El Obispo escribió una carta a los sacerdotes y al pueblo de Dios de ambas diócesis “ante tantos días y horas difíciles que hemos vivido, a nivel nacional y especialmente en nuestra región, primero en Buga, luego en Cartago y ahora en Tuluá”.
“Quiero expresarle a todos que los acompaño con toda el alma y que el sufrimiento de quienes han sido víctimas de los desmanes que se han cometido, lo comparto en lo más íntimo de mi ser, y rechazo cualquier forma de violencia o atropello a la dignidad humana y al derecho a vivir dignamente, venga de donde viniere”, indicó el Prelado en la misiva publicada la noche del 26 de mayo.
Según informa el diario colombiano El Tiempo, el martes 25 la ciudad de Tuluá, en el departamento del Valle del Cauca, vivió 12 horas de confusión y zozobra que terminaron con la muerte de un estudiante de la Universidad Central del Valle del Cauca (Uceva), el incendio del Palacio de Justicia y daños a locales comerciales y bancos.
El martes las manifestaciones empezaron pacíficamente al mediodía, pero los ánimos se exacerbaron alrededor de las 5:00 p.m. cuando el Escuadrón Antidisturbios (ESMAD) intentó levantar los varios bloqueos que había en la ciudad.
Esto habría dado una excusa para el vandalismo y alrededor de las 7:30 p.m. los vándalos lanzaron bombas incendiarias contra el Palacio de Justicia.
De acuerdo a informaciones recientes, el incendio no pudo ser sofocado, pues no se permitía el paso de los bomberos.
Semana señala que esta zona, cercana a la ciudad de Cali, es “una región donde se adelantan graves procesos en contra de capos del narcotráfico que podrían verse beneficiados con la quema de los expedientes” del Palacio de Justicia.
La quema del Palacio de Justicia de Tuluá se suma a otros hechos de vandalismo contra los edificios de la administración de justicia en el país, como la fiscalía de Popayán.
“Rechazo y condeno estos actos de terrorismo que buscan sembrar caos y miedo. Ataques como los de esta noche en Tuluá dejan de ser vandálicos y se convierten en actos terroristas. La protesta pacífica es legítima, la violencia es delito”, dijo sobre los desmanes el ministro de Justicia, Wilson Ruiz.
“No faltarán algunos que justificarán quemar la sede del Palacio de Justicia de Tuluá. Esto es un acto delincuencial, sin explicaciones, sin atenuantes, sin consideraciones especiales, ni tratamiento diferencial. Los responsables deben ser judicializados y condenados”, afirmó por su parte el ministro del Interior, Daniel Palacios.
En su carta, Mons. Ospina señala que es bueno preguntarse “si esta situación no desvela el fracaso social que hemos ido cultivando como país. Una sociedad que hace rato perdió el norte moral. Una población que cree resolver sus problemas al margen de Dios”.
“Mi llamado es en primer lugar a ustedes, queridos sacerdotes, para que no dejen de organizar jornadas de oración al dueño de la historia para que tenga misericordia de nuestra patria”.
Tras alentar a los presbíteros a ser “puentes de diálogo, de acercamiento entre todos para oírse, para entender los reclamos, para buscar salidas, para que todos nos podamos sentir parte de la solución y no aticemos más el fuego de la intolerancia o de la discriminación, recordando que la prudencia hace verdaderos sabios”, el Prelado se dirigió también a la población.
“Mi llamado es también para todas las personas de buena voluntad, que, queriendo construir un país mejor, puedan aportar presencia, ideas, escucha, respeto a cada ser humano cualquiera que sea su forma de pensar o de actuar”, indicó el Obispo.
“Jesús nos enseñó: hazle bien al que te hace mal; ora por tu enemigo. Todos somos colombianos, todos somos patria, todos somos hermanos”, concluyó.
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