Homilía Domingo 31 t.o.(B)

(Cfr. www.almudi.org)

 

 Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"¿Por la fe privamos a la ley de su valor? ¡De ningún modo! Más bien la afianzamos"

Dt 6,2-6: "Escucha, Israel: Amarás al Señor, con todo el corazón"
Sal 17,2-3a.3bc-4.47 y 51ab: "Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza"
Hb 7,23-28: "Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa"
Mc 12,28-34: "No estás lejos del Reino de Dios"

No le importa al autor sagrado repetir cuantas veces sean necesarias la idea de que Israel tiene que ser fiel a Yavé porque le ha llevado a la tierra prometida. Por eso el "amarás al Señor tu Dios con todo el corazón", lo llevaban tan profundamente clavado en el alma y en los labios que todo israelita recita a diario la "semá" (escucha). Pero, lejos del temor ante Dios, el amor ha de mover a su pueblo para cumplir con lo mandado. Ese método recordatorio: "Las escribirás en las jambas de tu casa", se tomó al pie de la letra en algún momento, y se guardaba a la entrada de las casas una cajita (mezuza), con este texto escrito.
Jesús, repitiendo la "semá", conserva intacto aquel precepto. Se incluía también al prójimo, sin excluir a los extranjeros. Lo original de Jesús es unir ambos mandatos en un solo principio moral. Una expresión, "no estás lejos del Reino de Dios", señala que aún le faltaba algo a aquel escriba.
Por más que muchas leyes no se acepten porque para algunos son equivalentes a la pérdida de libertad, sin ellas, el mundo será un caos. Cuando la sociedad toma conciencia de que ayudan a ser libres, no solamente las cumple, sino que las agradece. Al fin y al cabo somos nosotros mismos los que nos damos los cauces de paz y armonía.

— "Maestro, ¿qué he de hacer...?":
"Cuando le hacen la pregunta,  «¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), Jesús responde:  «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,37-
40). El Decálogo debe ser interpretado a la luz de este doble y único mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley" (2055).

— La Ley nueva, ley del amor:
"La Ley nueva es llamada ley de amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor; ley de gracia, porque confiere la fuerza de la gracia para obrar mediante la fe y los sacramentos; ley de libertad, porque nos libera de las observancias rituales y jurídicas de la Ley antigua, nos inclina a obrar espontáneamente bajo el impulso de la caridad y nos hace pasar de la condición del siervo  «que ignora lo que hace su señor», a la de amigo de Cristo,  «porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15,15), o también a la condición de hijo heredero" (1972).

— "Hubo..., bajo el régimen de la antigua alianza, gentes que poseían la caridad y la gracia del Espíritu Santo y aspiraban ante todo a las promesas espirituales y eternas, en lo cual se adherían a la ley nueva. Y al contrario, existen, en la nueva alianza, hombres carnales, alejados todavía de la perfección de la ley nueva: para incitarlos a las obras virtuosas, el temor del castigo y ciertas promesas temporales han sido necesarias, incluso bajo la nueva alianza. En todo caso, aunque la ley antigua prescribía la caridad, no daba el Espíritu Santo, por el cual  «la caridad es difundida en nuestros corazones» (Rm 5,5)" (Santo Tomás de Aquino, s. th.,1-2,107,1 ad 2) (1964).
El que cumple la voluntad de Dios por amor ha alcanzado la "libertad gloriosa de los hijos de Dios".

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