Esta letra inicial, en su sobriedad, me parece soberbia


Desde que fui ordenado clérigo, he usado los cuatro cánones de la misa de manera casi igual. Normalmente, un día celebro con el canon I, al día siguiente con el II, al siguiente con III, al otro con el IV, y vuelvo a empezar con el primer canon.
Este orden sólo lo distorsiono cuando un día hay un prefacio propio. Pero al día siguiente celebro con el número de canon omitido el día anterior.
Sin embargo, curiosamente, durante unos dieciocho años, me olvidé de los seis cánones que aparecen en la parte posterior del misal: los cuatro cánones V y los dos de la reconciliación. Desde hace un par de años, al continuo ciclo de los cuatro primeros cánones he añadido los otros seis. De manera que, actualmente, celebro la misa cada día según de esos cánones, siguiendo (casi siempre) el orden en el que aparecen en el misal.
Digo esto hoy, porque existe una marcada tendencia en muchos sacerdotes a celebrar con uno o dos cánones casi todos los días. Es una gran riqueza usar todas las plegarias eucarísticas que nos ofrece la Iglesia. Por eso animo a todos mis hermanos sacerdotes a usar los seis cánones de forma habitual e incluso cíclica (como es mi caso) y a explicar a los fieles las interesantes diferencias temáticas de una y otra plegaria eucarística al comienzo de la misa. Lo cual hace que los feligreses se fijen mucho y les parezca que la misa ha sido dotada de una luz nueva.

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