Desde el Corazón

El hombre que una mujer necesita EDIT

El Hombre que

una Mujer necesita

Lupita:

Qué está pasando con las mujeres que no quieren dedicarse a su casa, su esposo y sus hijos. Mi esposa se la pasaba en la calle. Yo agarré sus cosas y la saqué. En lugar de recapacitar se fue. Aquí estoy con mis hijos desesperado.

Jaime G.

Hermano en Cristo, Jaime:
A veces sabemos lo que queremos pero hacemos todo lo contrario de lo que se necesita para conseguirlo. Tú quieres una esposa amorosa y responsable, que te respete y procure tu bien y el de tus hijos. ¡Eso es lo que Dios quiere también! pero, en verdad te digo, si eres grosero y exigente con ella no la ayudarás a convertirse en la mejor versión de sí misma. Todo lo contrario: le sacarás el cobre.
Si quieres una dama a tu lado, debes convertirte en un caballero. Necesitamos hombres de verdad para sentirnos motivadas a ser mujeres completas. El Cardenal Charles Chaput nos recuerda la triple misión masculina: proveedor, protector y líder. Hombres que respeten la autoridad de Dios, que sepan ser amables con sus mujeres e hijos, que apoyen su progreso integral como mujeres, siendo conscientes de su primera misión como esposas y madres; hombres libres de adicciones, que sepan controlar su agresividad y elijan proteger a su familia y jamás lastimarla.
Hombres que sepan decir palabras de afirmación: llama  a tu esposa bendita y elógiala (Proverbios 31:28-29). Las mujeres somos auditivas, nos agrada escuchar que nos aman y que nos consideran valiosas. Esta es fuente de motivación poderosa para que demos lo mejor que tenemos a nuestros esposos e hijos.
Si un hombre a nuestro lado no se comporta como caballero sino como macho, si es agresivo e irrespetuoso, con seguridad irá llevando a su mujer a la desesperación y la venganza.
Lo más inteligente que puedes hacer por tu esposa es amarla. Ora por ella, ruega a Jesús y María para que seas el hombre que ella necesita a su lado. Así germinará la santidad en ella, en su matrimonio, en su hogar.

Lupita Venegas/Psicóloga
Facebook/lupitavenegas

Sinfonía Alpina

de Strauss

Strauss

Sergio Padilla Moreno

En la liturgia de la Palabra de la misa del segundo domingo de Cuaresma se proclama el pasaje de la Transfiguración del Señor, en sus diferentes versiones de los tres evangelios sinópticos según sea el ciclo correspondiente a cada año. Una obra musical que podría ilustrar el proceso interno vivido por los apóstoles Pedro, Santiago y Juan en esta experiencia -y con ellos los seguidores de Jesús de todos los tiempos- es la Sinfonía Alpina (Eine Alpensinfonie), poema sinfónico para gran orquesta, compuesto por el alemán Richard Strauss (1864-1949) entre 1914 y principios de 1915. La obra va narrando, a través de la música, las impresiones externas e internas del alpinista en el proceso de ascensión de una montaña, partiendo de un valle, hasta llegar a la cumbre, para después descender al caer la noche. A lo largo de la obra Strauss nos va mostrando diferentes pasajes: la lluvia, el bosque, la niebla, la nieve, el sol, la tormenta, etc.
La semana pasada comentábamos que la música llamada profana -que no tiene ninguna orientación abiertamente religiosa o sacra-, puede ser un vehículo para acompañar los procesos humanos y espirituales de hombre y mujeres que quieren hacer un camino de revisión de su vida, con el fin de orientarla a la voluntad salvífica de Dios para resituarse en la historia y en la compleja realidad a partir de un principio y fundamento centrado en el evangelio. Según la dinámica de los Ejercicios Espirituales (EE) de San Ignacio de Loyola, la primera semana nos lleva a reconocer el fin para el que fuimos creados, y lo que el pecado puede hacer para opacar esa luminosa impronta dada por Dios. Para ilustrar este proceso hablábamos de la Sinfonía “Patética” de Tchaikovsky con su desolador final. Pero la segunda semana de los EE implica un caminar esperanzador y regenerador de la vida junto a Jesús de Nazareth y, además, adentrarnos en la experiencia de fe de los apóstoles y los discípulos, tres de los cuales tienen la experiencia de la Transfiguración. En los distintos evangelios que hablan de este pasaje se da una ascensión a un monte alto, una experiencia fundante radical difícil de procesar -como le pasó a Pedro-, y un descenso a la cotidianidad de la vida con nueva mirada.
El propio San Juan de la Cruz, uno de los más grandes místicos de la Iglesia, contempla este proceso a través de su obra Subida el Monte Carmelo, obra que combina la poesía y la prosa para ilustrar el proceso de unión del creyente con Dios. Qué mejor que ilustrar este camino con la exquisita música de la Sinfonía Alpina, pues la magistral partitura de Strauss nos deja en un estado de profunda paz y consolación.

padilla@iteso.mx

Strauss: Eine Alpensinfonie 
https://www.youtube.com/watch?v=zsTo7QxxgYg

Agua que se estanca

se pudre

Pbro. José Luis González Santoscoy

Un día llegó conmigo una mamá muy triste porque era muy criticada por la forma en que se entregaba a su familia, le reprochaban que no quería salir con sus amigas y que no se daba tiempo para ella, que sólo estaba para su familia. Ella tenía muy claro cuál era la vocación que había asumido y se esforzaba por hacer lo mejor, pero no entendía por qué la criticaban. Le conté la siguiente historia:
Cuenta la leyenda que, una vez una serpiente, empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía rápido con miedo de la feroz depredadora y la serpiente no pensaba desistir. Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada. En el tercer día, ya sin fuerzas la luciérnaga, paró y le dijo a la serpiente:

– ¿Puedo hacerte tres preguntas?
– No acostumbro dar ese privilegio a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar.
– ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
– No, contestó la serpiente.
– ¿Yo te hice algún mal?
– No, volvió a responder la serpiente.
– Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
– ¡Porque no soporto verte brillar!

Hemos de aprender en la vida de que no venimos a darle gusto a nadie para que nos aplaudan. Debemos de hacer lo que nos toca, con mucho amor, generosidad y alegría. No podemos basar nuestra felicidad en la opinión de las personas, porque fracasaremos. Hay mucha gente envidiosa que le molesta que otros brillen y les hacen la vida insoportable a los demás.
Puede haber muchas situaciones que nos desmotivan y al no encontrar una respuesta lógica a lo que sucede, nos entristecemos, nos estancamos y nos debilitamos. Hay que tener mucho cuidado, porque ya conocemos el dicho: “Agua que se estanca se pudre”. No podemos dejar que las opiniones, las críticas o las heridas, nos lastimen porque, de lo contrario, corremos el riesgo de estancarnos y frustrar nuestro camino de felicidad, haz tus obligaciones con mucho amor y alegría y deja que los perros ladren, no te mortifiques.

Facebook: Padre José Luis
González Santoscoy

Agua que se estanca se pudre EDIT

Decididamente

“Sólo con decisiones valientes y fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la pena da la vida…”
Papa Francisco

Fernando Díaz de Sandi Mora

Uno de tantos regalos maravilloso con que ha sido dotado el ser humano es el donde la libertad, el libre albedrío.
Hoy día, en que la libertad se confunde con muchas cosas, considero importante acercarnos lo más posible a una significación adecuada y precisa de este recurso existencial. Por libertad o libre albedrío se entiende la capacidad de tomar decisiones de manera espontánea, responsable y disfrutable sin que esa decisión transgreda los derechos fundamentales del otro.
Siempre se toman decisiones; incluso, el no tomar decisiones implica la decisión de no decidir. Sin embargo, en el ejercicio de este derecho, de aprovechar este regalo de poder decidir, convergen varias situaciones que van carcomiendo y mermando la libertad y terminan por generar decisiones erróneas, tendenciosas, cargadas de todo, menos de libertad.
Cuando nuestras decisiones se ven coartadas por emociones negativas, por un pasado tormentoso, por los miedos o la pereza, por la ansiedad o la apatía, o también por algún agente externo y coercitivo que roe la responsabilidad y terminamos entregando la libertad a cambio de recompensas pasajeras, de placeres efímeros, de una presunta libertad de colores, de luces, de brillos, una libertad que huele a besar la jaula.
El mundo de hoy es exigente y complicado, más en esta sociedad tan llena de información, de miles de posibilidades que tocan a nuestra puerta y lo difícil que es encontrar la más apropiada.

Cómo saber si mi
decisión es adecuada?
Una decisión acertada es aquella que justo después de tomarla nos deja una sensación de paz, de serenidad. Otro rasgo importante es que debe estar entre un parámetro muy sencillo: debe ser algo bueno para mí, tolerable para los demás y que no implique daño para nada o nadie.
Las buenas decisiones están orientadas a la transformación positiva del hombre consigo mismo, con los demás, con el entorno y con Dios.
Te invito a aprovechar ese regalo. Sé responsable y decide.
Decidir es ejercer el regalo de la libertad.

Facebook/Fernando D´Sandi

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