Excursión dominical


Hoy hemos dado un largo y agradable paseo por el hayedo de la Predosa en Riofrío. El bosque otoñal estaba espectacular con sus colores amarillos. Una de mis acompañantes se ha llevado dos setas para cocinarlas. Mañana comprobaré si viene a misa. Durante el viaje de ida hemos charlado largamente acerca del momento exacto en el que se infunde el alma en los niños y de las tasas que algunos curas cobran por las celebraciones matrimoniales.
Después de mover mis kilos (todos y cada uno de ellos) monte arriba, del cambio horario y de todas las discusiones teológicas del coche, yo tenía mucha hambre. Mientras caminábamos de vuelta hacia el coche, llevaba un buen rato imaginando un par de huevos con patatas fritas como almuerzo campestre. El primer pueblo que nos caía de paso nos ha provisto a todos de ese plato generosamente, menos una de las nuestras que ha preferido alitas de pollo.
Al volver a casa, he visto que las aguas están muy revueltas con la declaración conjunta entre luteranos y católicos. Mañana hago propósito de leer el documento y dar mi opinión.
Ahora me apresto para irme a la cama. ¿Qué nuevas aventuras eclesiales nos traerá el día de mañana? Sólo el Papa Francisco y el cardenal Burke pueden responder a esa pregunta.

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