Pbro. Lic. José Marcos
Castellón Pérez
El presidente municipal de Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez, se someterá a la “ratificación de mandato”, que propugna su partido MC, como ejercicio democrático por el que los ciudadanos evalúan y así ratifican o no su confianza al servidor público. Tiene como finalidad generar una mayor sinergia entre el gobierno y la sociedad, así como un control ciudadano de fiscalización para combatir la corrupción, la impunidad y la falta del estado de derecho, según la propuesta de MC. El compromiso del presidente municipal es que, si la mayoría de los votantes no aprueban su gestión, él tendrá que pedir licencia e incluso dejar su carrera política.
Esto resulta muy atractivo y un ejemplo de madurez ciudadana, pero en el fondo surgen algunas preguntas: ¿Cuánto va a costar la logística de este ejercicio? ¿Las elecciones trienales para elegir al presidente municipal, no son de alguna manera la ratificación, no a la persona, pero sí al partido que lo postuló y a las líneas generales de su gobierno? ¿Ya es tiempo para juzgar la gestión de un gobierno? ¿Es un adelanto a la elección de gobernador para medir fuerzas? Y, en el caso de que fueran más los inconformes con su gestión y tuviera que pedir licencia, ¿no supondría esto un vacío de poder y, de alguna manera, un retroceso en la vida pública de la ciudad?
Una ratificación o revocación de mandato es muy riesgosa para los mexicanos, porque estamos acostumbrados a ver las cosas desde una perspectiva maniquea: o es el mejor o es el peor, sin matices entre sus aciertos y sus deficiencias; o desde el interés individual, o sea, si sus decisiones me han beneficiado a mí o me han perjudicado, perdiendo muchas veces la objetividad en el juicio, que debe tener como criterio el bien común, independientemente de los intereses particulares.
Enrique Alfaro es el candidato natural de MC, y quizá el más fuerte en la jerga política estatal, para ocupar el cargo de Ejecutivo en el gobierno del Estado. Si ganara la elección de gobernador, ahí quedaría ratificado su mandato o revocado en el caso de que perdiera, sin necesidad del actual despliegue de publicidad, logística casi electoral y de desgaste de la política de nuestra ciudad, que puede traer consigo la polarización y más deterioro del tejido social.
Al ejercicio democrático y participativo se podría dar cauce más en corto, con menos recursos económicos y más humanos, a través de los comités vecinales organizados como consejos sociales. Una buena sinergia entre el gobierno y la ciudadanía no está en votaciones impersonales, sino en la escucha atenta y efectiva de parte del gobierno a esos comités, que tratan los problemas que verdaderamente interesan a los ciudadanos y que esperan una pronta y efectiva solución de parte de sus autoridades.
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