Estos días he estado escuchando mucho el comienzo del Magnificat de Bach. ¡Qué explosión de felicidad el arranque de esa música! Felicidad, armonía, grandeza. La parte instrumental con la que comienza es una música llena de vida. ¡La música está llena de vida! Y cuando ya no parece que pueda caber más alegría en un movimiento, entonces, comienza el coro.
Después de esa rotunda manifestación, enérgica, de alegría, no María, sino miles de ángeles cantando, repitiendo, exultando, con la primera palabra de la Virgen María: Magnificat, “glorifica”… glorifica mi alma al Señor. Como si todo el cielo se extasiara repitiendo ya no la primera frase, sino la primera palabra del cántico de María.
Como siempre, Joham Sebastian demuestra que primero viene él y después todos los demás compositores. Tres minutos de música, tres minutos repletos de sutilidades, de una arquitectura compositiva que solo puede ser admirada, pero no imitada.
Sea dicho de paso, de esta obra, lo único que vale la pena son esos tres primeros minutos. El resto es puro relleno. Por puro interés de erudición, uno puede escuchar la parte relativa al verso fecit potentiam o el amén final, pero todo está dicho en su obertura y en su primer movimiento: solo tres minutos, pero qué tres minutos.
Muchas músicas cantan el amor humano: unas mejores y otras peores, unas zafias, otras simpáticas. Pero cuando se trató de cantar el amor de María, Dios intervino e hizo aparecer a Bach. Si el amor de María no tiene comparación con ningún otro amor humano, la música que cantase ese amor debía no tener comparación con ninguna otra música; con ninguna música que se hubiese escuchado antes o que se pudiera escuchar después.
Las notas se entrelazan y se vuelven a entrelazar de un modo que parece ir más allá de cualquier capacidad humana para crear armonías musicales: el mundo nunca había visto algo así; ni lo volvería a ver.
Las versiones que más me gustan son las siguientes:
La versión de Herreweghe:
la versión de Haïm:
la versión de Koopman:
la versión de Gardiner:
La versión de Savall:
La del Diego Fasolis Ensemble:
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