La experiencia de un misionero argentino en Cuba

El P. Peteira (amarillo) junto a los obreros que reconstruyen la igles... ver más
Santa Clara (Cuba) (AICA): El presbítero Carlos Peteira, de la diócesis de San Rafael, se encuentra misionando en Cuba. El sacerdote, de 50 años, conduce desde hace tres años la parroquia San José en Yaguajay, perteneciente a la diócesis de Santa Clara, y desde allí dio a conocer la tarea que realiza la comunidad para extender el Evangelio.
El presbítero Carlos Peteira, de la diócesis de San Rafael, se encuentra misionando en Cuba. El sacerdote, de 50 años, conduce desde hace tres años la parroquia San José en Yaguajay, perteneciente a la diócesis de Santa Clara, y desde allí dio a conocer la tarea que realiza la comunidad para extender el Evangelio.

En febrero de este año, el sacerdote comenzó a refaccionar la antigua iglesia, bastante afectada por el paso de los años. Según relata, de apoco se han generado adhesiones en torno a la Iglesia, pero aún “se siente el peso de los años de una historia muy dura, aunque ellos lo disimulan con un espíritu muy luchador”.

El padre Peteira también se preocupa por visitar a los enfermos. Gracias al buen trato con las autoridades, obtuvo permiso para entrar a las salas del hospital. “Que podamos visitar a los enfermos es un avance muy alentador que se lo debemos a la visita a Cuba de san Juan Pablo II”, dice el cura misionero.

Según el párroco de Yaguajay, cuando Juan Pablo II visitó la diócesis de Santa Clara en 1998, le ofrecieron visitar el nuevo hospital de Santa Clara. Pero entonces un obispo consideró que el Pontífice no podía arriesgarse a entrar en una institución que no dejaba entrar a los sacerdotes para ver a los enfermos, porque se corría el riesgo que, ante una eventual descompensación, el Santo Padre muriera sin los sacramentos. A raíz de esta argucia, el gobierno permitió que los sacerdotes entraran sin problema al hospital.

El padre Peteira dice que “a veces nos invade la tentación del desaliento cuando no vemos respuestas al ritmo que esperamos, pero se nos despejan las dudas cuando entramos a comprender el desafío que enfrentamos”. El sacerdote afirmó esto poco después de celebrar misa en medio del campo con tan solo nueve personas.

“Nos reunimos en un espacio comunitario y se acercaron nueve personas, muy tímidamente. Cuando terminé y empecé a recorrer la zona, una señora me comentó con gran alegría: «Padre, la verdad es que nunca habíamos tenido esto acá». Su respuesta me movió a la paciencia, pero también a la alegría de pensar cuánto podemos hacer a partir de nuestra llegada. ¡Por cuánto tiempo estas almas nos estaban esperando, aún sin saberlo!”, contó el sacerdote.

Desde la misma misión en la parroquia, el cura mendocino también sale de misión. Estuvo poco tiempo atrás en un paraje llamado Nela, a unos 30 kilómetros de su sede: “Era para deprimirse el aspecto de la iglesia. Pero bastó abrir las deterioradas puertas y tocar con grandísimo cuidado sus endebles campanas para que empezaran a acercarse los chicos que salían de la escuela. Atendían con los ojazos abiertos a todo lo que les decía. Hablando con ellos, quedamos en encontrarnos la próxima vez, y muchos salieron felices, con la idea de prepararse para el bautismo”.

Desde aquella visita a hoy, la iglesia de Nela comenzó a ser refaccionada. Se trata de una obra que demorará unos dos meses y a que esperan concluir antes de la fiesta de la Virgen de la Caridad, que es el 8 de septiembre. Con los amigos del pueblo, de La Habana y del exterior están recaudando fondos para restaurar la imagen de la Virgen María patrona de este lugar.

“Nela es una de las 50 comunidades que atendemos, que en su momento era un pueblo floreciente, ya que contaba con uno de los mayores ingenios azucareros de Cuba. Pero después del triunfo de la Revolución, la pésima administración fue llevando a los centrales azucareros a la más absoluta ruina y Nela quedó con la imagen de un pueblo fantasma. Hoy debemos reconstruir a Nela por completo: hay que recuperar la fe de la comunidad. Estoy seguro que, devolviéndole también a su iglesia la dignidad que se merece, lograremos un gran estímulo para volver a la vida cristiana y recuperar la esperanza, tan duramente puesta a prueba”, contó el padre Peteira.

“En fin, nos queda mucho por delante y con la oración de todos, sé que nuestro buen Jesús hará cosas grandes”, concluyó el sacerdote.+

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