“En Pakistán -señala el informe que ofrece una panorámica completa de la situación de los derechos humanos en 160 países-, las leyes sobre la blasfemia continuaron a vincularse a la violencia de los vigilantes. La policía fue advertida de algunas agresiones inminentes a personas sospechosas de blasfemia peor no tomó medidas adecuadas para protegerlas. Algunos musulmanes chiítas fueron asesinados en ataques de grupos armados; como también los ahmadíes y cristianos fueron blanco de ataques”.
En Asia y el Pacífico, a pesar de algunos avances positivos, “la tendencia general fue regresiva debido a la impunidad, continua el trato desigual y la violencia contra las mujeres, la tortura y el uso de la pena de muerte, la represión de la libertad de expresión y de reunión, la presión sobre la sociedad civil y las amenazas contra defensores de derechos humanos”, afirma Amnesty.
“Varios países de la región continúan aplicando la pena de muerte. En diciembre, un ataque guiado por los talibanes pakistaníes contra la escuela militar pública de Peshawar provocó 149 muertes, entre las cuales 134 eran niños: el atentado terrorista más letal en la historia de Pakistán. Por toda respuesta, el gobierno revocó la moratoria y ejecutó rápidamente las condenas a muerte de siete hombres, ya condenados por otros delitos relacionados con el terrorismo.
Más de 500 personas están en riesgo de ser condenadas a muerte”, agrega el informe, diciendo que “los ataques por motivos políticos contra periodistas sufrieron un aumento preocupante. En Pakistán, al menos ocho periodistas fueron asesinados como resultado directo de su trabajo, convirtiendo al país en uno de los más peligrosos del mundo para los que realizan esta profesión”.
En el país, concluye el comunicado de Amnesty, continúa “la práctica de los matrimonios forzados de menores de edad, los llamados crímenes de honor, la violencia contra las mujeres”
En otras partes del mundo
El Informe Anual de Amnistía Internacional sostiene que “el 2014 fue catastrófico para millones de personas atrapadas en la violencia. La respuesta global a los conflictos y a los abusos cometidos por Estados y grupos armados fue vergonzosa e ineficaz. Mientras la gente sufría una escalada de brutales ataques y represión, la comunidad internacional dejó mucho que desear”, afirmó Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.
De este modo, enumeran situaciones como “grupos armados brutales que ejercen un control similar al que tiene un Estado sobre cada vez más poblaciones civiles, sometidas a ataques, persecución y discriminación”, “agravamiento de las amenazas contra la libertad de expresión y otros derechos, como las violaciones de derechos causadas por nuevas leyes antiterroristas draconianas y por la vigilancia masiva injustificada”, “empeoramiento de las crisis humanitarias y de refugiados, con un número cada vez mayor de personas desplazadas a causa de los conflictos, en tanto que los gobiernos continúan cerrando fronteras y la comunidad internacional sigue sin proporcionar auxilio ni protección”.
Suscita especial preocupación -aseguran- el aumento del poder de los grupos armados no estatales, entre ellos el grupo autodenominado Estado Islámico. Los grupos armados cometieron abusos en al menos 35 países en 2014, más de uno de cada cinco países investigados por Amnistía Internacional.
Por su parte, Anna Neistat, directora general de Investigación de Amnistía Internacional, asegura en un comunicado que publicado por la misma ONG, asegura que “a medida que la influencia de grupos como Boko Haram, Estado Islámico y Al Shabaab traspase las fronteras nacionales, cada vez más civiles se verán obligados a vivir bajo su control, similar al de un Estado, sometidos a abusos, persecución y discriminación”.
Y añade que “los gobiernos deben dejar de fingir que la protección de civiles no está a su alcance, y ayudar a reducir el sufrimiento de millones de personas. Los dirigentes mundiales deben asumir un cambio fundamental en su manera de responder a las crisis en todo el mundo”.
Para esta ONG internacional “en los casos de Siria, Irak, Gaza, Israel y Ucrania, el Consejo de Seguridad de la ONU no abordó las crisis y los conflictos -ni siquiera en situaciones en las que los Estados y los grupos armados cometen horrendos crímenes contra la población civil- debido a intereses creados o conveniencias políticas” y por eso piden que “los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad renuncien a su derecho de veto en situaciones de genocidio y otras atrocidades masivas”.
El secretario general de Amnistía Internacional explica que “esto podría suponer un punto de inflexión para la comunidad internacional y los instrumentos de que dispone para ayudar a proteger la vida de los civiles. Con la renuncia a su derecho de veto, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad otorgarían a la ONU más posibilidades de actuar para proteger a la población civil cuando haya vidas en situación de grave riesgo, y enviarían a los responsables de abusos el firme mensaje de que el mundo no se quedará de brazos cruzados mientras se cometen atrocidades masivas”.
El sangriento legado del ingente flujo de armas a países donde Estados y grupos armados las utilizan para cometer graves abusos se cobró decenas de miles de vidas de civiles en 2014. Y por eso Amnistía Internacional pide a todos los Estados que ratifiquen o acepten y se adhieran al Tratado sobre el Comercio de Armas, que entró en vigor el pasado año.
Además, piden a los dirigentes mundiales que impongan nuevas restricciones para hacer frente al uso de armas explosivas en zonas pobladas, que dieron lugar a innumerables muertes de civiles en 2014.
Del mismo modo, Amnistía Internacional insta a los gobiernos a garantizar que su respuesta a las amenazas contra la seguridad no menoscaba derechos humanos fundamentales ni fomenta más violencia. El Informe Anual detalla cuántos gobiernos reaccionaron a las amenazas contra la seguridad con tácticas draconianas y represivas en 2014, como por ejemplo: Afganistán, Kenia, Nigeria, Pakistán, Rusia y Asia Central, Turquía. “Desde Baga hasta Bagdad, los dirigentes gubernamentales han intentado justificar las violaciones de derechos humanos hablando de la necesidad de que el mundo siga siendo ‘seguro’”, afirmó Salil Shetty.
“Una consecuencia trágica de la incapacidad de la comunidad internacional para ocuparse del nuevo rostro de los conflictos es una de las crisis de refugiados más graves que el mundo ha conocido, mientras millones de personas –4 millones sólo de Siria– siguen huyendo de la violencia y la persecución”.+
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