Movido por el agradecimiento a Dios, Armando Ramón Hernández Pérez, mejor conocido como “Armando Andante”, es el hombre que a lo largo de siete años ha realizado la estatuilla de Monseñor José Ruiz Medrano, escultura que la Arquidiócesis de Guadalajara otorga a los profesionales del periodismo y los medios de comunicación a través del Premio Católico al Comunicador.
En entrevista para Semanario, el escultor tapatío narra la forma como surgió su vocación por el arte así como la historia del origen de la escultura dedicada al ilustre Canónigo.
Descubriendo la vocación
Los primeros momentos que Armando recuerda de su infancia es el de sus manos llenas de plastilina, dentro de ellos menciona a su madre como un pilar importante dentro de su vida que le ayudó a desarrollar su talento.
“Yo le preguntaba a mi mamá: ‘¿por qué los niños sí tienen monitos y carritos y yo casi no?’ y decía: ‘es que ellos se portan mal, tú como te portas bien tienes que hacerlos’ (…) mis manos han estado educadas desde que tocaron por primera vez los brazos de mi madre, desde esa vez que mis manos tuvieron contacto con algo físico yo soy escultor”.
Un parteaguas que lo llevó a descubrir su talento por la escultura fue durante su estancia como alumno de 1° de Filosofía en el Seminario de Guadalajara, pues luego de fracturarse la tibia y el peroné en un partido de fútbol, el escultor estaba imposibilitado para realizar sus actividades ordinarias, por lo que pidió a su padre que le trajera barro, con el cual realizó una escultura de un seminarista que mereció el elogio de sus compañeros.
Luego de retirarse del Seminario, el joven artista siguió colaborando en conjunto con el Padre Carlos Javier Díaz Vega, ex-formador del Seminario, en la organización de la Semana Cultural que ahí se realiza. Dentro de una reunión recuerda que un seminarista sugirió al Padre Carlos, que Armando realizara una pequeña estatua del Monseñor Ruiz Medrano para premiar a los ganadores de los concursos, iniciativa que fue vista con buenos ojos por todos los presentes.
Ese mismo año en que el artista realizó la escultura metálica, el Padre Carlos Javier sugirió al Padre Antonio Gutiérrez Montaño, Director General del Centro Católico de Comunicaciones, que esta escultura fuera el galardón que otorgara la Arquidiócesis de Guadalajara en el Premio Católico del Comunicador “José Ruiz Medrano”, propuesta que el Padre Montaño aceptó.
“Yo estoy agradecido de que cada año me hablen y me pidan que yo las haga (estatuillas), para mí es una gratitud de lo mucho que yo he recibido del Seminario”, dijo Armando.
Inspirado en lo tradicional y lo divino
Acerca de las fuentes de su inspiración, el escultor resalta dos grandes inspiraciones: las raíces del pueblo mexicano y el encuentro con Dios.
“Yo manejo las tradiciones, todo lo que tenga que ver con mariachi, lo que tenga que ver con tequila, lo que tiene que ver con charrería, lo que tenga que ver con la Revolución, la Independencia, las Adelitas, los Pancho Villa, los Zapata, eso es lo primero. Me encanta que en México soy el único escultor que habla de la tradición, como tal mi único trabajo es la tradición.
“Lo segundo en lo que me inspiro es que mi cerebro y mi corazón son las manos. Amo mis manos, me encantan, soy un traductor de Dios, eso siempre lo he pensado y lo he dicho. A cada uno de mis clientes yo le digo lo siguiente: ‘no soy yo el escultor, es Dios quien habla a través de mí con sus manos’. Yo soy un títere de Dios”.
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