Hoy he estado revisando la tercera parte de mi libro Obra Férrea. En días pasados, revisé las erratas de Obispo reinante y de Las leyes del infierno. Las visitas maternas son una buena razón para dedicarme a este tipo de tareas higiénicas. Con la televisión encendida, a veces, no escucho ni mis propios pensamientos.
Acabadas las correcciones, he leído algo sobre los libros apócrifos judíos, el famoso libro de Diez Macho. Interesante enterarme que los esenios se consideraban el auténtico Israel. Esto es una enseñanza para los grupos de cristianos que se consideran la verdadera Iglesia. Lo entendieran o no, hasta los tres sumos sacerdotes helenizados (nombrados Antíoco IV Epifanes y Demetrio IV) eran Israel. La historia nos aleja de tentaciones lefevristas.
Curioso, en Qunrán abunda la literatura sobre la interpretación de sueños. Podían comer carne en algunas fiestas. Tenían conciencia de vivir los últimos tiempos. Curiosamente, esto último, en su caso, para ellos, fue verdad. Cuando uno lee sobre ellos, ve que tenían cosas buenas y cosas menos acertadas. Aunque, en mi pequeña opinión (no soy un experto), el balance era claramente positivo.
Según los esenios de Damasco, si uno caía en un pozo en sabado, no se le podía ayudar a salir con una escalera o una cuerda. Los fariseos consideraban que sí. Decían que se puede profanar el sábado por un hombre para que este pueda observar muchos sábados.
Otro aspecto interesante que he aprendido es que los movimientos sectarios siempre insisten en la ruptura. Mientras que los profetas bíblicos se insertan en una continuidad. La literatura sapiencial se interesa por lo cercano. Los sectarios siempre sienten pasión por lo apocalíptico, que tiene su mirada en el futuro.
Otra cosa interesante, antes del destierro de Babilionia, la teología del norte era antimonárquica. La teología del reino del sur lo esperaba todo de un descendiente davídico.
Resulta llamativo que, incluso al volver del destierro, en esa generación, haya varias corrientes de pensamiento diversas. En el siglo II hay hasidim, helenistas, fariseos, saduceos y zelotes. Debemos ser comprensivos con nuestras tendencias actuales. Es algo humano. Tendemos a dividirnos. Siempre hay que trabajar por la unidad. De la historia sacamos tanta luz. Vemos tan claro lo que hubiera sido más santo, más perfecto, hacer en esa época, lo que más le hubiera complacido a Dios. Se trata de aplicar los mismos criterios a nuestra generación. Buena parte de sus problemas con el paganismo y la laxitud, son nuestros problemas.
Las soluciones eran y son las mismas. Fidelidad a la Palabra, absoluta. Obediencia a la autoridad sagrada, total. Acogimiento del pecador, el máximo posible, como el Padre del Hijo Pródigo.
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