Heyer contó su historia durante una conferencia de Courage en Phoenix (Estados Unidos) entre el 9 y 11 de enero de 2017, a la que asistieron docenas de miembros del clero y apostolados de todo el país que buscan servir mejor las personas que experimentan atracción por el mismo sexo o afrontan el tema de la transexualidad.
Heyer recuerda el momento en que comenzó a querer ser niña: a los cuatro años su abuela lo obligaba a colocarse vestidos, e incluso, le confeccionó uno.
Aquel fue un secreto que el niño no reveló a sus padres a petición de su propia abuela.
“Ese vestido puso en marcha una vida llena de disforia de género, abuso sexual, alcoholismo, drogas, y finalmente, una cirugía de cambio de sexo innecesario. Mi vida fue destrozada por un adulto de confianza que disfrutó de vestirme como una chica”, aseguró en su testimonio.
A la edad de 7 años, Heyer llevó a casa el vestido y lo escondió en uno de sus cajones. Al poco tiempo su madre lo encontró y se lo reprochó. Fue entonces cuando decidió contarles a sus padres que su propia abuela lo había vestido como una niña durante años.
Los padres de Heyer no tenían el vocabulario ni los recursos para saber cómo manejar la situación. Su padre reaccionó por miedo e implementó medidas disciplinarias muy severas.
Un tío de Heyer se enteró de la historia y comenzó a burlarse de él. Eventualmente, abusó sexualmente del niño.
"Usted ve que las personas que tienen un pensamiento desordenado están sufriendo. El problema es que no sabemos qué hacer con ellos", dijo Heyer.
El deseo de ser una mujer –ser alguien más que el niño maltratado y herido– permaneció con Heyer en la adultez, a pesar de haberse casado con una mujer y tener dos hijos.
A los 42 años, se realizó una operación quirúrgica de cambio de sexo y le pidió a sus amigos que comenzaran a llamarlo Laura Jensen.
"Comenzó como una fantasía y continuó del mismo modo, porque la cirugía no te convierte en una mujer. No es más auténtico que una falsificación de 20 dólares. No puedes cambiar a una persona biológicamente hombre en mujer", detalló.
En su conferencia, Heyer aseguró que lo que debe hacer la Iglesia es desafiar con suavidad pero con firmeza a la gente, en lugar de afirmarlos en la disforia de género.
"Si los afirmamos en los géneros cambiantes, en realidad estamos siendo desobedientes a Cristo, porque eso no es lo que son. Los hizo hombre y mujer”, aseguró.
También dijo que los sacerdotes y los que están en el ministerio en la Iglesia necesitan estar mejor informados sobre las consecuencias físicas y emocionales a largo plazo de la cirugía de cambio de sexo.
"Porque no estamos hablando de las consecuencias. Solo estamos hablando de la transición, que se ve bien entre 8 a 10 años", pero que –asegura– en ese punto muchas personas desean volver a su sexo original.
Después de menos de 10 años, y una experiencia de conversión, Heyer lamentó su cirugía y deseó vivir como un hombre de nuevo.
Ahora dirige un sitio web llamado sexchangeregret.com, donde cientos de personas lo contactan cada año, compartiendo sus propias experiencias similares.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 23 de febrero de 2017
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