Luis Santamaría desentraña las versiones esotéricas y paganas del Camino de Santiago


Ayer, 29 de abril, comenzó en Santiago de Compostela el II Congreso Internacional de Acogida Cristiana y Nueva Evangelización en el Camino de Santiago, organizado por el Cabildo de la Catedral compostelana con los delegados de Peregrinaciones del Camino, y que hasta mañana, 1 de mayo, reúne a personas de diversos países relacionadas con la peregrinación jacobea y los albergues de la Iglesia Católica.


Entre los ponentes que abordan diversos temas jacobeos en el Aula Magna del Instituto Teológico Compostelano (complejo de San Martín Pinario) se encuentran obispos y sacerdotes, religiosas, profesores universitarios, historiadores, representantes de las administraciones y del mundo del turismo, etc. El congreso concluirá con la Misa del peregrino, presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio (que también tuvo a su cargo la ponencia inaugural).


La segunda ponencia del congreso estuvo a cargo del sacerdote de la Diócesis de Zamora Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), que expuso las “Nuevas formas de búsqueda en el Camino”.


Partió constatando la gran cantidad de personas que peregrinan a Compostela por motivos espirituales y no religiosos, y preguntándose: “¿Quiénes son estas personas? ¿Qué piensan? ¿En qué creen? ¿Qué van buscando en el Camino de Santiago?”. Como han observado bastantes autores, hay una espiritualidad subyacente que se enmarca en la New Age o Nueva Era.


Nueva espiritualidad, nuevas “biblias”


En la primera parte de su intervención, Santamaría destacó algunas obras que denominó “las ‘biblias’ de los nuevos peregrinos”, libros que han supuesto un hito en la interpretación esotérica o mágica del Camino de Santiago. Expuso los detalles de la primera novela de Paulo Coelho, dedicada precisamente a este tema, desde la perspectiva de una iniciación mágica en una sociedad secreta.



También dedicó un espacio a la actriz y gurú de la Nueva Era Shirley MacLaine, que en su libro El Camino. Un viaje espiritual ofrece su propia visión de la peregrinación, llegando a mezclar los antiguos mitos gnósticos con la reencarnación y los extraterrestres.


Después abordó algunos ejemplos españoles, como las diversas obras del divulgador esotérico Juan G. Atienza, que pone al desaparecido continente mítico de la Atlántida como centro de atención jacobea, o Grian (Antonio Cutanda), que entiende el Camino desde la leyenda del Santo Grial. De forma más breve el ponente citó otros autores y obras que se mueven entre los templarios y el juego de la oca, entre las más variopintas interpretaciones.


Las claves de una propuesta alternativa


En un segundo momento, Luis Santamaría subrayó la utilización que hacen las espiritualidades alternativas del Camino como espacio propio, vaciándolo de su sentido cristiano. Afirmó que “es interesante fijarse en las fechas de publicación de los libros y sus reediciones, que coinciden casi siempre con la celebración de los Años Santos o en sus inmediaciones”. Por eso, continuó diciendo, el interés comercial es notable y hay que tenerlo en cuenta, ya que se trata de unos productos muy rentables económicamente”.


Analizó en su ponencia también la pretensión que tienen estos autores de “demostrar” que el Camino de Santiago existía antes del cristianismo, la actitud de distanciamiento calculado de la fe, su exaltación de la heterodoxia… Además de la imprescindible lectura simbólica, que lleva a que todo elemento artístico cristiano sea “reinterpretado, y la cima de esto la vemos en el Pórtico de la Gloria, que sería todo un compendio de sabiduría esotérica hecha piedra para muchos de estos autores”.


Unas propuestas en las que destaca el sincretismo y en las que se acaba considerando divino al ser humano, algo propio de la “teología” de la Nueva Era.


¿Hasta Finisterre?


Un dato importante, común a todas las propuestas alternativas, es que “tras arribar a la ciudad que custodia los restos del apóstol, hay que continuar el Camino hasta el punto en el que no se puede seguir andando, en la costa más occidental de la península Ibérica, y especialmente los enclaves de Finisterre y Noya. Sin este último tramo, la ruta estaría incompleta, ya que no se entiende Compostela como el final de la ruta”.


Algo que se ha extendido popularmente y que el ponente desentrañó, resumiendo su trasfondo así: “las costas gallegas habrían sido el destino, hace miles de años, de diversos marineros –identificados simbólicamente con la figura bíblica de Noé– que, procedentes de la Atlántida, habrían llevado los conocimientos de la civilización desaparecida, notablemente superiores, a una población indígena que los habría considerado seres divinos, y que habría transmitido ese saber en forma de arquitectura y simbología”.


Un desafío para la Iglesia


Siguiendo las líneas fundamentales del magisterio de la Iglesia Católica sobre las sectas y la nueva religiosidad (que propone mirar hacia dentro para ver qué fallos puede tener la comunidad creyente para llegar a una situación en la que esas propuestas tienen éxito), Luis Santamaría cuestionó: “¿qué pistas puede dar la deformación jacobea que elabora la nueva religiosidad a la acción pastoral de la Iglesia en torno al Camino de Santiago?”.


Y señaló algunas líneas de acción: acoger a las personas en su búsqueda espiritual concreta, aprovechar catequéticamente el arte sacro a lo largo del Camino, elaborar guías y materiales que no malinterpreten ni deformen el sentido de la peregrinación, cuidar la liturgia y lo ritual para que sea encuentro con Dios, y elaborar una apologética “que desmonte las elucubraciones místico-esotéricas y desde los datos históricos, culturales y religiosos explique la verdad de un Camino, de sus peregrinos y de su meta”.



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