donarse por las almas”, señaló.

Al llamar al lado israelí, recordó, “más de una vez, durante la llamada, se escucha una sirena que alerta sobre la posible caída de un cohete, del cual se ignora si será interceptado o impactará en alguna casa, edificio, o medio de transporte, por eso todos deben correr a un lugar seguro”.

La religiosa de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará destacó que las gemelas argentinas “por ser misioneras, están dando sus vidas en una tierra que no es la suya, pero que aprendieron a amar por el sólo hecho de haber sido enviadas por Cristo para ser un reflejo de Su luz”.

“Entre ellas la comunicación es muy fluida, como es de esperar, no para fomentar una visión parcial de este conflicto, sino para darse ánimo mutuamente, para seguir luchando por la paz, no con las armas sino con la oración y el ejemplo”, dijo.

“La vocación de las gemelas”

La Madre María del Cielo recordó también el testimonio de las dos hermanas “sobre su vocación y el significado de estar en la misma misión en esta parte de Medio Oriente, aunque en lugares enfrentados”.

La hermana Pilar aseguró que “desde niña pensé ser religiosa imaginándome los distintos colores de hábito que vestiría, pero en mi adolescencia y con mi entrada al grupo parroquial ese deseo se fue enfriando, pues estaba tranquila ya que dedicaba mucho tiempo al servicio de Dios y de los demás con mis compañeros”.

“A los 24 años, la noche de Navidad, estaba rezando y a punto de dormirme, Dios me llamó en tal grado y tal forma que en ese momento consagré mi vida a Dios y le prometí que sería de Él y no me casaría con nadie, aunque nunca lograse entrar al convento. Era tanto el gozo y el amor que sentía que lloraba de alegría. Es algo que nunca olvidaré”, aseguró.

La hermana Pilar ingresó al convento el 11 de febrero de 1993. “Un año después entraría mi hermana”, señaló, recordando que esto fue “un duro golpe para mi familia pues mi hermana nunca había tenido inclinación a la vida religiosa”.

“Pero para mí fue una gran alegría, ¡mi gemela, llevamos la misma sangre, el mismo apellido, compartimos muchas cosas cuando niñas y ahora, la misma vida como misioneras, la misma Familia Religiosa, la misma espiritualidad!”, expresó.

Por su parte, la hermana María del Perpetuo Socorro destacó que “mi vocación y la de mi hermana giran en torno a mi abuelita María, una mujer santa, pasaba mucho tiempo rezando, siempre nos despertábamos con el ‘Dios te Salve María’, y es que ella ponía la radio a volumen alto para que ‘despertemos con el Señor’”.

“Al ingresar a la universidad, me rodeé de amigos que pertenecían a un grupo político muy fuerte, llegué a conocer gente muy importante en la política, estaba muy dentro hasta llegar a los primeros escalones masónicos donde todo estaba permitido, menos hablar de Dios”, recordó.

El llamado de Dios lo recuerda como “una gracia de primer grado” que fue recibido en su familia como “un baldazo de agua fría”.

“Ante su rechazo les dije tal fecha entro al convento, y con lágrimas ese día hice mi bolso y salí. Con el tiempo lo comprendieron y dan gracias a Dios por tener dos monjitas en la familia, ciertamente, las oraciones de las dos Marías y las de mi hermana fueron escuchadas”, dijo.

La Madre María del Cielo expresó su deseo de que “quiera Dios y su Madre Santísima que el ejemplo de estas hermanas religiosas sirva para dar luz sobre cómo vivir en esta situación de violencia, para que jamás decaiga la esperanza y la confianza en Dios quien todo lo permite para un bien mayor”.

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