Asia Bibi es una cristiana pakistaní que fue acusada falsamente por dos mujeres musulmanas de haber blasfemado contra el profeta Mahoma en el año 2009. Tras pasar ocho años en el corredor de la muerte, temiendo constantemente por su vida, la Corte Suprema de Pakistán la dejó libre en octubre de 2018.
“Hay muchos otros casos en los que los acusados están en la cárcel durante años y también sus condenas deberían revisarse. El mundo debería escucharlos”, aseguró en una serie de mensajes de voz enviados a The Sunday Telegraph.
“Pido al mundo entero que preste atención a este problema [las acusaciones injustas por la ley antiblasfemia]. Tiene que saberse cómo cualquier persona puede ser acusada de blasfemia sin una investigación adecuada, sin pruebas reales. Esta Ley de Blasfemia debe ser revisada y debe haber mecanismos de investigación adecuados a la hora de aplicarla. No se puede acusar a alguien de ‘impío’ por estos actos y sin ninguna prueba”, afirmó.
Según datos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, al menos otros 77 pakistaníes están en prisión por supuestamente haber quebrantado esta ley.
En Pakistán esta acusación puede conllevar la pena de muerte y en numerosas ocasiones los acusados son linchados. The Sunday Telegraph precisa que Pakistán nunca ha ejecutado a nadie específicamente por blasfemia, pero los juicios y las apelaciones pueden prolongarse durante años, ya que los jueces temen las amenazas de los extremistas.
Según recordó Bibi, durante sus años en la cárcel a veces se sentía tan desanimada “que perdía la valentía de simplemente preguntarme si saldría de la cárcel o no, y qué pasaría después, si me quedaría allí toda mi vida”.
Sobre las visitas que sus familiares le realizaron durante sus años en la cárcel, Bibi aseguró al diario británico que nunca lloró ante sus hijas, “pero cuando se iban, solía llorar sola, llena de dolor y de pena. Solía pensar en ellos todo el tiempo, cómo estarían viviendo…”.
Ján Figel, enviado especial para la promoción de la libertad religiosa o de credo fuera de la Unión Europea, aseguró que Asia Bibi es “una mujer admirablemente valiente y una madre amorosa” que se había negado a renunciar a su fe cristiana a cambio de su libertad inmediata.
Figel también aseguró que tanto la historia de Asia Bibi como la decisión de la corte suprema de Pakistán “pueden servir como base para las reformas en Pakistán, ya que tiene un sistema muy obsoleto de legislación sobre la blasfemia, que se utiliza mal muy fácilmente contra vecinos y personas inocentes”.
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