Según la Tradición de la Iglesia, Epafrodito nació en Filipo. La historia de la Iglesia lo recuerda por haber sido el que viajó desde su tierra natal a Roma para asistir a San Pablo durante su cautiverio entre los años 60 y 62 d.C. En aquella oportunidad, Epafrodito llevó consigo la colecta realizada por la Iglesia de Filipo. De acuerdo a otras fuentes es posible que dicho viaje se haya realizado un poco antes, hacia el año 57 cuando San Pablo estuvo cautivo en Éfeso durante su tercer viaje misional.
Debido a que Epafrodito cayó enfermo, San Pablo decidió enviarlo de vuelta a Filipo con una carta para los cristianos de la ciudad, en la que se refiere a él como “su hermano, colaborador y compañero de armas”. En ésta rogaba a sus queridos neófitos que recibieran a su compatriota con “gozo en el Señor”, ya que Epafrodito había arriesgado todo por la misión que le fue encomendada, incluso estando al borde de la muerte:
“[...] He juzgado necesario devolveros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, enviado por vosotros con el encargo de servirme en mi necesidad, porque os está añorando a todos vosotros y anda angustiado porque sabe que ha llegado a vosotros la noticia de su enfermedad. Es cierto que estuvo enfermo y a punto de morir. Pero Dios se compadeció de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza… Así pues, me apresuro a enviarle para que viéndole de nuevo os llenéis de alegría y yo quede aliviado en mi tristeza. Recibidle, pues, en el Señor con toda alegría, y tened en estima a los hombres como él, ya que por la obra de Cristo ha estado a punto de morir, arriesgando su vida para supliros en el servicio que no podíais prestarme vosotros mismos”. (Flp 2,25-30)
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