1917: REPUDIO DEL EPISCOPADO ESTADOUNIDENSE ANTE EL ARRESTO DEL ARZOBISPO DE GUADALAJARA

Hurgando los Archivos Vaticanos

Francis Clement Kelley EDIT

Pbro. Francis Clement Kelley, fundador de la The Catholic Church Extension Society.

Uno de los recursos implementados por el gobierno encabezado por Venustiano Carranza para exterminar a la Iglesia católica en México, consistió en desterrar a todos los obispos del país, esperando que de ello derivara un cisma. La estrategia produjo el efecto contrario, según nos enteramos por los datos que siguen, tomados de fuentes primarias.

Guillermo Dellamary Toral

El trienio que va de 1914 a 1917 fue funesto para los obispos de México, obligados por el militarismo carrancista a exiliarse a los Estados Unidos, al grado que en la capital de esa nación, Washington, sirvió de asiento a la Delegación Apostólica, instancia a la que llegó la noticia del arresto de don Francisco Orozco y Jiménez, Arzobispo de Guadalajara, y de don Miguel M. de la Mora, Obispo de Zacatecas, en el último de los mencionados años.

Estos hechos suscitaron diversas reacciones en el ámbito católico norteamericano. El periódico The Evening News, de Washington, publicó, el 22 de enero del 17 una nota cuya traducción dice: “Se envía una petición a Carranza para salvar la vida de los sacerdotes. El Departamento de Estado Cuestiona la veracidad de los cargos de complot para favorecer a los planes de Villa”.

Sintomático de lo que estaba pasando, es la carta que por esta fecha suscribe uno de los católicos con más prestigio ante la opinión pública estadounidense, el presbítero Francis Clement Kelley, fundador (1905) de la The Catholic Church Extension Society, cuya revista llegó a tener hasta 3 millones de suscriptores. La dirige a Stephen Bonsall, funcionario del Departamento de Estado, para denunciar a un tal Riendo, que autonombrándose Delegado Apostólico en México, desde la capital de este nombre, afirmando haberse entrevistado con el Presidente de los Estados Unidos, hizo de las suyas. Para nuestro interés, el P. Kelley añade a su misiva su preocupación por el arresto de los obispos mexicanos mencionados, bajo el cargo de conspirar contra del gobierno. Y dice:

El Arzobispo Orozco había estado en Europa desde el inicio de la Revolución hasta hace seis meses, que se vino a Chicago. Lo conocí íntimamente, como a todos los Obispos Mexicanos; ellos se han mantenido tranquilos en América. No ha manifestado ningún tipo de agitación en contra de Carranza, o alguien más. La agitación que se ha llevado a cabo aquí es por parte de los católicos americanos y no va más allá de buscar la libertad religiosa. Tanto el Arzobispo Orozco como el Obispo De la Mora son inocentes. Nadie lo sabe mejor que yo. Es muy probable que ambos sean ejecutados: de hecho ellos lo esperaban cuando regresaron a México pero sentían que era su deber cumplir con su compromiso.

Todos sabemos que los comisionados del gobierno mexicano recientemente insistieron ante los comisionados americanos que sí había libertad religiosa en México. El arresto de estos dos obispos muestra cuánto hay de verdad en sus palabras. Supongo que tanto la administración y los comisionados no tienen el poder para ayudarlos, pero bien sabe usted los efectos que tendrá esta última tormenta en la opinión pública en este país.

MÉXICO, EL PAÍS DE LOS ALTARES ENSANGRENTADOS

El texto evidencia el interés de los católicos estadounidenses ante el conflicto religioso en México, que compartirá de forma íntima en los años venideros el P. Kelley, del que conviene mencionar algunos datos. Oriundo de Vernon River, Canadá (1870), se ordenó presbítero para servicio del clero de Detroit (1893). Prestó a la Iglesia destacados servicios en el ámbito diplomático y a los obispos de México durante su exilio en los Estados Unidos en 1914, etapa durante la cual esta nación sostuvo en Castroville, Texas, en seminario interdiocesano para los estudiantes teólogos mexicanos que habían interrumpido su formación eclesiástica.
Consagrado obispo de Oklahoma en 1924, ministerio que ejerció hasta su muerte, en 1948, fue autor de muchos libros, entre ellos ‘México, el país de los altares ensangrentados’ (1933), donde da cuenta de la persecución religiosa en este país.

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