Patricia Peña
Felicidad, motivación, sabiduría, experiencia, tranquilidad, cariño, estabilidad son algunos de los pilares que llegan a la tercera generación, la de los nietos, a través de los queridos abuelos que cada vez son más importantes en el seno de la familia, ante la necesidad de trabajar de ambos progenitores.
Cientos, quizá miles de atletas han dedicado sus victorias a ellos, quienes han tomado el papel de los padres ante la situación actual para iniciarlos en prácticas positivas, entre ellas, el deporte.
Una pizca de ésta muestra está presente en la memoria de los pasados Juegos Olímpicos de Río 2016 en los que el pentatleta mexiquense Ismael Hernández, alcanzó su sueño de hacer historia y ganar la primera medalla olímpica de México en ésta disciplina con un bronce que dedicó a su primera motivadora: su abuelita.
A los nueve años de edad comenzó en el pentatlón moderno, deporte que lo ha llevado a representar a México en varios eventos internacionales como Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Copas del Mundo, en las que ha subido al podio. La posibilidad de mantenerse en el equipo desde su inicio fue lo que su abuelita le enseñó en sus primeros cinco años de vida, cuando estuvo al cuidado de sus abuelos en Cuautla, Morelos, debido a que sus padres trabajaban en la Ciudad de México.
Desde pequeño se involucró en el deporte sin saberlo, su abuela tenía una alberca en el patio de su casa que le divertía mucho y donde su abuelita pasó de la recreación al deporte con disciplina.
“El pentatlón moderno es parte de mi vida. Mis abuelos y padres siempre me dijeron que el deporte es formativo y esa es una de las cosas que te preparan para las cosas de afuera. En el deporte aprendí a ser perseverante, luchar por mis sueños y levantarme una y otra vez en todas las dificultades que he tenido día a día”, expresó el deportista en una entrevista en la que reconoció que el papel de los padres nunca será suplida, pero sí es fundamental el impulso de unos abuelos que cobijen esas figuras.
Aportar a los niños felicidad y seguridad puede parecer una reflexión muy obvia cuando se habla de los abuelos, sin embargo, especialistas han corroborado con sus estudio que los abuelos que crían a sus nietos les aportan estabilidad emocional y que las relaciones cercanas entre abuelos y nietos sirven de amortiguación a los efectos de los eventos adversos de la vida, juegan un papel decisivo en los momentos de retos de los menores. Por ello, felicidad y felicidades al recordarlos en su día.
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