La Archidiócesis de Madrid abrirá el proceso diocesano de beatificación por martirio de 140 mártires de la Guerra Civil española (1936-1939) que dieron su vida por la fe durante el período de persecución religiosa que desató el bando republicano durante la contienda.
La ceremonia de apertura se realizará el sábado 12 de diciembre y será presidida por el Arzobispo, Cardenal Carlos Osoro, en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena.
Se trata de tres causas diferentes promovidas por la Archidiócesis de Madrid, la Diócesis de Getafe, la Asociación Católica de Propagandistas, la Acción Católica de Madrid y la Acción Católica de Getafe.
Las causas son la de Timoteo Rojo Orcajo y 60 compañeros sacerdotes diocesanos, Rufino Blanco Sánchez y 70 compañeros laicos, e Isidro Almazán Francos y 7 compañeros laicos de la Asociación Católica de Propagandistas.
El Obispo Auxiliar de Madrid, y delegado para las Causas de los Santos del Arzobispado, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, recuerda que “Timoteo Rojo Orcajo, de 45 años, era el canónigo archivero de la Catedral de San Isidro”.
“A él le debe Madrid que el cuerpo incorrupto de San Isidro Labrador no hubiera desaparecido en la revolución, pues se encargó, con otros compañeros, de buscarle un buen escondite. No consiguieron arrancarle el secreto”.
Sobre Rufino Blanco Sánchez, de 75 años, explica que “era un sabio maestro y pedagogo, muy conocido en los ambientes de su especialidad, cofundador de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio”.
“En marzo de 1936 había ingresado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, con un notable discurso, en el que no ocultaba la honda inspiración religiosa de su ciencia y de su vida. Tuvo nueve hijos, de los cuales, Julián, periodista, que se encontraba en casa de su padre cuando llegaron los revolucionarios en busca del anciano paladín del magisterio católico, no quiso dejarlo solo y lo acompañó al martirio”.
El tercero de los mártires que encabeza el proceso de estos 140 siervos de Dios es Isidro Almazán Francos, de 45 años, “maestro, también entregado al apostolado de la enseñanza, era el presidente de la Federación de Maestros Católicos”.
Junto a ellos hay “personas de muy diversas edades y condiciones sociales. Desde jóvenes sacerdotes recién ordenados, como el coadjutor de la parroquia de San Lorenzo de El Escorial, de 25 años, Juan Álvarez Reyero, hasta el que había sido deán del Cabildo catedral y decano del Tribunal de la Rota, de 94 años, José Fernández Montaña”.
“Desde un abogado del Estado y ministro de la República, Federico Salmón Amorín, y un empresario y diputado por Vizcaya, Marcelino Oreja Elósegui, hasta dos carniceros del barrio de La Paloma, Marcelino Panizo Celorio y Marcelino Panizo Rodríguez, padre e hijo”.
También “labradores de Los Molinos o maestras y empleadas de Pinto, las catequistas Valentina Pascual y compañeras”.
Según Mons. Martínez Camino, “a todos les une el haber dado la vida por la fe en Jesucristo, perdonando como Él a sus perseguidores”.
Otros procesos de beatificación por martirio en España
La apertura del proceso de beatificación de estos 140 mártires de la Guerra Civil española se produce semanas después de la beatificación de Joan Roig Diggle, joven laico, miembro de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, asesinado con 19 años al inicio de la Guerra Civil a manos de milicianos de izquierda a las afueras de Barcelona.
Por otro lado, se debería haber beatificado el pasado 14 de noviembre a tres mártires capuchinos (Fray Benito, Fray Domingo de Sant Pere de Riudebitlles y Fray José Oriol), asesinados en Manresa a inicios de la Guerra Civil a manos de milicianos republicanos, pero la ceremonia prevista en la basílica de la Seu de Manresa ha debido aplazarse debido a la pandemia de coronavirus.
Además, recientemente el Papa Francisco firmó los decretos de martirio de los siervos de Dios, P. Juan Elías Medina, sacerdote diocesano y 126 compañeros mártires que fueron asesinados por odio a la fe en España durante la Guerra Civil española.
Ley de Memoria Democrática
Todos estos procesos de reconocimiento de martirio de católicos que dieron su vida por la fe durante la Guerra Civil, y los años de la II República, se produce en un momento en que el Gobierno de España trata de aprobar la llamada Ley de Memoria Democrática.
Se trata de un anteproyecto de ley que busca rendir homenaje a las víctimas del franquismo desde la Guerra Civil hasta la muerte de Franco en 1975, y perseguir manifestaciones consideradas de apoyo o justificación del franquismo.
Esta ley ignora a todas las víctimas de la guerra del bando republicano y, en concreto, ignora a todas las víctimas de la persecución religiosa.
Además, por medio de esta ley, se busca expulsar a la comunidad de benedictinos de la abadía del Valle de los Caídos e, incluso, deja la puerta abierta al desmontaje de la gran cruz que la preside.
Otros procesos de la Archidiócesis de Madrid
La Archidiócesis de Madrid tiene otros dos procesos de beatificación en fase romana de mártires de la Guerra Civil española. Son los procesos de Ignacio Aláez Vaquero y 10 compañeros seminaristas y familiares; y Cipriano Martínez Gil y 55 compañeros sacerdotes y familiares.
Según explicó Mons. Martínez Camino, “en los años treinta del pasado siglo fueron víctimas de la persecución religiosa en Madrid 408 sacerdotes y 17 seminaristas, casi todos durante los primeros meses de la revolución desatada junto con la Guerra Civil”.
De ellos, “342 sacerdotes y 11 seminaristas tenían oficio en la entonces diócesis de Madrid-Alcalá. Los otros 72 se encontraban circunstancialmente en Madrid o fueron traídos aquí por sus verdugos”.
Se trata de cifras “establecidas en el Martirologio matritense del siglo XX, publicado en 2019, que trata sólo de los sacerdotes y seminaristas seculares”.
Por otro lado, “es más difícil de precisar el número total de laicos víctimas de la persecución religiosa. No serán menos que los sacerdotes”, subrayó.
“En toda España dieron su vida como testigos de la fe, en aquellos tiempos dramáticos, unos 4.000 sacerdotes y seminaristas seculares, 3.000 personas consagradas y no se sabe aún cuántos miles de laicos comprometidos. De ellos, son ya casi 2.000 los que han sido elevados a los altares como santos y beatos”, hizo hincapié Mons. Martínez Camino.
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