Así lo indicó el Santo Padre este 26 de diciembre antes del rezo del Ángelus que pronunció en privado desde la biblioteca del palacio apostólico debido a las actuales restricciones sanitarias en Italia provocadas por el COVID-19.
“Recemos hoy por los que sufren persecución por el nombre de Jesús. Lamentablemente son muchos. Son más que en los primeros tiempos de la Iglesia. Encomendamos a la Virgen María estos hermanos y hermanas nuestros, que responden a la opresión con mansedumbre y, como verdaderos testigos de Jesús, vencen el mal con el bien”, advirtió el Papa.
En su reflexión sobre san Esteban, el Santo Padre destacó que “Esteban, mientras recibía las piedras del odio, devolvía palabras de perdón. Así cambió la historia” y añadió que “también nosotros podemos transformar el mal en bien todos los días, como sugiere un hermoso proverbio que dice: ‘Haz como la palmera, le tiran piedras y deja caer dátiles’”.
“Esteban fue acusado falsamente y lapidado brutalmente, pero en las tinieblas del odio hace brillar la luz de Jesús: reza por los que le están matando y los perdona, como Jesús en la cruz. Es el primer mártir, es decir, testigo, el primero de una gran multitud de hermanos y hermanas que hasta hoy siguen llevando luz a las tinieblas: personas que responden al mal con el bien, que no ceden a la violencia y la mentira, sino que rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor. Estos testigos iluminan el alba de Dios en las noches del mundo”, afirmó.
En esta línea, el Santo Padre explicó que el camino para convertirse en testigo es “imitando a Jesús, recibiendo luz de Jesús” y añadió que “este es el camino para todo cristiano: imitar a Jesús, recibir la luz de Jesús”.
“Ser testigos de Jesús es válido también para nosotros. El Señor quiere que hagamos de la vida una obra extraordinaria a través de los gestos ordinarios, de los gestos de todos los días. En el lugar donde vivimos, en familia, en el trabajo, en todas partes, estamos llamados a ser testigos de Jesús, aunque solo sea regalando la luz de una sonrisa, luz que no es nuestra, sino de Jesús y huyendo de las sombras de las habladurías y los chismes”, dijo el Papa.
Por ello, el Pontífice destacó la importancia del servicio y añadió que “san Esteban nos da el ejemplo: Jesús había venido para servir y no para ser servido, y él vive para servir. Esteban, ha sido elegido diácono, se hace diácono, es decir, servidor, y sirve a los pobres en las mesas. Trata de imitar al Señor todos los días y lo hace hasta el final”.
“San Esteban, mientras recibía las piedras del odio, devolvía palabras de perdón. Así cambió la historia. También nosotros podemos transformar el mal en bien todos los días”, concluyó el Papa.
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