Todos ellos han comprendido que había llegado la hora de la verdad, que, como se dice en inglés: ¡party is over!Pero lo más sorprendente y significativo de la votación del viernes en el Parlamento de Cataluña es que esos diputados, capaces de votar una resolución que pretende acabar con siglos de historia, no han querido que sus nombres figuren en el acta de esa resolución. Y esa renuncia a que la Historia de los siglos venideros se acuerde de ellos no se ha producido por humildad, sino porque todos ellos han comprendido que había llegado la hora de la verdad, que, como se dice en inglés: ¡party is over! Que traducido al español significa que "la fiesta se ha terminado". Hasta ayer todo eso de hablar de independencia, todo eso de manipular las instituciones, los medios de comunicación y las conciencias de los niños (porque todas estas cosas llevan años haciéndolas), les había salido gratis. Parecía como si las autoridades del Estado se tomaran los excesos y las bravuconadas de los nacionalistas catalanes por chiquilladas de chicos gamberros, a los que se les consentía todo. Nada expresa mejor lo que está pasando en estos momentos en Cataluña que esa negativa de los golpistas (porque lo son, porque ellos saben que lo son y porque parece que, de repente, se han dado cuenta de que ser golpista tiene riesgos) a que las generaciones venideras conozcan sus nombres. Y, sobre todo, a que los conozcan las autoridades legítimas de una vieja y gran Nación como España.
Todos los esfuerzos de los demócratas tienen que ir dirigidos para acabar con el odio, con ese odio a España y a los demás españolesEsa actitud cobarde de los diputados independentistas es, en sí misma, más que una declaración de independencia, una declaración de impotencia y de falta de confianza en lo que votaban. Eso, comprobar la falta de confianza en lo que aparentemente proclamaban, debería ser un alivio para los millones de españoles que hemos visto airados cómo esos partidarios de romper España iban dando pasos hacia ese objetivo demencial. El espectáculo lamentable que hemos contemplado el viernes, protagonizado por unos políticos sediciosos y traidores a sus juramentos, y la inmediata reacción del Gobierno de la Nación, apoyado por el Partido Socialista y por Ciudadanos, somos muchos los que queremos creer que constituyen el primer paso para restaurar, de una vez, el orden constitucional en Cataluña, lo que es lo mismo que decir en toda España. Esa recuperación de la Ley, tantas veces esquivada o directamente transgredida en Cataluña, debe ir acompañada por todo tipo de actuaciones políticas, administrativas, culturales, mediáticas y hasta eclesiásticas para restaurar la convivencia en paz dentro de la sociedad catalana. Y esto significa una sola cosa: que todos los esfuerzos de los demócratas tienen que ir dirigidos para acabar con el odio, con ese odio a España y a los demás españoles que se ha inoculado en varias generaciones de escolares, con ese odio al otro más cercano, que son los catalanes no independentistas, que somos los demás españoles, que, además, en muchos casos, tenemos más raíces en Cataluña y en su cultura que muchos de los que gritan con odio contra nosotros.
La entrada Esperanza Aguirre sobre el golpe: Declaración de Impotencia aparece primero en Actuall.
Publicar un comentario