El Pontífice así lo señaló en la homilía de la Misa celebrada en la mañana de este martes 3 de diciembre en la Casa Santa Marta, la residencia de Francisco en el Vaticano.
Explicó que “la redención, la revelación, la presencia de Dios en el mundo comienza siempre así”: en lo pequeño.
“La revelación de Dios se hace en la pequeñez. La pequeñez, ya sea humildad, ya sea…, en tantas cosas, pero en la pequeñez. Los grandes se presentan poderosos, pensemos en la tentación de Jesús en el desierto, cómo Satanás se presenta poderoso, como el dueño del mundo: ‘Yo te lo daré todo si tú…’. En cambio, las cosas de Dios comienzan germinando desde una semilla pequeña. Y Jesús habla de esta pequeñez en el Evangelio”.
Advirtió que “en una comunidad cristiana donde los fieles, los sacerdotes, los Obispos no asumen este camino de la pequeñez, le falta el futuro, quebrará. Lo hemos visto en los grandes proyectos de la historia: cristianos que trataban de imponerse con la fuerza, la grandeza, las conquistas. Sin embargo, el Reino de Dios germina en lo pequeño, siempre en lo pequeño, la semilla pequeña, la semilla de vida. Pero la semilla por sí sola no puede. Hay otra cosa que la ayuda y que le da la fuerza”.
Para explicarlo, recordó la profecía de Isaías: “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh”.
El Papa Francisco insistió: “El Espíritu siempre elige al pequeño. No puede entrar en el grande, en el soberbio, en el autosuficiente”.
Antes de finalizar su homilía, Francisco hizo un paréntesis para explicar cómo incluso los teólogos tienen que hacerse pequeños para poder hacer teología: “Los teólogos no son aquellos que saben muchas cosas de teología. Esos son enciclopedistas de la teología. Lo saben todo, pero no son capaces de hacer teología porque la teología se hace de rodillas, haciéndose pequeño”.
“El verdadero pastor, ya sea sacerdote, Obispo, Papa, Cardenal, quien sea, si no se hace pequeño, no es un pastor”, subrayó.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Isaías 11:1-10
1 Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.
2 Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh.
3 Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas.
4 Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado.
5 Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.
6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.
7 La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja.
8 Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano.
9 Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahveh, como cubren las aguas el mar.
10 Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, las gentes la buscarán, y su morada será gloriosa.
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