Así lo afirmó durante la audiencia que concedió al Moderador de la Iglesia de Escocia, Derec Browning, al que recibió en el Vaticano.
En un discurso de alto valor ecuménico ante la máxima autoridad de esta Iglesia reformada, el Santo Padre destacó, en el contexto del quinto centenario de la Reforma Protestante, la evolución de la relación entre protestantes y católicos que ha pasado a ser una relación “de verdaderos hermanos, ya no como rivales después de tantos siglos de incomprensión y conflicto”.
“Eso ha sido posible, por la gracia de Dios, debido al camino ecuménico que ha permitido intensificar la comprensión, la confianza y la colaboración entre nosotros”, subrayó.
En este sentido, afirmó que la “purificación recíproca de la memoria es uno de los frutos más significativos de este camino nos une”. Reconoció que “es cierto que el pasado es inalterable y también es cierto que hoy comprendemos por fin, a partir de la mirada de Dios sobre nosotros, que sobre todo somos sus hijos renacidos en Cristo por medio del Bautismo y, por lo tanto, somos hermanos”.
“Durante demasiado tiempo –lamentó– nos hemos observado desde la distancia con una mirada demasiado humana, nutriendo sospechas con la perspectiva puesta en la diferencia y en los errores, con el corazón dispuesto a recriminar las injusticias sufridas”.
Por el contrario, recordó que “ahora, en el espíritu del Evangelio, avanzamos por el camino de la caridad humilde que lleva a la superación de las divisiones y a la curación de las heridas. Hemos entrado en un diálogo de comunión –valoró Francisco–, un diálogo que se sostiene en el lenguaje propio de quien pertenece a Dios y que es la condición irrenunciable para la evangelización”.
“¿Cómo podemos anunciar al Dios del amor si no nos amamos entre nosotros?”, se preguntó. “En la misma Escocia, en Edimburgo, hace más de cien años, los misioneros cristianos tuvieron la audacia de volver a proponer con renovado ímpetu la voluntad de Jesús de que seamos una sola cosa para que el mundo crea. Habían comprendido que el anuncio y la misión no son plenamente creíbles si no vienen acompañados de la unidad”.
En su discurso, el Papa destacó una vez más el ejemplo de unidad que ofrecen los mártires y los cristianos perseguidos. “Son perseguidos por el nombre de Jesús. Confiesan la fe hasta el martirio, cargando con una fe muy pesada. Su testimonio nos empuja a caminar adelante, con amor y valentía, hasta el final”.
El Papa Francisco finalizó su discurso deseando “que el camino hacia la unidad visible continúe cada día y que proporcione abundantes frutos en el futuro, como ha sucedido en el pasado reciente”. En concreto, mostró su deseo de que “la colaboración de la Iglesia Católica con la Iglesia de Escocia y la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas continúe avanzando”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 26 de octubre de 2017
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