En la homilía, el Cardenal Poli recordó que “la Misa es un sacramento de amor”. Tal como lo explicó el Papa San Juan Pablo II, la Misa “tiene una consecuencia social” ya que quien comulga recibe a Jesús Sacramentado por lo tanto, “cada uno de nosotros extiende la Eucaristía en la sociedad y la cultura”, afirmó.
En ese sentido, “Jesús ama tanto al mundo que nos quiere libres, por lo tanto nos da fuerzas para luchar contra todas las formas de exclusión”, agregó el Primado de Argentina.
“No seamos cobardes, tenemos que tomar las causas de aquellos que están sometidos, animarnos cada uno desde su lugar. Tomemos de la Eucaristía la fuerza de Jesús y sigamos luchando porque Él es invencible”, alentó.
El Cardenal Poli recordó que si bien “los argentinos tenemos muchos problemas” “a nadie se le ocurra discriminar”, “no seamos indiferentes ante el dolor de los demás”.
“Que no nos invada un sentimiento de xenofobia contra nuestros hermanos bolivianos, paraguayos, peruanos y ahora también venezolanos que están llegando al país”, pidió a los presentes entre los que se encontraban cartoneros, vendedores ambulantes y otros trabajadores informales.
La “Misa por una sociedad sin esclavos ni excluidos” se celebró en la Plaza Constitución de Buenos Aires con la presencia de las parroquias del decanato Boca-Barracas-Constitución, sacerdotes para las Villas de Emergencia, las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, departamento de Migraciones del arzobispado de Buenos Aires, Equipo No a la Trata de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, Comisión Episcopal de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes (CEMI), Puerta Abierta Recreando, la Red Kawsay, el Hogar de Cristo, Fundación La Alameda y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
La Misa que se inició en 2008 en el contexto del “Día Internacional contra la explotación sexual y la trata de personas”, celebrado el 23 de septiembre, y tiene como objetivo apoyar a los esclavos de los talleres textiles y las esclavas sexuales de los prostíbulos.
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