En el texto enviado al Nuncio Apostólico en Bosnia Herzegovina, Mons. Luis Pezzuto, que fue leído por la noche del 1 de agosto, el Santo Padre destacó que el encuentro anual de jóvenes en Medjugorje es “un tiempo rico de oración, de catequesis, de fraternidad” y que ofrece “la posibilidad de encontrar a Jesucristo vivo, especialmente en la Eucaristía, celebrada y adorada, y en la Reconciliación”.
Al referirse a la Eucaristía, el Papa señaló a los jóvenes que “ayuda a descubrir otro modo de vivir, distinto a lo que ofrece la cultura del provisional, según la cual nada puede ser definitivo, sino que cuenta solamente el gozar el momento presente”.
Además, el Santo Padre dijo sobre el título del festival “Vengan y vean” que son palabras que Jesús dice a sus discípulos en el Evangelio de San Juan y que indican “un itinerario de fe con finalidad al ‘ver’, es decir, hacer experiencia del Señor y, gracias a Él, ver el sentido pleno y definitivo de nuestra existencia”.
Por ello, el Papa recordó que “el grande modelo de la Iglesia del corazón joven, lista a seguir a Cristo con frescura y docilidad, permanece siempre la Virgen María” y agregó que “su ‘si’ significa involucrarse y arriesgar, sin otra garantía que la certeza de ser portadora de una promesa” y que “su ‘he aquí la sierva del Señor’ es el ejemplo más hermoso que nos describe qué sucede cuando el hombre, en su libertad, se abandona en las manos de Dios”.
“Que este ejemplo les fascine y les guíe!”, animó el Papa quien recordó que “María es la Madre que nos cuida, a sus hijos, que caminamos en la vida a menudo cansados, necesitados, pero con el deseo de que la luz de la esperanza no se apague. Esto es lo que queremos: que la luz de la esperanza no se apague. Nuestra Madre mira a este pueblo peregrino, pueblo joven que ella ama, que la busca haciendo silencio en su corazón a pesar del hecho de que en el camino hay tanto ruido, conversaciones y distracciones”, afirmó.
Por ello, el Santo Padre invitó a los jóvenes a “correr atraídos hacia aquel Rostro tan querido, que adoramos en la santa Eucaristía y que reconocemos en la carne del hermano sufriente” por lo que confió a todos a la intercesión de la Beata Virgen María para invocar “luz y fuerza al Espíritu Santo para que puedan ser verdaderos testimonios de Cristo”.
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