“Verdad y bien común nos siguen llamando a servir a nuestra patria”, dijo Mons. Cargnello
El prelado precisó que son reflexiones que surgen de lo “tantísimas veces rezado con nuestra gente a lo largo de estos primeros años del siglo y del milenio: queremos ser una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y queremos ser una Nación cuya identidad sea el compromiso por el bien común”.
Asimismo, pidió dejarse interpelar “por la palabra de Jesús, nosotros, pueblo que canta tres veces: ¡Libertad!, en su himno nacional”.
“La verdad garantiza la libertad en nuestras relaciones, da salud al tejido social, oxigena los vínculos. Si amamos de verdad la patria, si asumimos con sinceridad lo desafiante de esta hora, el cultivo de la verdad como proyecto no puede quedar en un segundo término. Necesitamos la verdad. Nuestra patria necesita sumergirse en un baño recreador de verdad entre todos los ciudadanos”, subrayó.
El arzobispo salteño sostuvo que “necesitamos inyectar la verdad en nuestras relaciones familiares, políticas y sociales. Se trata de respetar al otro y su dignidad inalienable procurando tratarlo con respeto y con gratitud por la riqueza de las diferencias que aporta y que nos enriquecen a todos. Se trata de evitar la prepotencia que amilana, destruye, y genera resentimientos. Se trata de huir del engaño que genera sospechas, dudas, actitudes defensivas. Se trata de no usar al otro sino de confiar en la fuerza del servir, del acompañar, del sostener”.
“Necesitamos devolver la verdad a nuestros relatos. Se trata de respetar nuestra historia, la real, la de los argentinos que nos precedieron con su carga de humanidad y con su esfuerzo por superarse, sin imponer visiones sesgadas, interesadas. Se trata de mirar el presente a la cara e informar y compartir lo que somos, lo que vivimos, para no explotar al otro. En la humanidad el dominio despótico de la información ha sido muchas veces fuente de injusticias estructurales que claman al cielo, por eso necesitamos que la verdad sostenga el tejido social”, aseveró.
El prelado insistió en que se necesitan “transformar con la verdad nuestras actitudes. Se trata de superar hipocresías, de crecer en servicio, de querer avanzar con todos los argentinos. Se trata de respetar a los más pobres, de esperar sus ritmos, de aproximarnos a sus vidas que nos sacan del encierro egoísta. Salta es una expresión de la riqueza de razas, de culturas, de migraciones. Los hechos nos invitan a crecer en capacidad de integración. Aceleremos nuestra marcha en esta dirección que posibilita el crecimiento de todos. El otro es una riqueza, no una amenaza”.
Monseñor aclaró que no pretende hacer “una reflexión sobre el bien común sino solamente pintarlo con cinco trazos que, me parecen que se destacan en el bien común necesitado y buscado hoy en nuestro país y, en particular en nuestra provincia” y los enumeró: Apostar a una educación de calidad y con fuerte capacidad inclusiva, renovar el entusiasmo en la lucha por una salud para todos, renovar nuestro compromiso con la cultura del trabajo, jugarse por la familia y por la vida y cuidar el equilibrio ecológico ambiental y humano.
“Son éstas, cinco pinceladas que hacen al bien común. Cada uno pensará mejor en estas y sabrá que hay otras que tienen que ver con la creación de las condiciones de la vida social que permiten a las personas y a las instituciones el logro más pleno de su realización”, insistió y concluyó: “Verdad y bien común nos siguen llamando a servir a nuestra patria. Que la protección del Señor del Milagro nos anime a seguir adelante. La maternal acogida de nuestra Señora del Milagro nos conforta”.
La acción de gracias a la patria se llevó a cabo en la catedral-basílica, adonde acudieron el intendente de Salta, Miguel Isa, diversas autoridades y funcionarios municipales, pero no el gobernador provincial Juan Manuel Urtubey.+
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