Santa Margarita María Alacoque, Promotora del Sagrado Corazón de Jesús: Consagración al Corazón de Jesús


Un punto fundamental en las revelaciones de Jesús a santa Margarita María es la consagración personal a su divino Corazón. Consagrarse significa entregarse a Él sin condiciones con todo lo que somos y tenemos. Es una entrega total, confiando plenamente en Él, que dispondrá de nosotros de la mejor manera para nuestro bien. Es confiar plenamente en su bondad y lanzarnos al abismo de su divino Corazón con plena confianza, sin temor al futuro, sabiendo que estamos en buenas manos y que vale la pena dejarse llevar por Él como un niño en brazos de su madre.

Consagrarse es estar totalmente disponibles para lo que Él quiera, es aceptar con alegría lo que Él decida o permita para nosotros, aunque no entendamos nada. Es una disponibilidad absoluta y para siempre, como una donación de todo nuestro ser. Es como decirle de verdad: Señor, haz de mí lo que Tú quieras, puedes poner o quitar de mí lo que desees, sea lo que sea te doy las gracias, porque te amo y confío en Ti, porque Tú eres mi Dios y mi Señor. Es decirle en pocas palabras: Jesús, por medio de María, me consagro a Ti y quiero que Tú seas el Señor y el Rey de mi vida.

Eso significa darle carta blanca, es como firmarle un cheque en blanco, es como pedirle que sea el chofer de nuestra vida y que Él decida por nosotros lo que más nos conviene, sabiendo que será lo mejor para nosotros. Por eso, consagrarse a Jesús es un acto de total confianza en su amor, es como pedirle que nos meta para siempre dentro de su divino Corazón.

Decía santa Margarita María: Me parece que no hay camino más corto para llegar a la perfección ni medio de salvación más seguro que consagrarse del todo a este divino Corazón para tributarle todos los homenajes de amor, honor y alabanza que están a nuestro alcance (133).

El corazón de Jesús no dejará perecer a ninguna de las almas que se le hayan consagrado para tributarle todos sus homenajes y el amor de una voluntad franca y sincera (134).

ORACIONES
CONSAGRACIÓN PERSONAL AL CORAZÓN DE JESÚS

Jesús, yo te consagro en este momento mi persona, mi vida, mis acciones, penas y sufrimientos para no servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarte, amarte y glorificarte. Esta es mi voluntad irrevocable: ser todo tuyo y hacerlo todo por tu amor, renunciando a cuanto pudiera desagradarte. Te elijo, oh Jesús, como el centro de mi amor, el protector de mi vida, la garantía de mi salvación, el remedio de mi fragilidad, el reparador de todos los pecados de mi vida y quiero que seas mi asilo seguro en la hora de mi muerte.
Sagrado Corazón de Jesús, pongo toda mi confianza en Ti. Quita de mi alma todo lo que te desagrade y que tu puro amor se imprima en lo íntimo de mi corazón, de modo que jamás me olvide ni me separe de Ti. Te suplico, por tu amor, que mi nombre esté escrito en tu divino Corazón para siempre, porque quiero vivir y morir como hijo tuyo para siempre. Amén.

PARA LA ENTRONIZACIÓN DEL CORAZÓN DE JESÚS

a) Consagración a María

Oh María, Madre de nuestra familia, a tu Corazón Inmaculado queremos consagrarnos en este día. Queremos ponernos bajo tu manto y protección para que siempre nos defiendas de todo mal y de todo poder del maligno. Madre nuestra, Virgen María, defiéndenos de los peligros, ayúdanos a superar las tentaciones y presérvarnos de todo mal. Y, cuando lleguen los momentos de dolor, sé Tú nuestro refugio. Y, en los momentos de alegría, llévanos por el camino que nos conduzca a Dios para serle siempre agradecidos.

Madre nuestra, recibe nuestro humilde acto de consagración. Tuyos somos y tuyos queremos ser para siempre. Y danos la gracia de amar a Jesús con todo nuestro corazón y ofrecerle el homenaje de nuestro amor, especialmente en la Eucaristía.
Todos repiten: Soy todo tuyo, Reina mía, madre mía, y cuanto tengo tuyo es. Te entrego mi vida y mi amor, mi pasado, mi presente y mi futuro con todo lo que tengo y todo lo que soy para que se lo presentes a Jesús, que lo recibirá contento de tus manos. Dulce Corazón de María, sed la salvación mía. Amén.

b) Consagración al Corazón de Jesús

Señor Jesús, queremos proclamarte en este momento como el Rey y dueño de nuestro hogar y de nuestra familia. Queremos que reines en nuestras mentes y en nuestros corazones por el amor. Queremos amarte y adorarte a Ti, Jesús, que siempre nos esperas en la Eucaristía. Queremos que reines en nuestra vida entera: en nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, palabras, miradas, obras... Todo es tuyo y todo te lo entregamos para que reines en nuestro cuerpo y en nuestra alma, pues queremos hacer siempre tu santa voluntad.
Oh divino Corazón de Jesús, dirige nuestra familia por el camino del bien, bendice nuestro trabajo y nuestras empresas, nuestras diversiones, nuestras amistades y todas nuestras actividades para que Tú seas el primero en todo.

Cúbrenos a todos con tu sangre bendita y protégenos de todo poder del maligno. Ayúdanos en los momentos difíciles y consuélanos en nuestras penas.

Sé Tú la alegría de nuestras vidas, porque sin Ti no podemos ser felices. Te pedimos por nuestros familiares difuntos para que los tengas en tu gloria. Y, cuando a nosotros nos llegue el momento de la partida definitiva, reúnenos a todos en tu reino para gozar unidos contigo en la patria celestial.

Jesús, bendice nuestro hogar. Sé Tú nuestro Rey. Establece en nuestra casa tu trono para siempre, porque no queremos que reine otro sino Tú. Por eso, con toda la fuerza de nuestro corazón, queremos decir: ¡Viva por siempre amado, bendecido y glorificado en nuestro hogar el Corazón divino de Jesús! ¡Venga a nosotros tu reino! ¡Bendito y alabado seas por siempre Jesús! ¡Bendito seas por siempre en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía! ¡A Ti el poder, el honor y la gloria por los siglos de los siglos! Amén.

Todos repiten: Oh Jesús, por medio de María me consagro a Ti y quiero que Tú seas el Señor y el Rey de mi vida. Jesús, yo te amo y yo confío en Ti. Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL CORAZÓN DE JESÚS

Oh divino Corazón de Jesús, postrados humildemente ante tu altar, queremos consagrarte en este día nuestra familia con todos nuestros seres queridos. Oh Jesús, por medio e intercesión de María, te pedimos que bendigas nuestro hogar y pongas tu amor, paz, unión y comprensión entre nosotros. También te pedimos por nuestros familiares difuntos y por todos aquellos familiares nuestros que vivirán hasta el fin de los siglos. A todos te los encomendamos desde ahora. Te encomendamos a toda nuestra familia, escribe nuestros nombres en tu divino Corazón y escóndenos en Él. Cúbrenos con tu sangre bendita y protégenos de todo poder del maligno; y haz que un día todos juntos nos reunamos contigo y con María, en unión con todos los santos y ángeles (especialmente con nuestros ángeles custodios), en la patria celestial. Amén.

CONSAGRACIÓN PARA INSTITUCIONES

Señor Jesús, nos diste la prueba más grande de amor al hacerte hombre para ser nuestro amigo y quedarte después con nosotros permanentemente en el sacramento de la Eucaristía. Gracias, Señor, por perdonar nuestros pecados y tener misericordia de nosotros.
Como miembros de la Institución... queremos servirte, amarte y darte gloria con nuestras acciones y trabajos. Queremos que reines en nuestro corazón, en nuestros hogares y en nuestra Institución. Te proclamamos nuestro Rey y Señor. Tuyos somos y tuyos queremos ser para siempre. Acepta, Señor Jesús, nuestra humilde entrega y ayúdanos para nunca más ofenderte con nuestros pecados, de modo que nuestra vida sea un canto continuo de gloria y alabanza en tu honor. Por eso, todos unidos, queremos decirte con toda la alegría de nuestra fe: “Jesús, Tú eres nuestro Dios; Tú eres nuestro Señor; Tú eres nuestro Rey. A ti el honor, el poder y la gloria por los siglos de los siglos”. Amén.

REFLEXIONES

Santa Margarita María era toda de Jesús, se había consagrado a su divino Corazón en cuerpo y alma, le había hecho donación de todo su ser y Él, a cambio, la había nombrado heredera universal de todos sus bienes. Ella era verdadera esposa de Jesús, esposa de sangre, sufriendo con Él por los pecados e ingratitudes que recibía de los pecadores y, especialmente, de las almas consagradas.

Ella procuraba consolarlo de las ofensas recibidas, especialmente de las ofensas recibidas en el sacramento de la Eucaristía. Jesús Eucaristía era el centro de su vida. Por eso, pasaba todos los momentos posibles ante Jesús sacramentado. Ella sabía que allí lo esperaba con su Corazón ardiendo en llamas de amor. Y allí en la Eucaristía, especialmente después de comulgar, en el momento de más íntima unión con Él, es cuando recibía las mayores gracias de su vida. Ante Jesús sacramentado no podía rezar oraciones, sólo podía amar en silencio.

Cuando iba a rezar ante Jesús Eucaristía, pedía a los ángeles que adoraran con ella a Jesús. No olvidemos que se había asociado a los serafines para estar unidos para siempre como hermanos. Ella ofrecía a Dios sus sufrimientos, que ellos no podían ofrecer; y ellos ofrecían su adoración a Dios en todo momento en su lugar, como sus representantes perpetuos ante Jesús sacramentado.

Por otra parte, recordemos que Jesús unió a Margarita María con el Padre de La Colombière como hermanos espirituales para siempre. Siendo hermanos perpetuos, ella ofrecía sus oraciones y sufrimientos por él y el padre Claudio la ofrecía a ella en la misa diaria. Los dos se habían consagrado juntos al Corazón de Jesús y los dos vivían íntimamente unidos en el divino Corazón.

Por otra parte, procuraba ser un apóstol de la devoción al Corazón de Jesús tal como Él le había indicado. A través de sus cartas, se nota cómo trata de inculcar esta devoción a todos sus conocidos. Promovía, especialmente, la promesa de los nueve primeros viernes que la Iglesia ha aceptado y propagado por el mundo entero como un medio sencillo de salvación. Jesús le había insistido mucho que comulgara los primeros viernes de mes (135).

Practicaba la Hora santa de jueves a viernes cada semana, tal como Jesús le había enseñado, asegurando en la Autobiografía que las mayores gracias las recibía en la sagrada comunión y durante la Hora santa del jueves al viernes (136).

En las revelaciones de Jesús vemos también la importancia que Él da a las imágenes del Corazón de Jesús, prometiendo que los lugares donde sean expuestas y honradas serán especialmente bendecidos por Él. Algo parecido a lo que le prometió a santa Faustina Kowalska con relación a la imagen del Señor de la misericordia.

Pero algo muy importante, evidentemente, es la consagración personal y comunitaria al Corazón de Jesús, a la cual van unidas muchas promesas por ser un gran medio de salvación y santificación. A este respecto es importante hacer la consagración de las familias al divino Corazón tal como lo propiciaba el padre Mateo Crawley por medio de la entronización del Corazón de Jesús en el hogar.

¡Ojalá que todos seamos apóstoles del Corazón de Jesús y de sus promesas para ser abundantemente bendecidos por Él, como lo ha prometido; pero también para conseguir muchas almas para el cielo! No olvidemos que el Corazón de Jesús es Jesús mismo, presente en la Eucaristía. Allí nos espera con su Corazón ardiendo en llamas, vivo y resucitado, esperando nuestra compañía, nuestro consuelo y nuestro amor.

133 Carta a su hermano sacerdote de Bois-Sainte-Marie del 22 de enero de 1687.
134 Carta a la Madre Saumaise de julio de 1689.
135 Autobiografía, p. 66.
136 Autobiografía, p. 72.

Tomado de:
Santa Margarita María de Alacoque y el Corazón de Jesús
Padre Ángel Peña O.A.R.
Lima - Perú

Nihil Obstat
P. Ignacio Reinares
Vicario Provincial del Perú
Agustino Recoleto

Imprimatur
Mons. José Carmelo Martínez

Tu hermano y amigo del Perú.
P. Ángel Peña O.A.R.
Parroquia La Caridad
Pueblo Libre - Lima - Perú
Teléfono 00 (511) 4615894
Obispo de Cajamarca (Perú)

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