Juan Pablo II
ROMA, 09 Abr. 14 / 10:03 pm (ACI/EWTN Noticias ).- El Cardenal Stanislaw Dziwisz, Arzobispo de Cracovia (Polonia), uno de los colaboradores más cercanos del Beato Papa Juan Pablo II, asegura que la santidad del Pontífice polaco estivo también marcada por el martirio.
En un artículo titulado “Una vida junto a Karol” publicado en la edición de abril de la revista “Luoghi dell'infinito” del diario italiano Avvenire, el Purpurado explica que en el atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981 “se derramó la sangre del Papa” y “el Papa se acercó al martirio de la sangre”.
“Después, el resto de su pontificado estuvo marcado por otro tipo de martirio: el trabajo duro, el sacrificio, el consumirse por Cristo y por su causa, por la cual el Salvador del hombre vino a la tierra”, subrayó.
El Cardenal Dziwisz destaca que en sus 27 años de pontificado la santidad del Papa Wojtyla se presentó como “variopinta”, y “polifónica”, porque destacó en muchos aspectos como “la santidad en la oración, el servicio, el sufrimiento”.
“Conocí a Karol Wojtyla en el seminario, a los 18 años, era el 1957. Él era profesor de ética. Nos impresionaba su conocimiento en esta materia, así como su espiritualidad y su apertura mental hacia el prójimo. Un año después fue nombrado obispo auxiliar de la Diócesis de Cracovia y algún año después, asumió la guía como Arzobispo metropolitano”, recuerda.
“El 23 de junio de 1963 recibí de las manos del joven Arzobispo Karol el Sacramento del Sacerdocio. Entonces no me imaginaba que la historia de mi vida y de mi vocación habría estado tan marcada por el servicio para la Iglesia a su lado. Literalmente”.
El 6 de octubre de 1978 llegó el punto de inflexión para la vida del Cardenal Dziwisz: El Cardenal Wojtyla había sido elegido en el Cónclave el nuevo Papa de la Iglesia Católica. “Me pidió que continuara ayudándole. Así comenzó todo”.
“Nadie sabía cuánto duraría, ni cómo sería el pontificado del Papa Juan Pablo II, que llegó a Roma desde un país lejano, tanto desde el punto de vista geográfico como político. En el país del Papa reinaba un sistema comunista totalitario que luchaba contra Dios, la Iglesia y el ser humano, con el objetivo de privarlo de lo que es más importante”.
El Cardenal Dziwisz considera que con su muerte, el pontífice se convirtió en un “catequista” para toda la humanidad. “Lo acompañé hasta el final, hasta su último respiro. Se podría pensar que era el final de todo, pero en realidad, era el principio de una nueva historia: la santidad. Por sí solos, la muerte y los funerales de Juan Pablo II se convirtieron en una catequesis emocionante para el mundo entero”.
“Dios solo sabe lo que sucedió en los corazones de millones de personas. La santidad del Papa comenzó en aquél momento a hablarles. La santidad del Papa es la síntesis de quién era él, y lo que consiguió hacer”.
La oración de Karol Wojtyla
Para el Cardenal Dziwisz aseguró que la oración es la clave para entender la personalidad de Karol Wojtyla. “Desde joven y los años oscuros marcados por la Segunda Guerra Mundial, estaba impresionado por Jesucristo. Cristo y el Evangelio entraron en su vida y lo conquistaron. Desde entonces este joven discípulo del Maestro de Nazareth comenzó un intenso camino espiritual. Se impuso un programa al que fue fiel como sacerdote, Obispo y Papa”.
El Purpurado recordó que un día de oración diaria para el joven Wojtyla iniciaba con “una meditación seguida de la celebración eucarística, además de la que oficiaba en su parroquia. Después como Cardenal pasaba las horas de la mañana a la capilla y solamente al trabajo intelectual, en sus discursos, artículos y libros. Junto al altar del tabernáculo los meditaba y escribía. La oración se mezclaba con el trabajo creativo y se convertían en una sola cosa. Lo mismo sucedía durante los largos viajes en auto. Oraba y escribía”.
“El programa cotidiano también incluía la Liturgia de las Horas, y oraciones tradicionales, como el Rosario, las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús, las Letanías Lauretanas, además del Via Crucis . Mantuvo este programa incluso en el Vaticano”.
“El Santo Padre oraba cada día en su habitación, según las indicaciones del Evangelio… oraba solo, pero también junto a quienes le prestaban servicio. Oraba como solo un pastor de verdad sabía hacer”, concluyó.
El Papa Juan Pablo II será elevado a la gloria de los altares de la Santidad el próximo 27 de abril junto al Beato Papa Juan XXIII, en una ceremonia de canonización dirigida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro. Se espera que para la ocasión millones de personas viajen a la ciudad de Roma.
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